Conviene volver a recordar que a Modric se le recibió por parte del periodismo deportivo español con todos los cañones apuntándole directamente al corazón. Un señor que se llama Óscar Zárate, por ejemplo, dijo de él en Mundo Deportivo que era un fichaje de medio pelo y, fiel a ese seny que caracteriza a todos los culés, escribió lo siguiente: "El croata se presentó en el Bernabéu jugueteando con su hijo de cuatro años, ya casi tan ‘alto’ como él", y entrecomillaba el adjetivo. Supongo que si la altura fuera un problema para jugar al fútbol, Messi, que mide 1'69, o sea tres centímetros menos que Modric, no habría hecho carrera en el Barcelona, ¿no? De Luka se dijo también que era una cortina de humo o que el Madrid se había gastado 42 millones de euros en él "para tapar vergüenzas", pero nada tan irrespetuoso como lo que este individuo, el tal Zárate, dijo de él, recurriendo incluso a aspectos físicos para tratar de denigrarlo.
Imagino que a Modric se le recibió de uñas, y no sólo por parte del periobarcelonismo, porque venía avalado por Mourinho, que alertó a Universo Valdano de que había un chaval en el Tottenham que quería irse de allí y que por su precio podía ser una auténtica ganga. O sea, le pegaron patadas a Modric en el culo de Mourinho, que es lo más cobarde y rastrero que se puede hacer con nadie. El caso es que el parche que venía para tapar vergüenzas lleva ya diez temporadas en el Real y, entre medias, ha ganado Champions, Ligas, Copas, Supercopas europeas y Mundiales de clubes además de la guinda del Balón de Oro que consiguió en 2018. Por lo demás, Luka Modric ha sido siempre un ejemplo de deportividad tanto dentro como fuera de los terrenos de juego, un referente al que seguir, alguien que conecta con la gente. Su genial vídeo respondiendo a Elvira, una abuela de Zamora de 80 años que quería conocerlo, ha dado la vuelta al mundo. Como Isabel Díaz Ayuso, Modric tiene un no sé qué que qué sé yo...
No puedo dejar de pensar en Sergio Ramos, y os diré por qué. No puedo dejar de pensar en Sergio porque la ampliación del contrato de Modric, que tiene un año más que él, es la prueba fehaciente de que en el Real Madrid sí se puede jugar hasta los 40 renovando año a año. El representante de Modric se llama Borja Couce y por lo que se ve ha encajado como un guante en la filosofía del jugador, pero yo creo que, al final, siempre deciden los futbolistas. Modric quiere seguir en el Real Madrid y va a seguir en el Real Madrid... por supuesto con las condiciones del Real Madrid. Modric quería jugar al fútbol en el nuevo Bernabéu y lo hará, jugará en el nuevo Bernabéu... con las condiciones del Real Madrid. Porque en otros equipos no lo sé, en el Barcelona no sé cómo funcionará, pero en el Real Madrid las condiciones las pone el club y no el futbolista por muy potente que sea su imagen y muy grande que sea su peso dentro del vestuario. Es decir, llevando menos tiempo que él en el club, Modric ha entendido mejor que Ramos qué es el Real Madrid y quién es Florentino Pérez. O lo que es lo mismo, Luka Modric ha sido tan inteligente fuera del terreno de juego como dentro de él. Como Kroos. O como Benzema. O como Marcelo.
No me cabe la menor duda de que, una vez fuera del Madrid, el primer objetivo de los Ramos era demostrarle al mundo que había otro club importante que sí le ofrecía los dos años que no le daban aquí, tal y como desveló el otro día L'Equipe. Del mismo modo tampoco me cabe la menor duda de que Florentino Pérez ha disfrutado dándole a Modric un año más porque eso demuestra bien a las claras que la edad no es un inconveniente, el inconveniente es la actitud. Y a las pruebas me remito de que, salvo para alguien demasiado sectario, la estatura tampoco supone mayor inconveniente. Modric saboreará hasta el final al Real Madrid y en dos horas estará, si quiere, en París para hacerse la típica foto en la Torre Eiffel. Y vuelta a Madrid, regreso a casa, a su Real, a su Bernabéu, a seguir tapando vergüenzas algunos años más.
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