“Algunas empresas te ofrecen el sitio que te has ganado en el ruedo, y a otras les cuesta más trabajo; si ahora no quieren, ya querrán”, afirma el diestro sevillano.
Antonio Lorca.
El caso de Borja Jiménez (Espartinas, Sevilla, 33 años) es extraordinario en el mundo del toro. Desde su resonante triunfo el 8 de octubre de 2023 en Las Ventas ante los toros de Victorino Martín, refrendado, después, por una exitosa campaña en 2024, ha recorrido más kilómetros para recoger premios que para vestirse de luces. Así lo reconoce el propio torero, quien asegura que este invierno no para de viajar, que acude a tres o cuatro tentaderos cada semana y aún tiene tiempo para sumar reconocimientos y dedicar algunas horas al toreo de salón. “Tengo locos a mis padres”, añade, “que ya no saben dónde colocar tantos trofeos”. A los del invierno pasado, que fueron numerosos, ha añadido unos 25 que ya lucen en la estantería familiar, y aún le quedan casi una decena que recogerá a la vuelta de su campaña americana.
Pregunta. No es muy normal recibir tantos homenajes.
Respuesta. No es muy habitual, es verdad; por eso estoy muy agradecido a todas las peñas, porque es lo que he buscado toda mi vida: estar en las ferias, torear y que me lo reconozcan de esta manera. Lo curioso es que también me conceden premios en localidades donde no he toreado, lo cual es muy bonito.
P. Usted sabe que los elogios debilitan.
R. Depende de tu actitud. Si te los crees, estás perdido; empiezas a flojear y a pensar que no es necesaria tanta intensidad porque te dicen que eres muy bueno. Esa es la perdición en cualquier profesión, y en la de torero, más. Los elogios deben servir como motivación y reconocimiento de que lo estás haciendo bien, y no más.
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P. Pero alguien le pondrá los pies en el suelo…
R. No lo necesito, sinceramente. Pertenezco a una familia que me ha educado muy bien y me ha enseñado unos valores que son fundamentales en la vida. Soy consciente de que esta es una profesión muy difícil, y que puedes perderlo todo si te distraes un solo momento. Tengo muy claro que debo seguir sacrificándome para alcanzar mis objetivos.
P. ¿Elegiría algún premio especial entre todos los recibidos?
R. La Oreja de Oro de RNE es un galardón muy significativo porque engloba toda la temporada, en competencia con las máximas figuras del toreo. Que se me haya reconocido como el triunfador del año es crucial para mi carrera y me hace sentirme muy orgulloso de mí mismo porque todo lo he conseguido a base de muchas horas de trabajo.
P. Por lo que afirma, ha sido usted feliz vestido de torero.
R. En muchos momentos he sido muy feliz, sí. El toreo es duro, pero ha habido toros con los que he disfrutado. Ciertamente, esta es la forma de vida que me gusta; mi mayor felicidad es torear, y si un toro te permite alcanzar un punto de éxtasis, y lo he conseguido varias veces esta temporada, esa es la mayor satisfacción.
P. Será capaz, entonces, de elegir uno de los momentos especiales.
R. Entre varios elegiría la Puerta Grande en Madrid el pasado 7 de junio, con la corrida de Victoriano del Río. Dos días antes no estuve bien con los toros de Victorino Martín, y recibí críticas que me afectaron mucho. Me vi obligado a cambiar de mentalidad; quizá por eso, cuando maté al primer toro se me saltaron las lágrimas, porque había sido capaz de dar la vuelta a la situación. Y recuerdo otro momento emotivo: la mañana de mi primera corrida en la feria de Salamanca. Me desperté y lloré sin consuelo. Recordaba mi llegada a esa ciudad, dos años y medio antes, sin saber si podría torear una sola corrida. En ese momento estaba trabajando, y lo dejé todo para entregar mi vida al toreo y empezar de nuevo. Lloré de emoción, que es de las cosas más bonitas que existen.
P. Es lógico pensar que la corrida de Victorino en Madrid no se le ha olvidado.
R. No. Había triunfado el año anterior con esta corrida y flotaba en el ambiente la idea de que era mi obligación repetir la hazaña. Y no fue posible. Recibí un baño de realidad sobre la dificultad de triunfar en Madrid y hacerlo con esos toros. Esa tarde me hizo reflexionar, y creo que a partir de entonces comencé a crecer como torero.
P. ¿Ha sentido usted que las empresas también le conceden la consideración de figura que le reconoce la afición?
R. En algunas ocasiones, sí, pero no está siendo nada fácil. No me gusta quejarme, y no lo hacía, incluso, cuando no toreaba. Creo que todo tiene su momento. Si ahora no quieren, llegará el momento en que sí querrán.
P. ¿Pero son muchas las empresas que ‘no quieren’?
R. Bueno, es lo que suele ocurrir en las negociaciones de algunas ferias. Algunas empresas te ofrecen el sitio que te has ganado en el ruedo, y a otras les cuesta más trabajo. Pero estoy convencido de que mi camino es correcto, y, antes o después, tendré mi recompensa.
P. Por cierto, ¿le ha compensado económicamente tanto esfuerzo? EL
R. Hay que tener en cuenta que yo venía de cobrar un sueldo entre los 1.200 y 1.400 euros mensuales. Sí, he notado la diferencia, pero el dinero, y lo digo sinceramente, no es mi prioridad.
Publicado en EL PAÍS
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