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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 23 de enero de 2016

El incumplimiento y la desvirtuación de los juramentos son la señal más inequívoca de la destrucción de España y de sus tradiciones / J. A. del Moral



"...Empezando por el juramento del Rey, siguiendo por el de las Fuerzas Armadas, el de los miembros de los gobiernos y terminando con el de cuantos están obligados a cumplir la ley antes de ejercer cualquier cargo público, asistimos a su absoluto incumplimiento..."


El incumplimiento y la desvirtuación de los juramentos son la señal más inequívoca de la destrucción de España y de sus tradiciones

Pienso que somos muchos los que estamos asistiendo atónitos y hasta aterrorizados con el actual estado de cosas que están sucediendo en nuestra España en este camino manga por hombro sin sentido ni medida que crece y crece sin parar.
Para los que somos aficionados a los toros, las señales cada vez más abundantes y nítidas que anuncian el intento de terminar con nuestra Fiesta, apenas tienen importancia si lo comparamos con lo que está sucediendo políticamente hablando aunque nuestro particular problema conduce al principal. Nuestra Nación está yendo a la deriva pese al estado del bienestar que ya habíamos conseguido, incluso a pesar de los grandes problemas que aún siguen afectándonos tras la enorme doble crisis que hemos padecido. Y si digo doble es porque, junto a la crisis económica mundial, la más particular de España se acentuó con las medidas tomadas por el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero que, no lo olvidemos, llegó al poder gracias al golpe de estado que supusieron los atentados de Atocha.

Pero es que, ahora mismo, estamos viviendo otro golpe quizá más peligroso y definitivo que el de Atocha: La demolición del estado a manos de los nuevos políticos y de los más obligados a parar en seco cuanto se proponen lograr mediante toda clase en enjuagues e incumplimientos clamorosos a la cabeza de los cuales figuran el garrafal incumplimiento y la escandalosa desvirtuación de los juramentos que todos los cargos públicos están obligados a pronunciar con absoluta fidelidad a nuestra Constitución.

Empezando por el juramento del Rey, siguiendo por el de las Fuerzas Armadas, el de los miembros de los gobiernos y terminando con el de cuantos están obligados a cumplir la ley antes de ejercer cualquier cargo público, asistimos a su absoluto incumplimiento.

Pero parece que todos miramos a otro lado. Nadie dice que los incumplidores deberían ser reo de enjuiciamento. Algo en gran parte imposible porque muchos jueces también incumplen sus juramentos y sus obligaciones.
Por ejemplo, es absolutamente incomprensible que a estas alturas no estén ya juzgados y encarcelados todos ellos por perjuros. Y, sobre todo, los gobernantes de la comunidad autónoma de Cataluña. Toda la familia Pujol hace tiempo que debería estar entre rejas o extraditada sin posibilidad alguna de poder volver a España. Como también Artur Más y, por supuesto, la nueva presidenta del Parlamento Catalán y el nuevo Gobierno en pleno de la Generalidad.

Ante tal estado de cosas, claro que habría que reformar la Constitución. Reformarla principalmente para que los partidos políticos antisistema o separatistas de toda clase y condición sean ilegales. Se mire por donde se mire, no es de recibo que una Constitución admita a cuantos pretenden destruirla. ¿O no?.

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