José María recibió la Medalla de las Bellas Artes en 2006
"...entiendo que la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes sólo se debería conceder a un "torero a pie" (naturalmente respeto otras opiniones, pero estamos hablando de arte) y nunca a un rejoneador, ganadero, periodista, etc. Para ellos que se creen otros premios. Por tanto, condecórese al toreo, lo merece con creces por ser un arte único, fuente de inspiración para todas las demás artes, pero hágase seriamente, con justicia, con sensatez, porque de lo contrario la condecoración será un desprestigio para el que condecora y el condecorado..."
Condecórese al toreo pero con seriedad
En algunos casos, los criterios seguidos no son los méritos hechos a lo largo de su carrera, sino aspectos políticos, favoritismo, amiguismo y, sobre todo, hay indignidad por parte de los que proponen el ganador y del ministro que lo tolera
Tras haberse concedido la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes al maestro Juli, han aparecido varios artículos, entre ellos uno nuestro, y he presenciado algunos debates sobre el tema por lo que nos ha parecido oportuno profundizar algo más al respecto.
La medalla al Mérito en las Bellas Artes se crea por Decreto 1428/1969, de 19 de Diciembre, en sus modalidades de oro, plata y bronce como condecoración para premiar una trayectoria muy destacada en las artes pero a partir de 1996 sólo se concede la de oro. La primera que recibió el toreo fue en 1996, concretamente para el maestro Antonio Ordóñez. Luego siguió otorgándose todos los años (excepto en 2011), unos con más acierto y otros con menos.
Pero si por definición pretende premiar una trayectoria, no tiene sentido concederla a un torero en activo puesto que no ha terminado su trayectoria y eso era lo habitual hasta que en 2006 se rompió la costumbre pues se otorgó a Enrique Ponce (a Curro Romero se le concedió en 1997 y se retiró definitivamente en el año 2000 pero ya toreaba muy poco). Luego se ha roto muchas veces para dársela a José Tomás, a Rivera Ordóñez, a Pablo Hermoso de Mendoza y a El Juli. Sinceramente me parecería mejor que sólo se concediese a toreros ya retirados, pero si se vulnera esa tradición, por lo menos hágase con justicia y con un orden.
Tampoco me pareció muy acertado que se le concediera a Espartaco en 2003, no porque no la merezca, que la merece, sino porque aún no la tenían otros con al memos los mismos méritos y más antiguos como Pepín Martín Vázquez, Paco Camino, José María Manzanares... Cada cosa a su tiempo y, sobre todo, en el toreo la antigüedad es un grado.
Por otra parte, al pasar el toreo al ministerio de Cultura en 2011 se instituyó un nuevo Premio Nacional, el de Tauromaquia, como medida para fomentarla y protegerla, y pensado para premiar anualmente una temporada muy brillante, no solo de un torero sino también de ganaderos, empresarios y otras personas del mundo del toro que hayan destacado, como decía, en la temporada anterior de forma muy notoria. Sin embargo, el primer año en concederlo (2013) ya se rompe su filosofía y se le concede a Paco Ojeda que llevaba retirado varios años y por tanto no podía haber destacado la temporada anterior.
Como vemos se hacen las normas y los mismos que las hacen las vulneran inmediatamente, lo cual demuestra la poca seriedad, el poco sentido común de las personas que manejan estos asuntos. Pero hay más. En las normas generales del Premio Nacional de Tauromaquia (y también de otros) se dice: "En las propuestas de los jurados deberá mantenerse la paridad entre hombres y mujeres que el jurado proponga" pero en el toreo el 99% son hombres; díganme ustedes cómo va a haber paridad. Es el colmo de la insensatez.
Particularmente creo que siempre que se exige paridad en cualquier aspecto, y en estos tiempos es habitual (especialmente entre los políticos), lo único que se hace es ofender a las mujeres que son a las que se pretende favorecer. Es lo que llaman discriminación positiva, propia de seres con la mente corroída por el feminismo fanático, radical, intolerante y resentido. Con todo lo expuesto nos damos cuenta de la falta de seriedad, en algunos aspectos, de estas condecoraciones referidas a la Tauromaquia aunque con otras actividades ocurre más o menos igual, si bien nos limitaremos sólo a la Tauromaquia.
No voy a entrar en si todos los que tienen la Medalla de Oro la merecen o no, pero si diré que hay muchos que no la tienen y la merecen con creces. En algunos casos, los criterios seguidos no son los méritos hechos a lo largo de su carrera, sino aspectos políticos, favoritismo, amiguismo y, sobre todo, hay indignidad por parte de los que proponen el ganador y del ministro que lo tolera. Hasta tal punto llega la falta de seriedad y objetividad alrededor de este galardón que dos toreros, Paco Camino y José Tomás, decidieron como todos sabemos devolver la suya para no ser partícipes de tanta tropelía.
En días pasados yo mismo escribí en este medio: "Me parece una vergüenza que Finito de Córdoba no tenga ya esta medalla". Y ahora añado: "Igualmente me parece que algunos como Julio Aparicio, Jaime Ostos, Pedrés (como ha destacado Paco Mora), Juan García "Mondeño", Palomo Linares, Jesulín de Ubrique, Morante de la Puebla y varios más reúnen méritos sobrados para haberla recibido teniendo en cuenta la lista de los premiados. A este respecto deseo destacar que cuando se la concedieron a Ángel Luis Bienvenida, tuvo la gallardía, la hombría y la sensatez de decir, "yo no me merezco esta medalla, pero entiendo que con ella se quiere premiar a toda una dinastía". Dinastía que sí se la merece sobradamente. ¡Ah! es una gran iniquidad que muriera Diego Puerta sin tenerla pero claro, a los que deciden sobre la Medalla de Oro en las Bellas Artes y el Premio Nacional de Tauromaquia no les parecerá iniquidad lo que hacen. Les parecerá normal ser arbitrarios, injustos y practicar el amiguismo y demás vilezas.
Finalmente, entiendo que la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes sólo se debería conceder a un "torero a pie" (naturalmente respeto otras opiniones, pero estamos hablando de arte) y nunca a un rejoneador, ganadero, periodista, etc. Para ellos que se creen otros premios. Por tanto, condecórese al toreo, lo merece con creces por ser un arte único, fuente de inspiración para todas las demás artes, pero hágase seriamente, con justicia, con sensatez, porque de lo contrario la condecoración será un desprestigio para el que condecora y el condecorado.
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