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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 18 de mayo de 2017

7ª de San Isidro en Madrid. Se desatan las pasiones con El Fandi y José Garrido pierde una oreja con la espada / por J.A. del Moral




Otra corrida blanda y descastada con las excepciones de dos toros: El tercero que luce gracias al empeñoso valor y al bello y clásico hacer el toreo de José Garrido; y el cuarto que fue el que salvó con creces el envío de Fuente Ymbro, con el que El Fandi desplegó su entusiasta y meritísimo repertorio con el capote, las banderillas y la muleta, rematado con un contundente espadazo. En la mayoría de las plazas del mundo y repito lo de el mundo, hubiera cortado dos orejas. Y en las de primera españolas, una. En Las Ventas, no, porque el granadino aquí no deja a nadie indiferente y los presidentes obedecen los gritones pareceres del sector intransigente de la plaza. En los demás toros, salvo en el primero que aprovechó El Fandi desatando una feroz división de opiniones, nada que resaltar porque a Perera le tocó lo peor de lo peor y el sexto no se prestó a casi nada. Lo mejor de la tarde artísticamente hablando nos llegó de las manos de una de las jóvenes promesas con futuro, José Garrido como acabo de decir.

Se desatan las pasiones con El Fandi y José Garrido
 pierde una oreja con la espada.

J.A. del Moral · 18/05/2017
Madrid. Plaza de Las Ventas. Miércoles 17 de mayo de 2017. Séptima de feria. Tarde medio nublada y medio calurosa con tres cuartos de entrada.
Seis toros de Fuente Ymbro, muy bien aunque desigualmente presentados y armados con abundante leña salvo el último que fue el que más pesó y el que tuvo menos cara. Muy justito de fuerza el noble aunque declinante primero. Manejable con muchos defectos el corto de viajes y gazapón segundo. Noble, remiso y sin clase el tercero. Excelente el cuarto. Inviable el quinto. Y casi otro tanto en sexto.     
El Fandi (marino y oro): Pinchazo, otro muy hondo y dos descabellos, silencio tras división. Estoconazo de rápidos efectos, fortísima división de opiniones entre los que piden la oreja y entre los que no con los mismos gritos que habían importunado el derroche torero del granadino.
Miguel Ángel Perera (turquesa y oro): Sartenazo en los bajos, silencio. Estocada muy trasera, silencio.
José Garrido (grana y oro): Pinchazo hondo y dos descabellos, gran ovación. Dos pinchazos y media estocada, aviso y silencio. 
En la brega y en banderillas, sobresalieron Curro Javier y Javier Ambel.

Asistió por segunda vez S. M, El Rey Emérito Don Juan Carlos acompañado de Juan Pedro Domecq. Los tres matadores le brindaron sus primeras faenas entre aplausos del respetable.


Para mí, el día de ayer fue tristísimo porque a media mañana me llamó el director del hotel Welington para informarme de que mi gran amigo, mi hermano, mi muy querido compañero y extraordinario critico mexicano, Francisco Baruqui, había muerto. Había estado cenando con él anteayer mismo. Estaba como una rosa y desbordante de simpatía, de bondad y de cariño. Como siempre. El golpe que hemos sufrido no se lo deseo a nadie. Ya estará en el Cielo desde donde no se perderá ninguna corrida que contemplará con sus sabios ojos descansando en paz. Tu falta, Paco, la llevaré mientras viva en mis muchísimos recuerdos y en mi corazón. Muy apenado, pues, acudí a Las Ventas haciendo un tremendo esfuerzo. El cartel era atrayente. Los toros, también. Me chocó que no se llenara del todo la plaza. 

El primer toro, un negro bragado muy armado, le medio valió a El Fandi para desplegar su habitual repertorio con el capote – dos largas cambiadas de rodillas en el tercio para recibir al burel, lances en su mayoría templados aunque sin demasiado ni suficiente lucimiento, quite por chicuelinas y revolera en la cuasi simulada suerte de varas – y primer encontronazo con la presidencia cuando El Fandi, que había fallado en uno de sus pares de banderillas, quiso poner un cuarto y se lo impidió el usía. Pero hombre, por Dios señor presidente, que usted no tiene derecho a negar ese par ni si hubiera querido poner más porque, cuando se banderillea en solitario, el espada puede poner los que le de la gana. Los gritones del 7 y adláteres apoyaron la antirreglamentaria decisión presidencial como ya lo habían hecho durante la faena de David Fandila que fue tan empeñosa como desigual porque este toro pasó de noble a remiso, a mirón, a escarbador y a nada fiable hasta fallar con los aceros. Dos pinchazos y dos descabellos.

La eterna discusión con El Fandi se acentuó mucho más en la lidia del cuarto toro que fue, con mucho, el mejor de la corrida de Ricardo Gallardo. El que salvó su honor ganadero. Irreprochable por presencia y por creciente comportamiento porque no se dejó pegar en varas por muy huidizo hasta pasar a muy mejorado en banderillas y en la faena de muleta. El tercio banderillero de El Fandi fue tan hermoso como contundente en tres pares que fueron cuatro porque los dos últimos los puso sucesivamente llevando los cuatro palos en sus dos manos. Violín y de poder a poder clavando asomándose al balcón con casi toda la plaza en pie sin hacer el menor caso a los reventadores que no cesaron de importunar al granadino. La faena empezó y terminó de rodillas adornándose antes de matar de un gran estoconazo. El Fandi no es un muletero indiscutible aunque, de vez en vez como este año en Sevilla, es capaz de torear muy bien por lo clásico y desde luego templado porque en templar es de los que más templan con los engaños. Discutidísimo por los “sabios” e indiscutible para la mayoría. Su quehacer en cualquier plaza y con cualquier toro es un derroche de fiel entrega a sus atléticas labores que viene manteniendo durante los muchos años que lleva en la primera fila del toreo sin desmayo porque este señor es de los que más se cuidan física y mentalmente. Como pocos en la historia.


La oreja que le negaron cerrilmente es lo de menos porque si quienes no quisieron dársela creen que le frenan está vilmente equivocados. Ni un pepino le importa a El Fandi porque sabe quién es y se ve dueño de la fuerza que sigue teniendo. Así que, el año que viene, otra vez y van…



Artísticamente, lo mejor nos llegó de las manos de la muy joven promesa, José Garrido. Su faena con el tercero de la tarde no solo fue hermosa por lo cásico, también por meritísima porque tuvo que consentir mucho al animal. Una faena de maestro precoz que no fue premiada por fallar a espadas. Tras el primer pinchazo, aunque sea hondo, no se debería utilizar el descabello. Es mejor entrar a matar otra vez. Gustó mucho Garrido. Hasta podría decir que ayer “entró” en Madrid. Luego, con el pésimo sexto, también quiso mucho, hasta de pasó de rosca. Pero con este animal no fue posible torear formalmente. Con esta clase de toros es mucho mejor matar pronto.

El peor lote se lo llevó Miguel Ángel Perera. El segundo toro careció de fuerza aunque pareció manejable. Pasó de medio noble a gazapón. Y Perera se pasó de metraje en busca de lo imposible. Aún peor el quinto que para nada cumplió el refrán. Con este, Miguel Ángel anduvo más breve con la muleta. Se lo agradecimos.

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