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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 26 de mayo de 2017

PASO A LA JUVENTUD / por Antolín Castro


 Podríamos darnos igual que fuera otro, pero no es así.
-- Fotografía: Andrew Moore --

PASO A LA JUVENTUD

S.I.17.- Cuando arrastraban al quinto de la tarde se tenía la sensación de que los veteranos, no les vamos a llamar viejos, están agarrados a la poltrona y no la sueltan así caigan chuzos de punta.

Así es, El Juli que era ‘el viejo’ del cartel había cortado una oreja del segundo y perdido otra del cuarto. Digamos que por decisión presidencial el orden de lidia se alteró para que Julián no matara dos toros seguidos, arbitrando el mecanismo de confirmo/me devuelven los trastos, confirmo/me los vuelven a devolver. De ese modo se programó el orden, aunque todos hayamos presenciados festejos con dos confirmaciones o dos alternativas, sin importar tanto en qué lugar debe torear el padrino. Cosas de la moderna tauromaquia.

Lo dicho, el de Velilla se estaba llevando de calle el resultado del festejo; Álvaro Lorenzo, el primer confirmado, no se le había subido a la ‘chepa’ al padrino, aunque material tuvo para subirse o, al menos poder estar a su altura. Discreto estuvo el toledano, sin apretar el acelerador en ningún momento, aunque mantuvo un aire académico que finalmente dijo muy poco.

Pero salió el sexto, y a las buenas condiciones para la muleta que habían presentado sus hermanos, éste las superó con creces. Una máquina de embestir por ambos pitones. Ante él Ginés Marín sí apretó el acelerador y ligó series por ambos pitones que pusieron los tendidos a su favor. Más allá de estar mejor o peor, para gustos los colores, mantuvo el ritmo que le pidió el toro, que era exigente por su codicia y nobleza, basado en la buena expresión y empaque que tiene al torear, sobre todo con la mano izquierda. Remates variados iban terminando cada serie mientras se elevaba el peso de la faena que en todo momento tuvo al público en tensión. Finalizó con naturales de frente que pusieron la guinda al pastel

Cuando llegó la hora de matar la plaza se volcó con él, y lo que fueron sucesivos fallos en su primero se tornó en una estocada hasta la bola y sin discusión en este último. Rodó el toro y flamearon pañuelos por todas partes hasta conseguir que se le concedieran las dos orejas que le abrían la puerta grande. El relevo se había consumado: Paso a la juventud… pero, decimos nosotros, en serio no con cuentagotas.

El Juli estuvo mejor en su segundo que en su primero, relajó su cuerpo y diseñó muletazos de buen trazo y naturalidad, esa condición que tanto se le ha negado al de Velilla, y con razón. La espada le privó de acompañar a Ginés en la salida triunfal. En el que cortó la oreja fue El Juli de siempre, con su retorcida forma de torear y la culminación con el correspondiente julipié. De Álvaro Lorenzo ya lo hemos dicho todo, pudo pero le faltó convencimiento, ambición. Los toros de Alcurrucén ofrecieron sus orejas y sólo se cortaron tres.

Ginés Marín se convierte en el triunfador del serial… de momento. El sábado de nuevo volverá a hacer el paseíllo.

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