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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 31 de enero de 2025

De “Costillares” a Manolo Sales / por José Carlos Arévalo


'..Manolo Sales es un utillero singular. No permanece anclado en el pasado, se ha rodeado de científicos, como el competente veterinario y sagaz investigador Julio Fernández Sanz, para que sus útiles innovados aporten con mayor eficacia las prestaciones por las que fueron ideados. Por ejemplo, la asombrosa banderilla de punzón, que sustituye al arpón ballenero todavía vigente..' 

EN CORTO Y POR DERECHO
De “Costillares” a Manolo Sales

José Carlos Arévalo
Resulta que los toreros sabían cosas que ahora confirman los científicos. Por ejemplo, llamaron a las banderillas las “avivadoras” porque comprobaban que el toro sale extenuado de la suerte de varas y que en el segundo tercio se recupera, vuelve a embestir con fuelle, se aviva. Pero si bien lo constataron, no sabían por qué, ni se lo preguntaban. Y no se les puede reprochar. A los toreros el toro los hace pragmáticos, no investigadores. Y son estos, los científicos, quienes han revelado que las peculiaridades neurohormonales del toro de lidia, desencadenadas por la estimulación de los hierros sobre ciertos receptores nerviosos de la piel, estimulan su combatividad, palían su estrés y bloquean su dolor al sentir el pinchazo de la banderilla en su piel, a la par que un ejercicio natural, el de galopar con la cara alta al encuentro del rehiletero, mejora su respiración, lo que oxigena su sangre, elimina dióxido de carbono acumulado por el ejercicio y activa su vigor muscular.

Pero hubo dos toreros a los que su experiencia les hizo reflexionar: Joaquín Rodríguez “Costillares”, que dividió la lidia en tres actos (tercios), prodigiosa decisión que en el siglo XXI ha confirmado la ciencia demostrando que en el primer tercio la puya del picador, al incidir en la piel del toro, no en su musculatura, activa mecanismos neurohormonales que producen elevadas concentraciones de betaendorfinas, sustancia que ayuda a bloquear el dolor y a atenuar el estrés, desbloqueando la liberación de dopamina, neurotransmisor que además de contribuir a paliar el dolor, estimula su combatividad, mientras que el gasto energético hecho por el toro en su pelea con el caballo, más su humillación al perseguir los engaños, generan una fatiga muscular que atempera su embestida. Dicho gasto ha sido medido con precisión científica por el veterinario e investigador Francisco Hernández Alejandro. La unidad de medida del gasto energético es el julio, y la violencia más el empuje del toro promedia los 3.500 julios, lo que equivale a la fuerza desplegada por un coche que se pone de 0 a 100 kilómetros en 3 segundos. 

Por supuesto estas cosas no las sabía Costillares, ni que tras el segundo tercio el toro quedaba hormonalmente estabilizado para embestir a la muleta, con su estrés bien gestionado y su dolor bloqueado, repito, motivado para embestir. Y como el toro de su tiempo no siempre llegaba a al último tercio con el fuelle requerido, se le ocurrió inventar el volapié. Dicen que era analfabeto, pero si por aquellas calendas hubiera existido el premio Nobel, se lo habrían dado. Ni a un especialista en neurociencia, que además fuera un gran aficionado, se le hubiera ocurrido estructurar la lidia con la lucidez etológica y el equilibrio neurohormonal del intuitivo maestro sevillano.

El otro torero inventor llegó 250 años después. Es valenciano y se llama Manuel Sales. No fue figura, como Costillares, pero sí un torero elegante. Yo le vi cuando debutó en Madrid, y armó un lío tan fuerte que sin matar a los toros lo repitieron seis veces, siempre bien con capa y muleta, siempre mal con la espada. De haber sido completo otro gallo le hubiera cantado. Para bien de la Fiesta no fue así. Sales se retiró tras recibir el palotazo de una banderilla en un ojo toreando en Las Ventas, situación que le desanimó además de hacerle perder gran parte de la visión en el ojo afectado. Entonces, como era hijo del dueño de un prestigioso taller de automóviles de Valencia y desde la adolescencia había trabajado los metales como chapista, decidió trabajar para la Fiesta desde su primitivo oficio. 

