Foto: Jorge Arturo Díaz Reyes
Pablo Hermoso asciende hasta la sublimidad y el éxtasis con un bravo Gutiérrez, indultado, y cae a lo deleznablemente humano con el manso sexto. Libardo corta oreja de ley. Fandiño, se aburre con dos imposibles.
Lo divino y lo humano
- Los cuatro vistahermosas, para los de a pie, de una pobreza franciscana, sin trapío, sin pitones, sin bravura, sin fuerza y sin alegría por supuesto. El toro no toro. Los de Ernesto Gutiérrez para rejones, uno pequeño bravo y el otro grande manso. Es que la tarde fue de contrastes en todo, lloviznó, hizo sol, y se nubló.
Jorge Arturo Díaz Reyes
Villancico, negro, lustroso, pequeño, despuntado, salió y atacó raudo, fijo, codicioso, encelado sin tregua. De no haber sido Pablo su rival quien sabe que hubiese pasado. Porque fue tal su imparable codicia que por momentos llegamos preguntarnos si el navarro podría someterlo. Auténtica confrontación de excelsitudes, y la moneda sobre su filo. Así fueron las primeras escaramuzas. Toro y torero, las muñones ansiosos, veloces, a milímetro del anca, templada, mandona como una muleta, y el galope a dúo circundando el ruedo, una y más veces, con son y emoción, y la reunión no se rompía, y la plaza, tres cuartos, que se caía.
Primero con Churumay, y luego sobre Chenel, Pirata y Viriato, levitó. Los rejones y las banderillas, parecieron nada más que pretextos, para las composiciones estética. He visto a Hermoso grandioso muchas veces, en muchas partes, pero jamás como aquí hoy. Quizá porque jamás lo vi con un toro que peleara como este, fue tanto y tan largo su derroche que al final mostró fatiga y la gente, fueras de sí no quiso que muriera, y el presidente tampoco, y él volvió solo, maltrecho pero digno al toril. No sé cual fue más afortunado, si Villancico por toparse con Pablo o al contrario, lo que sí sé es que la obra que construyeron juntos no se olvidará en esta plaza, que le vivió arrobada.
El sexto fue más grande pero manso, y Hermoso, otro Hermoso que descendió de las nubes al suelo, puso el rejón caído, se descolocó, pasó en blanco y fallo en banderillas, y en la muerte no pudo estar peor, metisacas criticables, pinchazos, rejonazos varios en sitios innombrables. Mejor dicho convenció a quienes no querían creerlo, que también es humano.
Manuel Libardo, echó en sus dos faenas un manifiesto por el aseo y la pinturería, luciendo con dos noblotes, pocacosa. Mató mal a uno, y dio la estocada de la feria al otro, saliendo cogido y siéndole negada la puerta grande por este palco regalón.
Iván Fandiño, declaró al final, “es imposible, me voy de América y no me ha salido un toro que me permita dar siquiera una tanda a gusto”. Eso lo dice todo.
Los cuatro vistahermosas, para los de a pie, de una pobreza franciscana, sin trapío, sin pitones, sin bravura, sin fuerza y sin alegría por supuesto. El toro no toro. Los de Ernesto Gutiérrez para rejones, uno pequeño bravo y el otro grande manso. Es que la tarde fue de contrastes en todo, lloviznó, hizo sol, y se nubló.
FICHA DEL FESTEJO
Miércoles 8 de enero 2014. Plaza Monumental de Manizales. 4ª de feria. Sol. Tres cuartos. Cuatro toros de Vistahermosa (en Santacoloma) pobres de todo para los de a píe, pitados. Dos de Ernesto Gutiérrez (en Santacoloma-Murube) 3o bravo, indultado, “Villancico” negro, # 288 de 444 kilos, y 6o manso, pitado.
Pablo Hermoso, dos orejas simbólicas y silencio
Manuel Libardo, saludo y oreja con petición de otra.
Iván Fandiño, silencio y silencio.
Incidencias:
Saludaron “El Piña” tras parear al primero y Pedro Lara tras parear al 5o. Al final de festejo Pablo Hermoso salió a hombros.
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