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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 25 de enero de 2025

Lo que primero cuenta / por Por Paco Delgado

"..la primera cualidad que debe distinguir a un torero es el valor. Y este concepto engloba no sólo el hecho físico, más o menos el desprecio al dolor o a la posibilidad, siempre cierta, de una cogida e incluso la muerte -bien lo pudo comprobar el pobre Espartero-, sino una capacidad mental para asimilar todas esas eventualidades y, sobre todo, superar la sensación que aflige el enfrentamiento a algo que en teoría nos supera..'

VIENTO DE LEVANTE
Lo que primero cuenta

Paco Delgado
Se cumplen ahora, el pasado 18 de enero, 160 años del nacimiento de Manuel García Cuesta, mucho más conocido por su alias, El Espartero, y que por su arrojo y desprecio del peligro acabó simbolizando una de las imprescindibles virtudes de quienes tienen como profesión la de torero.

Claro que cuentan, y mucho, la técnica, el dominio de las suertes, el conocimiento del toro y sus reacciones, la gracia y el desparpajo, la habilidad, el manejo de los estoques y un largo etcétera que ahora aprenden los aspirantes en las escuelas antes de medirse por primera vez a un novillo. Pero, sin duda, la primera cualidad que debe distinguir a un torero es el valor. Y este concepto engloba no sólo el hecho físico, más o menos el desprecio al dolor o a la posibilidad, siempre cierta, de una cogida e incluso la muerte -bien lo pudo comprobar el pobre Espartero-, sino una capacidad mental para asimilar todas esas eventualidades y, sobre todo, superar la sensación que aflige el enfrentamiento a algo que en teoría nos supera. Una sensación que a la inmensa mayoría atenaza, inmoviliza e impide reaccionar ante ese estímulo que nos atemoriza.

El valor es lograr vencer al miedo. Siempre se ha dicho. El miedo es algo inherente al ser humano, pero el conseguir dominarlo es lo que da importancia a lo que se hace frente a un obstáculo que en principio nos espanta.

El que fuera presidente de Sudáfrica Nelson Mandela, y que él supo bien lo que pasó, definió el valor como el triunfo sobre el miedo. El valiente no es el que no siente miedo, sino el que vence ese temor. No hay que sentir miedo de nuestros miedos. No están ahí para asustarnos: están para hacernos saber que algo vale la pena. El valor no es simplemente una de las virtudes, es el punto de partida de todas las virtudes, que dijo el académico y escritor inglés Clive Stephen Lewis.

Un torero, por la propia naturaleza de su profesión, debe tener el valor como principal aval, una cualidad que tiene que ser la base sobre la cual aplicar toda esa otra larga lista de requisitos que se precisan para poder desarrollar su obra, que no es otra que someter y dominar a un animal salvaje y enfurecido mediante la ejecución de movimientos, estrategias e inteligencia que se emplean para rebajar aquella furia y someter a una desatada fuerza de la naturaleza como es el toro bravo.

Ese control del miedo fue lo que permitió a tantos un reconocimiento y un lugar en la larga historia de la tauromaquia, cuando el toreo era una de los pocos medios de ascenso social para las clases menos favorecidas. Entre ellos Espartero, cuyo desprecio del miedo fue su principal arma y lo que le sirvió no sólo para llegar a ser profesional -primero fue banderillero-, llamando la atención de otro ejemplo de libro sobre el particular, Manuel Domínguez “Desperdicios”, a quien impresionaron sobremanera los alardes de aquel muchacho ante los toros y al que acabó tomando bajo su protección.

En poco tiempo subió muchos peldaños y se convirtió no sólo en una de las grandes figuras de su tiempo, compitiendo con Guerrita que le superaba en mucho en maña y arte. Pero Espartero se ganó a la gente y fue tenido como modelo e ídolo de los sevillanos: “Se come a lo Espartero, se fuma a lo Espartero, se anda a lo Espartero, se peina a lo Espartero...” recordaba José María de Cossío a la hora de valorar el influjo causado en la afición de su tiempo por este diestro que, al ser advertido por uno de sus peones del evidente peligro que tenía un toro al que lidiaba, dejó para la historia la frase con la que le respondió: “Más cornás da el hambre”, pasando definitivamente a la gloria taurina cuando el miura “Perdigón” acabó con su vida el 27 de mayo de 1894 en la plaza de Madrid.

Tienes más valor que El Espartero, sigue escuchándose a día de hoy, si bien para muchos ese Espartero sería Baldomero Fernández-Espartero, el militar que tras pasarse la vida guerreando contra el francés, en América y frente al carlismo disolvió las Cortes -cuentan que entrando a caballo en el hemiciclo, aunque parece que esto es simplemente leyenda- y rechazó la corona de España tras la dimisión de Amadeo de Saboya.

Valor, esa es la palabra, temple ante la vida y sus amenazas, eso es lo que primero cuenta y lo que permite, sobre todo a un torero, dar el primer paso para todo lo demás.

--Burladero.tvjueves, 24 de enero de 2025 

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