La marcha en diferido de Jorge Sampaoli ha sido telegrafiada desde hace al menos un par de meses y ocultada en vano por el entrenador y sus ayudantes. El papelón del Sevilla, consentidor de toda esta situación, que le degrada como club, ha sido espectacular. No es sólo que el proyecto de Sampaoli se haya ido deshaciendo poco a poco como un azucarillo en un vaso de agua, no, sino que el acuerdo con la AFA se fraguó en las mismísimas barbas del presidente sin que éste hiciera absolutamente nada.
Sampaoli hace un Bielsa
Juan Manuel Rodríguez
Uno puede irse de los sitios bien, mal, regular o puede irse como va a hacerlo Jorge Sampaoli del Sevilla, fatal y acusando a otros (curiosamente a los mismos periodistas sevillanos que lo encumbraron, como suele suceder casi siempre en estos casos) de que se traslade hasta la afición la imagen de un entrenador interesado, que va a lo suyo, incapaz de mantener la palabra y que no tiene el menor remordimiento en dejar tirado al Sevilla. O sea: el nuevo y flamante seleccionador de Argentina no quiere que se traslade al exterior la verdad de lo sucedido. Porque, por mucho que lo desmintiera en su momento, Sampaoli lleva yéndose del Sevilla desde hace meses, en concreto desde que el Leicester noqueó al equipo andaluz en la Champions y a raíz de que la federación de su país pegara un silbidito.
Sampaoli ha hecho en realidad "un Bielsa", que es el faro que guía a toda esta escuela de filósofos, y la AFA ha repetido con Jorge una operación muy similar a la que llevó a cabo Marcelo en 1988 con el Espanyol, aunque en aquella ocasión no aguantara hasta el final de la Liga, como ahora, y su marcha fuera bastante más agresiva. En agosto llamaron a Bielsa para que se hiciera cargo de la selección y el "loco" se encargó de tensar la cuerda lo suficiente como para que en el club blanquiazul llegaran a la conclusión de que lo mejor para todos era dejarle volar. Y voló. Voló Bielsa de España para dejar luego tirado al Olympique de Marsella y, más tarde, a la Lazio. Un especialista. Un profesional.
La marcha en diferido de Jorge Sampaoli ha sido telegrafiada desde hace al menos un par de meses y ocultada en vano por el entrenador y sus ayudantes. El papelón del Sevilla, consentidor de toda esta situación, que le degrada como club, ha sido espectacular. No es sólo que el proyecto de Sampaoli se haya ido deshaciendo poco a poco como un azucarillo en un vaso de agua, no, sino que el acuerdo con la AFA se fraguó en las mismísimas barbas del presidente sin que éste hiciera absolutamente nada. Vamos, como siempre salvo cuando Ramos visita el Sánchez Pizjuán. Pepe Castro debió coger entonces el toro por los cuernos pero no lo hizo. Pasó. Pero lo que no puede hacer ahora Sampaoli es marcharse haciéndose el ofendido porque él es el ofensor. Tanta paz lleves como descanso dejas. O igual ni eso porque ya se habla de Lillo como sucesor.
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