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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 23 de mayo de 2017

Las Ventas. Un ente extraño en el palco / por Paco Mora


El tachirense Jesús Enrique Colombo

El infrascrito arriba referido, ha vuelto hay a escarnecer las ilusiones de un torero. Un novillero venezolano, Jesús Enrique Colombo, que se ha entregado dando todo lo que tiene con riesgo de la vida. Un muchacho que se ha presentado en Madrid preparado, solvente y tirando de un valor consciente y sin reservas en un alarde de respeto a la primera plaza del mundo, que el presidente en cuestión no ha sabido respetar.


Un ente extraño en el palco

Comenzaré por lo peor de la tarde. Hoy ha vuelto a apoltronarse en el palco el mismo presidente que privó a El Fandi hace pocos días, por su real voluntad, de una oreja que pedía la inmensa mayoría del público. No sé cómo se llama el sujeto en cuestión ni me interesa, ignoro su profesión y tan siquiera a qué dedica su tiempo libre, como en la canción de Perales, pero sí sé que ha evidenciado, una vez más, que carece de sensibilidad y de sentido de la justicIa para presidir un espectáculo taurino. Hombres como este no están capacitados para una función de arbitraje en una profesión tan dura en la que otros hombres se juegan la vida.

Y que nadie piense que comulgo con ese movimiento en contra de la presencia de policías en segunda actividad en los palcos presidenciales, porque conozco muchos policías que los han honrado con su bien hacer. Por no hacer la lista demasiado extensa en este pequeño billete, mencionaré sólo a tres: Juan Lamarca en Las Ventas, Constantino González en Albacete y Juan Moreno en Valencia. Tres ejemplos de ecuanimidad que no serán olvidados nunca por la afición de esas ciudades.

El infrascrito arriba referido, ha vuelto hay a escarnecer las ilusiones de un torero. Un novillero venezolano, Jesús Enrique Colombo, que se ha entregado dando todo lo que tiene con riesgo de la vida. Un muchacho que se ha presentado en Madrid preparado, solvente y tirando de un valor consciente y sin reservas en un alarde de respeto a la primera plaza del mundo, que el presidente en cuestión no ha sabido respetar. ¡Échenlo ya de ahí! Aunque sólo sea para que deje de hacer daño a una Fiesta a la que le sobran los enemigos y no tiene por qué tenerlos dentro.

La novillada de El Montecillo, muy bien presentada y con trapío. Con sus altos y sus bajos, se ha movido con gran exigencia y ha resultado una auténtica prueba de fuego para el citado Colombo, que se ha ganado el aprecio del público madrileño, y para los sevillanos Aguado y Serna. Repito, los novillos-toros de Paco Medina han tenido movilidad y duración, y muchas teclas para resolver por parte de los tres esforzados novilleros. Y así no se aburre nadie.

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