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"...Un tesoro de un valor incalculable que no se limita al valor nominal de los 20.000 volúmenes que comprende ni a que la que la primera obra que guarda date de 1559, sino que en sus fondos se encuentra todo lo que el lector busque: folletos, hojas sueltas de tema taurino, o relacionados con la tauromaquia..."
Un tesoro de papel
Todo está en los libros, qué gran verdad y qué poco caso hacemos a esta frase. Y eso que también, durante un tiempo, se nos machacó con este mensaje a través de la canción que daba soporte a la cabecera de un programa de Sánchez Dragó en la entonces única tele que había en España. Una canción, "Todo está en los libros", claro, escrita por Jesús Munárriz y Luis Eduardo Aute y que interpretaba Vainica Doble.
Todo está en los libros, y, por supuesto, todo lo que ha ocurrido en torno a un toro y a un torero, desde hace miles de años, está negro sobre blanco.
Antonio Briones y José María Sotomayor
Hace unos días tuve el honor y el placer de visitar en Madrid la biblioteca que el empresario y ganadero Antonio Briones heredó de su padre y que ha ido haciendo crecer -en proporción geométrica- desde hace décadas y que José María Sotomayor -ingeniero, bibliófilo, pergaminista, pintor, escritor y erudito taurino- cuida, ordena, mantiene y organiza con pulcritud, minuciosidad, mimo y dedicación tales que han hecho de esta colección la más importante del mundo - junto a la que posee en Morelia el doctor Marco Antonio Ramírez- en materia taurina.
Un mundo de emociones escritas, como denomina Briones -propietario así mismo de la ganadería Carriquiri- a su otra pasión, que desborda su forma de pensar y de vivir el toro bravo y que tiene su origen en "Aldea del Conde", la finca extremeña donde comenzó a formar su particular biblioteca taurina, tanto por su afición a la lectura como por continuar la tradición y herencia de su familia, y que en 1999 trasladó a la madrileña calle Génova.
Gustavo Martín Zarzo decía que las bibliotecas son como la cueva de Alí Babá, un espacio mágico y con un botín inagotable, y algo parecido es esta maravilla que se ubica y extiende en pleno centro de Madrid: un tesoro. Un tesoro de un valor incalculable que no se limita al valor nominal de los 20.000 volúmenes que comprende ni a que la que la primera obra que guarda date de 1559, sino que en sus fondos se encuentra todo lo que el lector busque: folletos, hojas sueltas de tema taurino, o relacionados con la tauromaquia, tauromaquias gráficas, grabados (allí se custodia, por ejemplo, la primera edición de la Tauromaquia de Goya, fechada en 1816 y que adquirió en Nueva York, la obra de Eduardo Naranjo o las estampas que para La Lidia realizó Daniel Perea), revistas taurinas, o de temas varios que se ocupen de temas taurinos, documentos, manuscritos, carteles, programas de mano, fotografías, postales, billetaje, videos y los más variados objetos que relacionados con los toros pueda uno imaginar. Y libros, naturalmente. Libros escritos no sólo en español, también en inglés, francés, portugués, italiano, mandarín, e incluso en taiwanés, sin olvidar los redactados en valenciano, gallego o euskera, y hasta impresos en esperanto.
Pero, además, su actividad no se limitar a recopilar y ordenar la producción audiovisual que sobre el mundo taurino exista; también auspicia trabajos de y sobre toros, patrocina concursos entre estudiantes, y, siempre en formato de ediciones limitadas no venales, se están realizando trabajos sobre el mundo del toro de gran importancia gracias a sus fondos, siendo los más inmediatos bibliografía de la tauromaquia, hemerografía cronológica de la tauromaquia, bibliografía de Manolete, blibliografía de Joselito, bibliografía de Belmonte y una bibliografía del toro de lidia y de las ganaderías. Casi nada.
Y en este paraíso, que se multiplica a lo largo de salas y más salas, cubiertas sus paredes, del suelo al techo, de estanterías repletas de libros, en el que podría vivir como si el cielo fuese, el encontrar todo un estante dedicado a tus propias obras es como para comprender que no sería justo ya el que te toque la lotería.
Si Mallarmé dejó escrito que el mundo se creó para culminar en un hermoso libro, la tauromaquia se inventó para acabar en la Biblioteca Carriquiri.
¿Quién dijo que los toros no son cultura?
Antonio Briones, Juan Lamaarca y José María Sotomayor
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