la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 15 de septiembre de 2010

¿Qué te han hecho Barcelona? ( y III ) / Por Fernando García Terrell

Plaza de Toros de Barcelona
Inauguracioón de Temporada 1916
-El cartel Taurino, la Sociedad y los Toros-
(Ángel Sonseca)

¿Qué te han hecho Barcelona?
( y III )
Por Fernando García Terrell
Miércoles, 15 de Septiembre de 2010
Existía tanta afición en Barcelona que pocas personas en el mundo habrán visto repetirse con tanta profusión a las figuras. Sus clientes, los buenos aficionados barceloneses, mantenían el fuego sagrado de sus predilecciones, y de ello se aprovechaba el empresario que hacia profusa propaganda por radio y prensa, además de la abundante publicidad en las carteleras situadas en todos los puntos más estratégicos de la Ciudad Condal.

Era costumbre suya repetir a los triunfadores de cada tarde, por ello, muchos diestros se afianzaron en Barcelona y de aquí salieron lanzados a la fama. Son los casos de Domingo Ortega que debutó como novillero a finales de 1930 y fue repetido cuatro tardes seguidas, tomando la alternativa al año siguiente. Manolete, que actuó nada menos que setenta veces, (más que en ninguna otra plaza del mundo). Arruza, ídolo de Barcelona, “Andaluz”, Juanito Belmonte, Julián Marín, Manolo Dos Santos, Martorell, Rovira, Paquito Muñoz, Antonio Caro, Manolo González que en una sola temporada toreó veintitrés festejos. Luis Miguel que estoqueó en tarde lluviosa siete morlacos, con un éxito apoteósico. Julio Aparicio, tan querido por los barceloneses, al igual que Manolo Vázquez, Cesar Girón, Camino, Puerta, el Viti (un habitual de la Monumental), Paquirri… y por encima de todos, Antonio Borrero “Chamaco” que en su época de novillero fue el fenómeno que desbordó el ámbito taurino. Se le anunciaba por sorpresa para torear cualquier día y la plaza se llenaba a rebosar. Hubo una semana en que toreó cinco tarde entre “Las Arenas” y la Monumental.

Borrero dominaba totalmente las masas con la “suerte de la antena”. Los ortodoxos del toreo preferían el clasismo de Bernardó y ambos tuvieron una enconada pugna. Bernardó trataba de frenar el alud chamaquista, viviéndose apasionantes pugnas en el ruedo.
Años más tarde, le preguntaron al empresario si Chamaco había sido el torero que le había dado más dinero a ganar y les rectificó:
“El novillero que más dinero me ha dado”.

Fue muy cierta esta contestación ya que tras tomar Chamaco la alternativa en la Monumental, la tarde del 14 de octubre de 1956, de manos de su paisano el Litri y como testigo, el entonces soldado Antonio Ordoñez, comenzó a perder su atractivo y pese a mantenerse varios años más en candelero, perdió su caché debido a los sainetes que daba a la hora de matar.

Añadiré que Don Pedro, como enemigo, resultaba implacable. Cuentan que quizás el torero más importante que pudo dar Cataluña fue, Mario Cabré, pero por una disensión entre ambos, le privó de darle la continuidad en sus plazas que tanto necesitaba para triunfar, cosa que no hizo con otros.

Por entonces en Barcelona se hablaba de toros y todo el universo taurino la consideraba como la Meca del toreo. Si no había figuras del momento o estas fallaban, el empresario buscaba otras alternativas, sustituyendo calidad por cantidad, ofreciendo festivales y corridas de ocho, nueve y hasta doce toros. Había que hacer algo atractivo, llamar la atención para que la gente acudiera a la plaza. Barcelona era una ciudad muy competitiva por la gran variedad y oferta de espectáculos que en ella se ofrecían, todos de primera línea.
Citaré como ejemplo la tarde del 22 de junio de 1941, en que se lidiaron doce toros para seis matadores de la talla de Marcial Lalanda, Vicente Barrera, Julito Belmonte, Pepe Luis Vázquez y Gallito, o la del 21 de junio de 1942 con cuatro toros de Escolar y otros tantos de Manolo González, para: Pepe Bienvenida, Manolete, Pepe Luis Vázquez y Morenito de Talavera. Tarde triunfal, en la que dieron la vuelta al ruedo los cuatro diestros, los ganaderos y, a petición del público, el propio Balañá.

