Diego Ventura atravesó la puerta grande de Las Ventas una vez más
Una plaza llena, con huecos significativos en abonados que no han querido asistir. Cuestión de cierta lógica, pocos pueden sacar un abono anual para asistir a media docena de festejos de rejones, cuando lo hacen están pensando en los más de sesenta de toreo a pie.
UNA PUERTA GRANDE A CABALLO
S.I.17.- Era previsible que se abriera la puerta grande de Las Ventas en tarde rejones. No quiere decir que no sea posible en tarde de toreo a pie, pero lo habitual cada año es que sean los caballeros los que lo consigan antes.
Aún así, hemos de decir que no lo han hecho a pares, como también suele suceder con frecuencia, ya que solo el de La Puebla del Río lo ha conseguido. Que Diego Ventura es un gran rejoneador lo sabe todo el mundo, pero hoy ha gozado de la ayuda que supone que en el sorteo te toque el mejor lote de los de Los Espartales, y del lote uno sea realmente extraordinario.
A partir de ahí todo rodado. Diego no es un cualquiera ni su cuadra tampoco. El temple, sublimizado en casi dos vueltas completas al ruedo a dos pistas llevando a centímetros al noble toro, ha sido el punto culminante de la tarde. Extraordinario el toro y extraordinario el jinete. Erró el primer rejón de muerte y eso pudo impedir que le pidieran mayor premio. Lo dicho, ya con el segundo lo habíamos visto todo.
El resto de los toros han sido mansos, aunque en distinto grado, y a las manos de Ventura ha ido a parar el más encastado, donde nuevamente se ha puesto de manifiesto su capacidad para arriesgar y conseguir otro trofeo, lo que le ha permitido abrir la puerta grande de Madrid.
La peor suerte para Leonardo, al que le ha tocado el más manso de todos, incluso saltó al callejón tras una persistente huida, y que solo su solvencia le ha permitido salir airoso de tan difícil trance. No fue mucho mejor el que cerraba festejo y así Leonardo queda citado de nuevo para el próximo domingo 28, precisamente en mano a mano contra el triunfador de hoy. Es seguro que llegará con ganas de revancha. Emoción asegurada.
Andy Cartagena abría festejo y a falta de toros bravos puso, una vez más, de manifiesto su doma, única manera de meter al público en sus faenas. Como a Leonardo le han faltado opciones ciertas para pasar a engrosar el grupo de los conseguidores de trofeos. Ovacionado cariñosamente en su segundo.
Una plaza llena, con huecos significativos en abonados que no han querido asistir. Cuestión de cierta lógica, pocos pueden sacar un abono anual para asistir a media docena de festejos de rejones, cuando lo hacen están pensando en los más de sesenta de toreo a pie.
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