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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 9 de julio de 2018

LOS ENCIERROS DE PAMPLONA / por Antolín Castro


El recordado Madina, Josemi y David 
ejemplo de corredores en San Fermín

No solo vemos a toros y mozos correr, lo que vemos es el juego de esos toros bravos durante ese ‘entrenamiento’ matinal de cara a lo que en la tarde harán en el ruedo. No es solo un festejo popular, mal que le pese al alcalde pamplonés y a otros colectivos antitaurinos.

LOS ENCIERROS DE PAMPLONA

Durante toda esta semana continuaremos con los encierros diarios de Pamplona, de San Fermín. Cada mañana nos levantaremos con energía renovada para ponernos delante del televisor y mantener la atención durante esos minutos que dura la carrera de mozos y toros.

No solo vemos a toros y mozos correr, lo que vemos es el juego de esos toros bravos durante ese ‘entrenamiento’ matinal de cara a lo que en la tarde harán en el ruedo. No es solo un festejo popular, mal que le pese al alcalde pamplonés y a otros colectivos antitaurinos.

Los aficionados, ya en la mañana, ven la nobleza, el temple, incluso la humillación, que presentarán ante los trastos por la tarde. No puede ser nunca igual, pero si se pueden ir adivinando determinados comportamientos.

Tengamos en cuenta que no es una carrera contra reloj, donde los mozos huyen despavoridos ante la llegada inminente de las astas de los toros, más al contrario empiezan a templar a los toros sus embestidas con su cuerpo. Como no hay capotes ni muletas, utilizan su propio cuerpo para ralentizar, para mimar, para templar su recorrido.

No se trata, como se ve, de llegar a la meta antes que él, se trata de llegar junto al toro, a escasos centímetros -como una muleta- haciéndole llegar hasta el final. Curiosa forma de correr, en nada parecida a una carrera cualquiera, ya sea de atletas, de caballos, galgos… Quizá lo más parecido lo realicen los rejoneadores con sus monturas, haciendo al toro seguirlas a escasos centímetros de la grupa.

Eso es torear, adaptar la velocidad a aquella que el toro desarrolla, pero siempre con la intención de hacerlo cada vez más despacio. No se trata de que no te alcance, como a la muleta o al caballo, se trata de contagiarle el ritmo para hacer de ello una sola y fundida acción.

Es ya en la calle de Estafeta donde se les presenta la ‘muleta’ a los toros, último tramo de la lidia del encierro tras el mayor desgaste en el primer tercio del mismo, como se hace en la lidia ordinaria. Ahí es donde vamos a descubrir esas características, de las que hablábamos al principio, en semejanza con las faenas de muleta. El toro responderá con el ritmo y la nobleza que le pediremos después en la plaza.

Por eso los encierros no son un aparte de las corridas Sr. Alcalde. Al menos en Pamplona no lo son categóricamente. Parece que sus cortas entendederas se han visto afectadas por alguna crisis de partido. El toro en Pamplona es solo uno, con la diferencia de que le vemos dos veces: mañana y tarde. 

Foto: Kote Rodrigo (EFE)

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