De entre las peñas taurinas que existían en la Ciudad, destacaba la de Pepe Martín Vázquez, creada y mantenida por Roberto Espinosa, padre del que fuera elegante novillero y hoy gerente taurino de la empresa “Taurodelta” y de los cosos de Vitoria y Vinaroz, además de apoderado.
Roberto Espinosa padre, “El Rondeño”, fue torero de segunda fila alternativado en Francia. Hombre de gran sensibilidad artística, siempre con la sonrisa en los labios, excelente conversador, además de escritor, sabia de toros y sentía la Fiesta, por eso cuando se retiró, enseñaba en su misma peña, que no era otra cosa que un patio de la calle Valencia, cerquita de la Monumental, a los jóvenes que se acercaban a él para que les enseñara y a e que alguno llego a tener cierta fama, caso del banderillero Herrerita o Antonio Torrecilla.

Destacó en su día la peña juvenil “El Vito”, en honor al novillero sevillano Julio Pérez “El Vito” que haciendo pareja con Juanito Bienvenida armaron una autentica revolución en la Ciudad Condal.
Forjado como novillero en Barcelona y luego matador sobresaliente, hasta que sufrió una tremenda cornada, es el caso de Enrique Patón Balsera, hoy empresario de la plaza de Castellón y Vinaroz, socio de Simón Casas en las de Valencia, Alicante o Nimes que también ejerce de apoderado, en este momento, de Matías Tejela.

De lo expuesto podemos deducir que la Fiesta de los Toros ha estado de siempre enraizada en Cataluña y más concretamente en Barcelona. En ella se confeccionaban trajes de luces, capotes, monteras, medias, camisas, todo lo que un torero necesita para vestirse. La ciudad ha sido un emporio de la Fiesta y hasta hace no mucho tiempo he soñado que podía a volver a serlo a poco que los aficionados sacudieran la presión ambiental, como sucede en las tardes que ha actuado José Tomás, o como sucedía cuando lo hacia el diestro Moncada y Rexach, Serafín Marín, o el propio Manzanares, El Juli o cualquiera de los buenos diestros que acuden a la Monumental. A día de hoy ya no pienso igual. Me embarga el pesimismo.

Catalanes o no, todos tenemos derecho a defender nuestra afición por los toros, sin avergonzarnos, sin que nadie tenga que marcharse de su tierra a presenciar corridas de toros a escondidas, en plazas en que nadie le identifique. No somos criminales. Estamos en un Estado de democracia y propio de esta forma de gobierno seria poder manifestar nuestros fervores en una sociedad que pretende ser moderna, libre y progresista, sin que se pongan trabas ni cortapisas, ni se te insulte o veje por ello. La Constitución nos ampara, además de una Ley Taurina y los reglamentos que la desarrollan.

No es mi gusto politizar el tema, pero todos sabemos que toros nunca conocieron tendencias ideológicas, no han sido de derechas ni de izquierdas, mucho menos producto del franquismo pues son muy anteriores a él y también posteriores.
Personas de todas las cataduras ideológicas, artísticas, burgueses, trabajadores, pobres y ricos…han coincidió sin problema en los tendidos de las plazas. Todos respetaron esta Fiesta, la más democrática de las que existen y sin la cual ni el propio Lorca concebía España. O como decía Ramón Pérez de Ayala:
“el nacimiento de la Fiesta coincide con el nacimiento de la nacionalidad española y con la lengua de Castilla…así pues, las corridas de toros…son una cosa tan nuestra, tan obligada por la naturaleza y la historia como el habla que hablamos”.

El nacionalismo quiere acabar con los toros porque es un irrevocable símbolo de España. Sin embargo, en contraposición citaré el ejemplo de Lluís Companys y Jover, independentista catalán, fundador de Ezquerra Republicana que llegó a ser Presidente de la Generalitat. Acudía de forma habitual a las corridas de toros en Barcelona y en donde se encontrase, hasta en la Maestranza sevillana, en el año 1930, presidió una de ellas. ¿Era peor catalán que sus actuales compañeros de partidos?.

