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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 9 de julio de 2016

De animales y hombres / por Jorge Bustos



"...De momento los madrileños ya podemos viajar en metro con nuestro perro, o con nuestra perra, aunque la ordenanza municipal no explicita aún si los ciudadanos bien educados debemos ceder el asiento a las perritas embarazadas en caso de que así nos lo solicite con una caída de ojos o un ladrido aclaratorio..."

De animales y hombres

Sigo con científica pasión el proceso de convergencia entre hombres y animales que patrocina nuestra vibrante era de la igualdad. No parece lejano el día edénico en que se derrumbe la última diferencia entre unos y otros. De momento los madrileños ya podemos viajar en metro con nuestro perro, o con nuestra perra, aunque la ordenanza municipal no explicita aún si los ciudadanos bien educados debemos ceder el asiento a las perritas embarazadas en caso de que así nos lo solicite con una caída de ojos o un ladrido aclaratorio, ya que no todas las razas de cánidos evidencian su gravidez a simple vista.

Cualquier cliente de Inditex ya puede acceder con su mascota a cualquier establecimiento de la compañía siempre y cuando 'no impida que el resto de clientes se sienta cómodo en nuestras tiendas', informa el departamento de comunicación con franciscana permisividad. ¿Pero a qué clase de humano desaprensivo puede incomodarle la irrupción de un mastín en el probador? ¿No mejorará decisivamente la mecánica experiencia del consumo con la presencia en el local de exóticas boas, atentos azores e inquietantes iguanas, de modo que uno se sienta como Noé con solo probarse unos gayumbos? Se anuncian, en fin, hoteles con servicios específicos, desde spa hasta psicólogo de mentes caninas, cuya titulación incluye el mismo número de asignaturas que la de mentes humanas, si no más.


Habrá gente que critique estos avances. Yo opino que queda mucho por hacer. En los encierros de San Fermín, sin ir más lejos, va siendo hora de que los hombres pueden perseguir a los toros en señal de cósmica armonía, e incluso alternarse los papeles de perseguidor y perseguido: que un día salgan del corral mozos de Berriozar y al otro morlacos de Fuente Ymbro. Normal que a Obama le hayan desaconsejado acercarse estos días a Pamplona entretanto persistan atavismos especistas tan lacerantes.

Lo que debemos vigilar en todo caso es que todas estas conquistas sociales, una vez alcanzadas, sean irreversibles. Por eso no podemos aplaudir esa iniciativa, firmada ya por siete mil seres humanos, que exige indultar al tigre del zoo de Benidorm que se comió a su cuidadora el otro día. El juez, atendiendo con exquisito criterio a la responsabilidad jurídica del felino, había decretado su sacrificio (pena de cárcel no procede, puesto que enjaulado ya vive el reo); pero ahora duda si castigarle como merece un criminal o perdonarle la vida como a un vulgar gatito de Facebook. No exploraré ahora la espinosa posibilidad de que concurriera maltrato de género en el crimen, pero pienso que si un tigre es lo suficientemente hombre como para matar a una mujer, debe pagar también como ciudadano sometido al rigor de la ley penal. Me opongo a que se pueda ir de humano cuando te apetece viajar en metro o lucir trapitos en Zara y excusarse por animal cuando la policía llama a tu puerta. A Messi tampoco le ha valido de nada fingirse un ser irracional, ajeno a las complicados deberes del fisco.

Mi hermano pequeño, que es biólogo, trabaja con ratones a los que infecta con virus muy antipáticos para luego tratar de curarlos. No pide permiso a los sufridos roedores, los cuales hasta la fecha aceptan su rol pasivo en el progreso de la ciencia sin sindicarse ni filtrar putadas a los medios. Mi hermano es sentimental y asegura que sufre si se le muere alguno, pero yo le digo que aproveche ahora, porque a este paso un día serán los ratones los que experimenten con los biólogos.

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