En su momento ya le dijimos todo lo que había que decirle y un poco más pero, como quiera que los políticos, en su mayoría, no tienen vergüenza, les importa muy poco las críticas que puedan recibir porque ellos son inmaculados en sus decisiones. La susodicha Carmena cerró La Venta del Batán para que no entrenaron allí los alumnos de la escuela taurina, les quitó la subvención y no los fusiló a todos porque estaba mal visto, pero nunca por falta de ganas.
Ahora, en Madrid, sigue reinando la cordura en todos los órdenes y, tanto el Ayuntamiento como la Comunidad, han firmado un acuerdo conjunto para que los alumnos puedan volver a su lugar de origen que, no es otro que La Venta del Batán en la Casa de Campo madrileña. Y digo yo, ¿qué pecado cometieron aquellos alumnos como para privarles de la enseñanza? Seguro que ninguno pero, como los dirigentes eran burros, necios, mal nacidos y repugnantes, pretendían que todos fueran iguales; sí, porque la izquierda siempre quiere la igualdad, pero para el mal, claro está. Entre otras cosas, quieren que todos sean pobres para ellos hacerse la foto con lo más débiles, pero lo de la pobreza no va con ellos, no conozco un solo personaje de izquierdas que ostente un cargo político y viva de forma humilde. Analizad lo que digo y tendréis la respuesta oportuna.
Lo sangrante de la cuestión es que cuando un político en el poder se empecina en cualquier cosa lo logra por completo. ¿Cómo no lograrlo si tienen en poder en sus manos? Si se pudiera cuantificar todo el daño que la tal Carmena le hizo al pueblo de Madrid, seguro que nos moriríamos de la pena. Cargarse la escuela taurina fue uno de sus ínfimos logros porque como se ha demostrado, la susodicha dejó Madrid como un solar desmantelado. Eso sí, por Nochebuena, se marchaba a cenar con los pobres para hacer el paripé. Había que ser necio con ganas para actuar de aquella manera; es decir, hacer cosas para salir en la foto pero, más tarde, sus acciones, eran todas de juzgado de guardia.
Con lo sencillo que resulta aplicar la lógica, la cordura, el bienestar de los demás sin hacerle daño a nadie, caso de la Escuela Taurina de Madrid citada, aquella señora malvada, atentando contra los principios de la lógica más pura, como logro importantísimo, cerró aquel centro de enseñanza y se quedó más ancha que larga, y ancha lo era mucho. ¿Qué pensará ahora en su retiro dorado cuando ha comprobado que, su nefasta actitud, ha sido restablecida por el bien de tantos chicos que, ilusionados, sueñan con la gloria en el toreo? Al respecto de los chavales, sí lo logran fantástico y, aunque no lo consigan, de allí siempre saldrán hombres de bien, en el peor de los casos, hombres con principios, con educación y buenas formas para desenvolverse en la vida.
Prohibir, es la palabra fantástica que utilizan todos los de izquierda, miles de pruebas las tenemos por todas las esquinas de España. Aquello de prohibir, censurar, amenazar, impedir y complicarle las cosas a sus semejantes, son los sinónimos que utilizan a diario para destruir todo aquello que funciona, la Escuela citada es el claro ejemplo de lo que decimos.
Recordemos que, La Venta del Batán, en el tiempo que permaneció cerrada en sus actividades fue asaltada por delincuentes en numerosas ocasiones, hasta el punto de que, la guardesa que allí vive, la señora Lidia Menés, hasta temió por su vida al comprobar que los asaltantes eran portadores de cuchillos en sus manos, al tiempo que le amenazaron de muerte pero, no pasa nada, para eso cerró Carmena la citada Venta, para que por allí anidaran toda clase de delincuentes que, en definitiva son los que ellos protegen. De nada sirvieron las declaraciones de Lidia Menés que, insisto, se llevó varios sustos de muerte. Y digo que de nada sirvieron porque todas las causas fueron archivadas respecto a los delincuentes que tantas veces asaltaron tan emblemático recinto.
Alabado sea Dios al pensar que, como antes decía, la tal Carmena ya no hará más guarradas, primero por razones de edad y en segundo lugar porque jamás ostentará la alcaldía de Madrid, un chollo que le cayó del cielo por un despiste de los madrileños que, como se comprueba, tan caro lo pagaron. Menos mal que, en la Villa y Corte tomaron lección de sus errores y, en la actualidad son gobernados por personas con cerebro y, lo que es mejor, aplicando la más pura lógica y coherencia.
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