La excelente presentación y la belleza de los toros que compusieron la corrida de El Ventorrilo no se correspondió con el pésimo juego que dieron cinco de los seis. Fue con este que hizo quinto – cumplió el refrán – con el que se lució ampliamente Morenito de Aranda cortando la única oreja de la tarde que fue levemente protestada por los del 7, imagino que por el pinchazo que antecedió a la estocada con que mató al animal. Eugenio de Mora se estrelló con su lote que fue el peor de los peores y Román se la jugó olímpicamente con los del suyo, especialmente con el último toro de la otra vez invernal tarde.
Seguimos helados y apenas compensados por Morenito de Aranda que se llevó la primera oreja de la feria.
J.A. del Moral · 13/05/2017
Madrid. Plaza de Las Ventas. Viernes 12 de mayo de 2017. Segunda de feria. Tarde invernal con media entrada aparente.
Seis toros de El Ventorrillo, magníficamente presentados y armados con vario pelaje. En su mayoría resultaron mansos sin apenas paliativos salvo el segundo que fue muy noble aunque flojísimo y el quinto que dio juego bastante completo.
Eugenio de Mora (cobalto y oro): Dos pinchazos, otro hondo que escupe, media tendida, cuatro descabellos y estocada, dos avisos y silencio. Estocada caída, silencio.
Morenito de Aranda (corinto y oro): Dos pinchazos hondos y dos descabellos, aviso y palmas con saludos. Pinchazo hondo y estoconazo, oreja ligeramente protestada.
Román (nazareno y oro): Estocada trasera, silencio. Dos pinchazos, media atravesada y tres descabellos, aviso y palmas de despedida.
Se lucieron en banderillas Jarocho, muy especialmente Pascual Mellinas, José Manuel Zamorano y Raúl Martí.
Por su buen gusto y el gran concepto del toreo que tiene, además por ser el único de la terna que tuvo suerte con sus toros, especialmente el quinto, Morenito de Aranda se alzó como único triunfador de la tarde, tan gélida como la de antier aunque salió el sol durante la lidia del primer toro.
El segundo toro metió algo la cara en el recibo capotero de Morenito pero de seguido empezó a mansear aunque en quites mostró su nobleza dando oportunidad de lucirse al de Aranda en un breve saludo a la verónica y en su estupenda réplica, también por verónicas al quite por gaonera, crinolina y revolera de Román. Estas intervenciones capoteras desgastaron la poca fuerza que tuvo el toro durante la faena de muleta que Morenito brindó a Ortega Cano. Una faena estructurada con parsimonia y muy buenas maneras tanto con la derecha por redondos como al natural. Suertes fundamentales que las recetó aisladas en su mayoría y decrecientes en intensidad por lo muy abajo que se vino el animal en la última parte del trasteo, cerrado con adornos y varias agresiones con los aceros al defenderse por arriba en los embroques. Defecto que, por cierto, tuvieron casi todos los lidiados, y principal razón de los muchos fallos con la espada que tuvieron los toreros, dando lugar a no pocos avisos.
Para mayor fortuna de Morenito, le cupo en suerte el único buen toro del envío por bravo en el caballo y noble con suficiente fuerza en la muleta. Ya lo había demostrado en el excelente recibo por verónicas del matador, en el quite por tafalleras de Román y en el muy lucido tercio de banderillas que protagonizaron Pascual Mellinas y José Manuel Zamorano.
Morenito brindó su faena al público en los medios y allí inició su faena citando de lejos con la mano derecha sin ningún tanteo previo. Pronto a las llamadas el burel, las cuatro rondas que siguieron con la derecha, cerradas con excelentes pectorales, fueron mejorando en trazo, en hondura y en temple. Faena a más, pues, apenas interrumpida cuando Morenito lo intentó al natural – no fue el lado izquierdo tan proclive con el diestro – por lo que el trasteo continuó por redondos hasta finalizar con ayudados por bajo y un contundente y eficaz estoconazo tras pinchar una vez. Pinchazo al que, imagino, se agarraron los del 7 para importunar la vuelta al ruedo que dio entre nutridas palmas Morenito con la oreja concedida en su mano.
Y ahí acabó lo que se daba porque los demás toros – ya habían fallado por completo el primero y el tercero – no dieron oportunidad de lucimiento a Eugenio de Mora ni a Román que tuvo que tirar de su indudable valor en su plausible intento de justificarse a costa de no pocos sustos y hasta de sufrir una aparatosa cogida, por fortuna sin consecuencias, en pleno trasteo al último de la tarde.
Las buenas intenciones de Román a lo largo de la tarde, plasmadas en sus intervenciones con el capote en quites y en sus faenas de muleta, sobre todo la del sexto toro, bien comenzada por estatuarios, ayudados por alto y una buena ronda por redondos en la que el animal empezó a quedarse muy corto de viajes hasta rajarse cuando Román intentó torear al natural, momento en el que el valenciano sufrió la ya mencionada y aparatosa cogida sin que el accidente restara lo más mínimo el arrojo del joven torero que acabó su faena cerca de las tablas que fue a donde se fue el ya rajado animal.
Y poco más que contar porque Eugenio de Mora, pese a su veteranía y largo oficio tantas veces demostrados, se estrelló con los dos de su pésimo lote. El primer toro no cesó de huir hasta de su propia sombra y el que hizo cuarto se acobardó enseguida, dando muestras de querer echarse, lo que no ocurrió por la prontitud que esta vez tuvo el toledano al matar de eficaz espadazo.
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