REIVINDICAMOS LA HISTORIA
La historia de unos hechos admite muchas interpretaciones, lo que no admite es la mutación, ocultación o manipulación de esos hechos, como tales, incontrovertibles. El presupuesto de la historia es la libertad para poder señalar los hechos e interpretarlos, según el criterio subjetivo de cada parte. Las dos leyes memorialistas pretenden imponernos la verdad en el orden filosófico, racional y lógico, de lo que desearían que hubiera ocurrido. Representan una contradicción iliberal, un desorden mental y existencial, un maniqueísmo del poder ejecutivo inaceptable, sobre una sociedad indocta, anestesiada con falsedades y aturdida por el humo promocional partidista.
La inicial pretensión es la de querer ganar la guerra civil con noventa años de retraso y mediante un relato de cómo deberían haber sido los hechos, no como realmente fueron. Asunto ya tratado en los Episodios Nacionales por D. Benito Pérez Galdós. El personaje galdosiano Juan Santiuste, finalmente convertido en Confucio, es hoy, Pedro Sánchez. Y acabará igual, si no lo está ya, enloqueciendo. La novela histórica, con victimas respetables y otras no, resulta inadmisible su imposición legal, por mucho experto a sueldo que lo refrende.
La intervención política viene dada porque la historia de los hechos, no se compadece con la historia del relato. Al imponerse por Ley, con cartera ministerial incluida, puede diseccionarse quienes son las victimas y quienes los victimarios, temporalidad en que se fijan los hechos e investigaciones a la carta. Aún así, la mayor gravedad estriba en que esa paranoia colectiva sobre el pasado remoto la financiamos nosotros, sale de nuestros impuestos. Debería tipificarse como delito de odio, pues vitupera, ensalzando su fallecimiento, a un personaje de enorme relevancia histórica, cuya tumba fue profanada y sigue secuestrada; sin otra finalidad que la de dividir a los españoles, condicionándoles a un futuro, ya en el pasado escrito.
Resulta un despropósito el aplicar, una ley totalitaria, en una democracia liberal. La propia Resolución del Parlamento Europeo, de 17 de enero de 2024, sobre la conciencia histórica europea lo impide, al señalar: “la memoria histórica lleva un claro grado de subjetividad, dado que la elección de qué recordar y cómo se interpreta el pasado implica necesariamente juicios de valor”. Igualmente se indica que “abordar el pasado requiere la máxima imparcialidad y objetividad tanto en la erudición histórica como en el ámbito político” y que “la historia nunca debe relativizarse, distorsionarse o falsificarse con fines políticos”.
La superchería memorialista consiste en quitar la legitimidad de Franco y su régimen para llegar al poder y transformar la nación, como lo hizo, hasta su fallecimiento. Se interpreta para deslegitimarlo que fue un golpe de Estado contra la libertad y la democracia republicana. Basta el testimonio histórico de Largo Caballero, al que le gustaría parecerse Pedro Sánchez, para ilustrarnos:
"La democracia es sólo el primer paso hacia la dictadura del proletariado. No creemos en una democracia que perpetúe el dominio de una clase sobre otra” "La clase trabajadora no puede conformarse con lo que nos da esta República burguesa. Debemos destruir este sistema para construir una verdadera sociedad socialista" "Si no nos permiten conquistar el poder por los votos, lo haremos por la violencia" "La revolución no se hace con palabras, sino con sangre y con fuego" "Si la derecha gana las elecciones, tendremos que ir a la guerra civil. No permitiremos que sigan gobernando contra la clase trabajadora" "Nuestra misión no es mantener esta democracia burguesa, sino destruirla para construir el socialismo” “La lucha de clases no puede resolverse en los parlamentos; debe resolverse en las calles”.
Todo ello publicado después de dar un golpe de estado fallido en 1934, y antes de matar al jefe de la oposición José Calvo Sotelo. Los tres mil asesinados de Paracuellos o el Fiscal General de la República D. Marcelino Martin Gamazo y sus tres hijos pudieron atestiguar que iba en serio. Lo que no pueden es acogerse como victimas de la represión socialista.
La única finalidad del proyecto ideológico social/comunista/separatista, es la ruptura de la Transición política y el fin de la monarquía que sustituyó a Franco. Es el andamiaje final que sostiene la unidad de la nación, la partitocracia del 78, la institucionalización de las apariencias y el control de todos los contrapesos al poder arbitrario del gobierno. Dado que nadie se tomó el trabajo de desenmascarar la mentira histórica, ésta adquirió la autoridad de lo verdadero en 1996 con la derecha de José María Aznar. Nada importa, frente al nuevo y pertinaz constructo, la evidencia de que del régimen de Franco proviene el régimen actual por reforma y no por ruptura.
Sólo falta un último error. Que la más alta magistratura de la Nación contribuya o se deje utilizar por el aquelarre memorialista contra Franco: sería la humillación final.
Las monarquías, de natural hereditarias, dinastía, sólo se sostienen por su utilidad en lo permanente. Los enemigos del actual régimen, manifiestamente mejorable, siguen siendo los mismos republicanos que engañaron a su bisabuelo Alfonso XIII y al General Primo de Rivera conformando gobierno y cambiando de bando el 14 de abril del 1931.
Su presencia, y el gobierno lo sabe, en uno sólo de los actos programados por el frentismo memorialista, será interpretado como la adhesión implícita a su bando, ofendiendo gratuitamente al resto de los españoles. Salpicaría su magistratura con el lodo cainita de una casta política desconocedora de los fundamentos del arte de gobernar, ingrata y con la doblez necesaria para satisfacer su ambición ilimitada. Sería el final del régimen del 78, de la entelequia llamada Monarquía Parlamentaria y, tal vez, de España como Nación, si el pueblo no lo remedia y la providencia nos vuelve la espalda.
FUNDACION NACIONAL FRANCISCO FRANCO
Me parece un análisis acertadisimo. El aborregamiento del pueblo español viene dado por su incultura
ResponderEliminar