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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 8 de septiembre de 2010

¿QUE TE HAN HECHO BARCELONA? (I) / Por Fernando García Terrell

Corrida de la Prensa / Barcelona 1918
(Libro "El Cartel taurino, la Sociedad y los Toros-1820-1920)
-Ángel Sonseca Rojas-
¿QUE TE HAN HECHO BARCELONA? (I)

Por Fernando García Terrel

En mis años jóvenes sentíamos tanta admiración por los padres que a la hora de elegir profesión, muchos, la mayoría, éramos continuistas y queríamos ser igual que ellos: médicos, abogados, notarios, periodistas…En mi caso, elegí la de “Policía Secreta” o Inspector de Policía, como mi papá que había sido Comisario Jefe de Soria y posteriormente de las de Centro y Arrabal de Zaragoza.

Al terminar mis estudios en la escuela de Madrid, decidí iniciar mi andadura en Barcelona. Quería aprender y trabajar, o a trabajar mucho para aprender pronto. Así, a mediados de 1965, con veintiún años, llegaba a la Ciudad más cosmopolita de España. Por entonces la Quinta Flota de los EEUU campaba a sus anchas por las Ramblas. Si en Zaragoza funcionaban doce cabarets, allí el doble. Los espectáculos de travestismos y striptease integrales estaban a la orden del día, sin necesidad que irse a Perpiñán. Barcelona era atrevida y liberal pese al franquismo.

Los tablaos flamencos hacían las delicias de propios y extraños. Por las noches, cantaores, guitarristas, palmeros y bailaores se juntaban en algún bar del Paralelo como “El Lasso” y allí permanecían hasta el alba esperando la llamada de algún señorito catalán que los contratara para montar una juerga en su casa. Eso era habitual.

Lola Flores vivía allí, tenía su tablao en el Arco de las Flores y su residencia veraniega en “Castellfedel”, como decía con su gracejo andaluz. Como ella muchos otros artistas.

Para introducirles en mi afición taurina les contaré que mi padre, por su cargo, había ostentando el de Presidente de la Plaza de Toros de Soria y a la “Chata” de San Benito acudí desde niño a presenciar, en el palco de la Comisaria, los pocos festejos taurinos que en ella se daban.
Había despuntado aptitudes periodísticas ya siendo estudiante de bachiller en el Instituto Santo Tomas de Aquino, hoy de Antonio Machado, en el que en la gacetilla semanal que editábamos, “El Tuno”, me encargaba de la parcela taurina.

Llegado a Zaragoza, por traslado de mi padre acudía a Zaragoza para presenciar aquellas interesantes e inolvidables novilladas en “La Misericordia”. La propina no llegaba para asistir a las corridas de toros. Mi afición estaba encauzada.

Al llegar a la Ciudad Condal, disfrute de la “Edad de Oro” de la torería. Se abría la temporada española en su Monumental, con la Corrida de Pascua, al igual que en Zaragoza e incluso con los mismos carteles y no se cerraba hasta mediados de octubre. Se daban corridas, durante el verano, los jueves y domingos, mientras que los sábados se corrían novilladas con picadores. Por la noche de los sábados, en la bonita plaza de las Arenas, también se programaban novilladas nocturnas. Aquello era el deleite de los aficionados, máxime para los llegados de afuera.
Vi torear a diestros como: Rafael Ortega, Gregorio Sánchez, Bienvenida, Ordoñez, Litri, Chamaco, Aparicio, Mondeño, Zurito, Pireo, Pedrés, Cordobés, Fermín Murillo, Fuentes, los hermanos Girón, Bernardó, Dámaso González, Paquirri, el Viti, Puerta, Camino y un largo etcétera. Disfruté con compañeros y amigos barceloneses, alterné en los ambientes y bares taurinos, que eran muchos, de manera especial y por vecindad en el Hotel Ritz de la Gran Vía, donde se vestían, por su proximidad a la plaza mucho diestros.

Parte de culpa la tuvo un Comisario bilbilitano, D. Pascual Gimeno Lizana, muy escrupuloso en su comportamiento siempre y de manera muy especial a la hora de presidir un festejo. Al saber de mi afición y como quiera que era de la promoción de mi padre, me asigno en la Monumental mi primer cometido: controlar la meseta de toriles. En ella se sentaban clarineteros y timbaleros, a los que tenía que avisar para que sin dilación cumplieran las ordenes de la Presidencia. Junto con el jefe de chiqueros también tenía que estar pendiente de cualquier anomalía o cambio de res que pudiera ordenarse.

