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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 26 de mayo de 2017

Un gran toro lanza a un gran torero / por Paco Mora



“Barberillo”, otro toro de Alcurrucén que le ha abierto la puerta del Olimpo del Toreo a otro torero. Y ya son muchos los que le deben a ese hierro haberse situado entre las figuras. Ginés Marín ha tocado hoy el cielo con las puntas se los dedos gracias a la bravura, la casta, el temple y la acometividad de un ejemplar de lo más puro de Núñez que queda en la ganadería brava española.


Un gran toro lanza a un gran torero

“Barberillo”, otro toro de Alcurrucén que le ha abierto la puerta del Olimpo del Toreo a otro torero. Y ya son muchos los que le deben a ese hierro haberse situado entre las figuras. Ginés Marín ha tocado hoy el cielo con las puntas se los dedos gracias a la bravura, la casta, el temple y la acometividad de un ejemplar de lo más puro de Núñez que queda en la ganadería brava española. “Barberillo” ha repetido incansable por abajo, queriéndose comer la muleta con el hocico por delante, y el jerezano Marín ha sabido estar a la altura de la calidad de semejante joya, templando sus embestidas en una faena electrizante, completa pero muy medida.

Cuatro pases más y posiblemente se hubiera enfriado un tanto el ambiente, porque todos los toros, por muy bravos que sean, tienen su medida y hay que saber volcarse en el morrillo y meterles la espada en el momento justo. Y ese momento es cuando el público vibra como ha vibrado hoy el de Las Ventas con ese “Barberillo”, que no era el de Lavapiés de la zarzuela, sino el sueño de un mozo vestido de luces que buscaba la gloria entregándose en cuerpo y alma con la verdad por delante. Triunfo grande y puerta grande para otro torero joven, que se veía venir desde que se doctoró y el triunfo definitivo le ha llegado, precisamente, en el día de su confirmación en Madrid. ¿Puede un torero acariciar un sueño más ambicioso? Las lágrimas que se le saltaban a ese picador recio y curtido en mil batallas que es su padre, decían a gritos que no.

Pero la corrida, en general, ha sido interesante. También El Juli ha estado a punto de abrir la puerta de la Calle de Alcalá. Lo que ocurre es con el de Velilla de San Antonio nunca se sabe quién pone más en sus triunfos, si el toro o el torero. Y es que aUn gran toro lanza a un gran torero Paco Mora Julián López le valen tantos toros que es muy difícil dictaminar porcentajes de mérito en sus éxitos. El Juli está viviendo una plenitud asombrosa, en la que su capote y su muleta son la prolongación de sus brazos, como las alas lo son del cuerpo de las mariposas. Pero hoy la espada ha tenido vida propia y le ha dicho a este general de cuatro estrellas del toreo: “Anda Julián, deja hoy a ese chiquillo que goce él solo las mieles del triunfo… Que al fin y al cabo es hijo del Cuerpo”. Y Julián ha sonreído, le ha guiñado el ojo a la empuñadura de su toledana, y ha contestado por lo bajini: “Ea, pues que así sea…”.

Álvaro Lorenzo ha saludado en el tercio la faena de su confirmación y con más acierto con la espada es probable que hubiera tocado pelo. La corrida, brava y encastada en su conjunto, pero sobre todo de esas que mantienen la atención de los espectadores en lo que ocurre en la arena. ¡Albricias! Hoy el público de Las Ventas se ha asemejado más al que corresponde a una gran capital como Madrid. ¿Habrán tomado Orfidal los “reventadores” de los días anteriores, antes de marchar a la plaza? Pues que dure la alegría…

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