Dicho queda que la Fiesta de los Toros no es exclusiva de los territorios que en Cataluña llaman peninsulares. Muy al contrario, los ritos tauricos, los enfrentamientos entre el hombre y el toro, en los coliseos griegos y romanos, los juegos con toros, son manifestaciones eminentemente mediterráneas como es la propia Ciudad de las Ramblas.

Los toros bravos llegaron a la Península Ibérica, unos por los Pirineos, otros por África. El uro, “bos primigenium” que provenía de Europa se asentó en el norte de España, sin traspasar la cuenca del Ebro. Cataluña, Navarra, Aragón, Vascongadas, Castilla-León y hasta Galicia, tuvieron rebaños de reses bravas que poco a poco domesticaron, pero entre tanto, los rituales, juegos y ceremonias, el culto al toro, proliferó en todos esos territorios y así ha quedado plasmado en iconos, vasijas y pinturas rupestres.

La Fiesta de los Toros, pese a quien pese, es un patrimonio cultural que soporta un gravamen estatal y subsiste con muy pocas ayudas. Dicen que con lo se recauda por todos los conceptos relacionados con el toro, se podría mantener más de un Ministerio. Es vital para la economía de las muchas familias que viven de de este animal. Los pastizales son una riqueza ecológica inusitada sin los cuales se rompería el equilibrio necesario.

La intromisión del poder público catalán en la voluntad de sus ciudadanos es un desafío constante a la españolidad en Cataluña. Te aceptan como emigrante, como trabajador, como votante en sus comicios pero no te dejan disfrutar de una de las aficiones que tenias en tu tierra de naturaleza, como las corridas de toros.
En contrapartida, muchas poblaciones de aquella Comunidad celebran con esplendor, pese al laicismo recomendado e imperante, desfiles procesionales en Semana Santa que en nada envidian a los más famosos de Andalucía.
La Hermandad Rociera de Barcelona parte todos los años en romería hasta Almonte y tiene en su poblado la casa más grande.
La Feria de Abril de Santa Coloma es, después de la de Sevilla, la más importante y populosa de España.
Existe una emisora de radio-taxi cuyos programas se emiten tan solo en castellano y las únicas canciones que se escuchan son las coplas españolas. Sus votos si son importantes y por eso transigen ¿hasta cuando?.

Cualquier tendencia religiosa procedente de cualquier país extranjero han sido aceptadas e incluso apoyadas, quizás por no hablar el castellano. Los únicos desahuciados somos los aficionados a la Fiesta Nacional, Fiesta Brava, Fiesta de los Toros, la Lidia o como quieran llamarle.

Remato mi intervención con una estocada fulminante, al menos yo caí rodado al enterarme por el periodista taurino, Carlos Ruiz Villasuso que el líder de la ILP (Iniciativa Legislativa Popular), el que puso la mecha para cargarse la Fiesta de los Toros en Cataluña, es un argentino llamado, Leonardo Anselmi Raffaeli, que se ha declarado asesor de más de cien políticos catalanes y ha creado una veintena de organizaciones animalistas, en las que lógicamente la abolición de las corridas de toros, es su fin primordial. ¡Ah! Este listo también interviene en los certámenes de belleza que se organizan en la Perla del Mediterráneo.

¿Prohibir es progresar?
“Los pueblos que conocen y defienden su cultura, son los que progresan”.

Yo, particularmente me quedo con la opinión de ese ocurrente escritor, comentarista y aficionado sevillano llamado Antonio Burgos que con su habitual socarronería dijo:
“No puedo ser fan de una tierra (Cataluña) que tiene por presidente un charnego de Iznajar, que ha renegado de su nación andaluza y de la lengua de Lorca y Juan Ramón, y que usa ridículamente el pinganillo para que lo entienda el ceutí Chaves”.

¿Qué te pasa Barcelona? ¿Qué han hecho del hermoso balcón del Mediterráneo, cosmopolita, liberal, culto, festivo, artístico…? Ya no eres la novia que me conquistó, ni la madrina que me cuidaba.
¡Cuánto te han cambiado! ¡
Qué pena me das!
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