Como les digo, tuve muchos amigos catalanes y por ellos he sabido muchas cosas e historias sobre el toreo en Cataluña y especialmente en la Ciudad Condal. Quien más me enriqueció fue el querido Luis Terrer, cuando ya era Presidente de la Misericordia.

Por eso comprobé que la Fiesta Nacional no es una creación andaluza y que antes de tomar la organización y forma actual, existen más vestigios, si cabe, en las fiestas taurinas populares de Cataluña y el País Vasco, que en la propia Andalucía. Las plazas de Bilbao y Barcelona han sido, quizás gracias a sus buenos empresarios, cosos muy importantes en el concuierto taurino y más lo hubiesen sido si en sus proximidades hubiesen contado con ganaderías de reses bravas donde ejercitarse nuevas figuras.

Resulta curioso que un catalán, Narciso Bonaplata y Curiol, y un vasco, José María Ibarra Gutiérrez de Caviedes, fueran en 1846 los inventores de la Feria de Abril de Sevilla. El vasco llegó a ser Alcalde hispalense y precisamente sus hijos construirían el famoso Puente de Triana. Ambos fueron concejales liberales de la Corporación sevillana.

Más vuelvo a Barcelona y a su tradición taurina para decirles que pese que a muchos no le guste recordarla y reconocerla, la historia, su historia, no pueden borrarla de un plumazo, con un gesto político.
En 1834, cuando en la Ciudad Condal no había turistas, ni había llegado el movimiento migratorio de otras regiones españolas. Gracias a la gestión de los catalanes de entonces, bajo el proyecto de uno de ellos, Josep Fontsere y Domenech, se levantó la plaza de toros de la Barceloneta, conocida por “El Torín”, en principio para celebrar corridas de toros a beneficio de la Casa de la Caridad. Tenía una capacidad para 13.000 espectadores que eran, aficionados barceloneses exclusivamente y en ella se reunían para disfrutar de figuras del momento como: Montes, Cúchares, Joselito, Belmonte etc.

Corría el año 1900 y también con dinero de catalanes, al que se sumo el cerebro del arquitecto Augusto Font y Carreras, se ampliaba el ámbito taurino de la Ciudad, construyendo una nueva plaza de toros, la de “Las Arenas”, que por inhibición empresarial y corporativa,-despreciando la maravilla arquitectónica de esa catedral del toreo-, ha caído en manos especuladoras para convertirla en un centro comercial.

Catorce años después de la inauguración de “las Arenas”, se levantó en los terrenos de las empresas barcelonesas Milá y Camps (los mismos que hicieron construir la famosa “Pedrera”), un tercer coso taurino para la Capital que se llamó “Sport”. De forma que en aquellos momentos Barcelona tenía en funcionamiento simultaneo, nada menos que tres plazas de toros. Posteriormente el último de sus coliseos, el “Sport”, concretamente en 1916, tras su ampliación y remodelación se convertiría en la actual “Monumental”. Por eso Barcelona era uno de los puntales de la Fiesta y todo ello gracias a familias de la más rancia estirpe catalana.

Pronto se inaugurarían muchas más plazas de toros en toda la región, como la de Olot (Gerona), la más antigua de Cataluña tras la del “Torín”. Construidas y financiadas por aficionados locales, seguirían las de: Tarragona (1.833), Tortosa (1840), Manresa (1887), Mataró y Figueras (1894), Caldas de Montbui (1896), Gerona (1897) y otras más como las de Amposta, San Feliu de Guixols (donde se retiraría el diestro zaragozano Antonio Palacios)), Ripoll, Santa Eugenia de Ter, San Andrés de Palomar, Lloret de Mar…

Es por ello preocupante como se esta intentado, o se ha conseguido borrar, las huellas de una tradición tan arraigada a esta Comunidad, haciendo olvidar el pensamiento de un pueblo, de su arraigo y cultura, gracias a la manipulación de algunos políticos que primero atacaron la Fiesta de los Toros utilizando sin éxito la Ley de Protección de los Animales, y ahora con la Iniciativa Legislativa Popular, que se debate en el Parlamento Catalán, intentando prohibir las corridas de toros que no los “Corre-bous”, tradicionales en pueblos que precisamente suelen estar regidos por Ezquerra Republicana Catalana.

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