-Fotografía de Andrew Moore-
El Fandi ya podría haber sido esta tarde el que lo inventó, porque el sector beligerante de la plaza estaba decidido a no reconocerle nada. Y como no son mayoría, pero los demás espectadores, que no van a los toros en plan guerrero, se callan, se salen con la suya.
Una corrida para hombres
Paco Mora
Tanto da que los presidentes de las corridas de toros sean policías, registradores de la propiedad, agrimensores o adventistas del séptimo día. Lo importante es que sean buenos aficionados, sensibles a lo que sucede en el ruedo y sobre todo ecuánimes a la hora de juzgarlo. Al de esta tarde en Las Ventas le ha faltado un poco de cada una de esas condiciones y, para mayor “inri”, tal parecía que había subido al palco desde ese sector que va a los toros en estado de cabreo y a reventarlo todo pase lo que pase.
El Fandi ya podría haber sido esta tarde el que lo inventó, porque el sector beligerante de la plaza estaba decidido a no reconocerle nada. Y como no son mayoría, pero los demás espectadores, que no van a los toros en plan guerrero, se callan, se salen con la suya. Porque el de Granada aprovechó al cuarto toro, de gran acometividad y un buen pitón derecho, para ofrecer todo su repertorio, que es el que es, y aunque a los puristas venteños no les guste, le ha permitido hacerse rico con el aplauso de todos los públicos de España, Francia y América.
Juan Lamarca, que juraría que no es un partidario acérrimo de El Fandi, ni mucho menos, hoy le hubiera concedido una oreja “ipso facto”, en reconocimiento a su entrega desde que se abrió de capa hasta la estocada final, después de un tercio de banderillas extraordinario y una faena de muleta valiente y de gran técnica y entrega. Y ¿saben por qué?, porque es un magnífico aficionado y era un hombre justo en el palco presidencial. Y sabía que no estaba allí ni para hacerles la mamola a los “reventadores”, ni para imponer sus gustos y preferencias como espectador. Por cierto, que el señor del palco, en el primer toro le negó a El Fandi, ostentosamente y con dudoso estilo, un cuarto par de banderillas para paliar el fallo del tercero. Con lo cual ya demostró el “usía” su beligerancia hacia el granadino.
Garrido pudo cortarle una oreja, tras una faena valiente y meritoria, al buen tercero de acertar con la espada. Y Perera estuvo toda la tarde muy por encima de sus dos oponentes, que no le dieron la mínima facilidad, y además no carecían de peligro, demostrando el gran momento que atraviesa.
La corrida de Fuente Ymbro, bien presentada y con trapío, fue en general dura y difícil por su bravura, que en ocasiones degeneró en genio. De los seis, el tercero y el cuarto fueron de triunfo y los otros cuatro, de examen de reválida para sus matadores. Pero ninguno se cayó ni entregó la cuchara, y 20.000 espectadores mantuvieron su interés en lo que sucedía en el ruedo toda la tarde. Una ruina para los vendedores de pipas, bocadillos y coca colas.
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