Obviamente, lo primero que pensó fue en la posibilidad de que las banderillas no permanecieran enhiestas después de ser puestas como pitones extra del toro. Y concibió un dispositivo con dos funciones: la primera, retráctil, que acortaba la longitud del palo de la banderilla tras clavarse, reduciéndose casi a la mitad, y la segunda, colgante, perdiendo su rigidez a los pocos segundos de clavarse, para que primero lucieran el par y después para que no agredieran al torero cuando toreara con la sarga. También se observó que propiciaban otro beneficio, permitir un toreo más reunido con la muleta. Curioso (vergonzoso), las banderillas retráctiles-colgantes tardaron 3 años en reglamentarse. Por culpa de algunos directivos de la Unión Nacional de Picadores y Banderilleros Españoles, en sospechosa entente con el Puyero, suministrador mayoritario de puyas y banderillas, que puso en circulación un modelo de banderillas colgante a la vez que Manolo Sales, el verdadero pionero e innovador. Mientras, algunos aficionados pensábamos en Lucio Sandín, frustrado proyecto de figura por un palotazo en un ojo, o en Javier Vázquez, retirado del toreo en su mejor momento por el mismo motivo, o en Miguel Espinosa “Armillita”, al que una banderilla le destrozó la garganta y le impidió ser en España lo que había sido en México. Curioso (irónico), ahora no hay rehiletero que quiera banderillear con las banderillas rígidas tradicionales. En la actualidad está generalizado el uso de banderillas colgantes con diferentes sistemas de sujeción y funcionamiento.

Manolo Sales es un utillero singular. No permanece anclado en el pasado, se ha rodeado de científicos, como el competente veterinario y sagaz investigador Julio Fernández Sanz, para que sus útiles innovados aporten con mayor eficacia las prestaciones por las que fueron ideados. Por ejemplo, la asombrosa banderilla de punzón, que sustituye al arpón ballenero todavía vigente y cumple a la perfección, tras múltiples pruebas de campo, los fines que la lidia exige a este útil. Resultado: son tan avivadoras como las todavía reglamentarias. Pero ofrecen beneficios exclusivos al toro y al torero. Al toro, porque las actuales, si se introducen en el agujero del puyazo, en vez de desprenderse, profundizan al entrar cortando, amenazando órganos vitales del toro (e incluso la vida del torero al desequilibrarse a la salida del par como le ocurrió al infortunado y admirado Manolo Montoliú según descubrió recientemente su amigo Manolo Sales), y cuando caen traseras pueden causar lesiones óseas que provocan un dolor indomeñable en el animal que descompone su embestida. Si además están caídas, a veces interesan órganos vitales que lo disuaden (lo rajan). Y al torero le evitan las frecuentes heridas que sufre cuando al matar toca pelo y el actual arpón le hiere la mano. Por este motivo casi todos los matadores tienen heridas en su mano derecha, como lo demuestra el centón de partes facultativos al respecto, archivados por el doctor García Padrós
Sin ir más lejos, Espartaco tuvo que interrumpir una temporada por una lesión de esta guisa. No hace mucho el maestro Sales declaraba, con razón: el torero asume la cornada como gaje de su oficio, pero no debe admitir el “accidente laboral” si es evitable. El punzón, que es abrazado por la piel del toro cuando lo recibe y permanece anclado exactamente igual que el arpón, salvo cuando cae en el orificio provocado por el puyazo, que produce irreparables lesiones internas. Entonces sí, la banderilla de punzón afortunadamente cae.

La colaboración del científico con el utillero y las prestaciones de industrias metalúrgicas punteras en la fabricación, han dado como resultado una superior eficacia a todo el instrumental del toreo. De la letalidad y manejabilidad de la espada innovada, la precisión y mejor efectividad del descabello y la puntilla, todos ellos innovados, tratará mi artículo del próximo viernes. De cómo mantienen su esencia de útiles toreros y de cómo perfeccionan su eficiencia de útiles de vanguardia. Si Costillares levantara la cabeza le diría a su colega valenciano: Sales, tú eres de los míos, por cabal y porque abres el futuro de la Fiesta.

31,01.2025

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