El torero bogotano ha conquistado un valioso triunfo cortando tres orejas y saliendo a hombros. Perera recibió una. Pablo pasó en blanco. Gran encierro de Juan Bernardo Caicedo.
Ramsés y los bernardos
Manizales, Colombia, I 7 17
El torero bogotano ha conquistado un valioso triunfo cortando tres orejas y saliendo a hombros. Perera recibió una. Pablo pasó en blanco. Gran encierro de Juan Bernardo Caicedo.
Lámina, nobleza y casta, fueron las insignias del mejor encierro de lo que va de temporada nacional. No es poca cosa la estética en el toro. Desde sus finas y simétricas cuernas hasta sus largos rabos, los domecq del altiplano bogotano, eran de salida un gusto a la vista. Saltaron siete porque el sexto se partió una mano de salida. Fueron cuatro negros, uno de ellos salpicado, dos jaboneros, y un castaño aparejado. Astifinos, bajos, rematados, proporcionados, de siluetas clásicas veragüeñas, buenosmozos en fin.
El quinto, sin excesiva romana, tenía mucha plaza y fue ovacionado de salida. Del conjunto solo desentonó la lámina del reserva para rejones, que también se movió. Atacaron codiciosos a los caballos, recibiendo la mayoría castigo justo en el unipuyazo de rigor. Todos pelearon en los medios, fueron a los engaños con decisión y tranco acompasado, volviendo francos y dejando estar. Una corrida de clase, una corrida de orejas, de la cual se fueron aplaudidos los tres primeros, al cuarto se le dio la vuelta al ruedo, y el quinto y el sexto fueron silenciados pagando con ello culpas ajenas. El ganadero que venía de un éxito en Cali, subió su listón y ahora Bogotá lo aguarda con máxima expectativa.
Dicen que la medida de los triunfos la dan los rivales. En este orden de ideas el del bogotano Ramsés, hoy se puede calificar de grande. Alternando en plaza llena con dos figuras de la más alta jerarquía y frente a dos toros de suma calidad que hubiesen desnudado cualquier falencia (los toros buenos descubren a los toreros malos). Pero la sobria verticalidad de su toreo, la seriedad que saltó de lo escueto a lo pomposo, el aplomo, el poso, el dibujo, el aseo, la hilación y la concatenación le dieron a sus dos faenas connotaciones conmovedoras. Nada de nacionalismos, ni folclor, era el lenguaje universal del toreo el que transportaban los dos lógicos discursos, los dos irrebatibles discursos. El pueblo los entendió.
Con la capa, verónicas y gaoneras embragueteadas, largas, afaroladas de rodillas, chicuelinas, saltilleras, revoleras, brionesas. Y ya con la pañosa, hecho mástil, de largo las derechas en redondo y circulares, pa´un lado y p´al otro, y sobre todo un par entre varias, tandas naturales de honda vocación manoletista. Los adornos, matizando lo fundamental, fueron justificados en una tauromaquia sindicada injustamente como seca. Cites de espaldas arrodillado para redondos. El comienzo de su segunda faena igual pero de frente. Y las dos estocadas al reverendo volapié, cimeras y letales.
La Monumental pidió con furia unánime las dos orejas del primero, “Trabajador”, pero a su señoría solo le alcanzó la comprensión y la sensibilidad para una, y en el cuarto igual, se resistió hasta lo último, pero ya no puedo soportar la desbordada pasión de los que pagan y exigen. Entonces, muy a su pesar, la fiesta fue completa.
Miguel Ángel Perera, tuvo dos buenos toros, con uno se comprendió sin grandilocuencias, pero con algunos destemples en medio de tandas de aguantado mérito, escuchando música, y recetándole una estocada de oreja. No le cogió el paso al otro, el aplaudido de salida. No le gustó a él, y le ofició el unipase con perceptible desdén. El divorcio se hizo largo y soso y la estocada trasera inocua con dos descabellos terminó por impacientar la concurrencia. Perera es más, muchísimo más que esto.
Pablo Hermoso de Mendoza, no tuvo tampoco la mejor tarde. A lomos de su lujosa cuadra entabló dos lidia en la que la doma y la genialidad ecuestre aplaudida con razón y fervor, no se compaginaron con el mando torero ni con el acierto en la colocación de la ferretería. Rejones enhebrados y asímetricos, pasadas en blanco y banderillas al piso no están a la altura del mejor rejoneador del mundo. Tampoco mató bien. Pero bueno, ya hasta el Papa reconoció que ni él es infalible. ¿Por qué no podía tener una mala tarde el gran centauro navarro? Pues la tuvo, con perdón de opiniones contrarias, que las habrá. Pero aceptemos, el silencio en sus dos turnos con alguno que otro silbido ni le quita ni le ponen a su glorioso historial.
La tarde fue toda bogotana, el triunfador y el encierro. Ojalá sea una premonición para la Santamaría, pues hierro y espada estarán en su próxima temporada de La Libertad.
- FICHA DEL FESTEJO
Sábado 7 de enero 2017. Monumental de Manizales. 6ª de feria. Nubes. Lleno picadores.
Siete toros de Juan Bernardo Caicedo, bien y bellamente presentados, parejos, nobles y encastados. Aplaudidos los tres primeros y vuelta al ruedo para el 4° Marino II, negro astifino
Ramsés, oreja con fuerte petición de segunda y dos orejas
Miguel Ángel Perera, oreja y silencio.
Pablo Hermoso de Mendoza, silencio y silencio.
Incidencias:
Saludaron Curro Javier y Emerson Pineda tras parear al segundo y “El Popis” al cuarto.
Al terminar la corrida Ramsés salió a hombros.
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