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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 13 de septiembre de 2025

Mártir Kirk; hedor globalista / por Javier Torres


'..El martirio del jovencísimo líder patriota, padre de dos hijos, ha servido para calibrar (¿realmente no lo sabíamos ya?) el hedor a putrefacción que desprende el globalismo en todas sus formas..'

Mártir Kirk; hedor globalista

Javier Torres
La muerte encontró a Charlie Kirk dando una charla en un campus universitario en Utah en la víspera del aniversario del ataque a las torres gemelas. Su atentado fue grabado y a estas horas en que escribo el artículo (casi medianoche del jueves al viernes) no conocemos al autor de la matanza. Días antes Kirk había divulgado el asesinato de la joven ucraniana Iryna Zarutska, cosida a cuchilladas por un criminal afroamericano con 14 antecedentes en un tren en Carolina del Norte. Ni rastro de racismo, odio o estrellas de la NBA arrodillándose.

El martirio del jovencísimo líder patriota, padre de dos hijos, ha servido para calibrar (¿realmente no lo sabíamos ya?) el hedor a putrefacción que desprende el globalismo en todas sus formas. La izquierda española, vanguardia en mezquindad y amplísimo historial terrorista (Prim, Cánovas del Castillo, Canalejas, Dato y Carrero Blanco), finge oposición al poder y a las grandes corporaciones, pero combate en la trinchera que mece la cuna en todo Occidente. Es el bando que aplasta cualquier disidencia al fin de las soberanías.

Lo intentaron varias veces con Trump, que se libró de milagro por aquel movimiento providencial de cabeza en el mitin de Pensilvania. Bolsonaro fue apuñalado, Uribe asesinado, Shinzo Abe asesinado, Robert Fico tiroteado… el globalismo es implacable expulsando del tablero a cualquier peón o alfil que moleste más de la cuenta.

El atentado contra Kirk deja varias reflexiones. El siglo XXI retrata a Estados Unidos como una nación en decadencia, interiormente fracturada, casi al borde del estallido civil. El 11-S despertó a Occidente del sueño del fin de la historia y desde entonces la primera potencia mundial ha exportado no sólo guerras, primaveras árabes fallidas, desestabilización en Oriente Medio y grandes procesos migratorios a Europa. También ha esparcido por todo el mundo la porquería woke nacida en las universidades progres de la costa Este. Tal era el ocaso yanqui que hasta un anciano senil podía llegar a la Casa Blanca.

Así andaban las cosas hasta que surgió algo todavía más importante que el propio Donald Trump: el trumpismo, el MAGA, un movimiento fuertemente arraigado en la sociedad estadounidense que jamás aparece en los telediarios, el flyover country con que los progres se refieren a ellos con desprecio. Sin embargo, toda esa gente —aunque nunca haya pisado la universidad— es consciente de que tal vez sea la última oportunidad para acelerar los vientos de la historia ante los enemigos del deep state.

Otra reflexión tiene que ver con la justificación de la violencia. Apenas el impacto de la bala mortal provocaba que la sangre emanara a chorros de la garganta de Kirk, comenzaban las primeras explicaciones del crimen. Los popes de la izquierda mediática española anteponían la ideología a la información, de modo que los titulares referidos al malogrado incluían la terminología habitual que conduce al lector u oyente al «algo habrá hecho».

Una pulsión criminal, obsesiva, ultraideologizada, impide ver a una persona enfrente exponiendo ideas diferentes. Son los que antes han deshumanizado al rival político convirtiendo en un peligroso oficial de las SS a cualquiera que no repita como un lorito las consignas del sistema. Esta estigmatización permanente la encontramos en los medios que son mainstream, puro régimen, por eso las mayores barbaridades dichas en grandes cadenas gozan de patente de corso.

Es tal la desfachatez que quienes se pasan el día con el «discurso de odio» en la boca ya alertan contra la polarización. Cuidado, nada de crispar el ambiente, que ningún extremo está bien, ni el que dispara ni el que pone la sangre, película que conocemos de sobra en España. Los que apretaban el gatillo están hoy en los parlamentos y los que lo denuncian están crispando. Es la famosa victoria de la democracia sobre los terroristas vascos.

Tampoco nos hagamos los niños: no es la primera vez que justifican un crimen político. Con la ETA lo hacían diluyendo su ideología en conceptos genéricos como «odio» o «violencia» cuando detrás había unas ideas, pero eso no interesa contárselo a una población tratada como a niños a la que ocultan, por ejemplo, que todo separatismo antiespañol ha creado un grupo terrorista. En Galicia fue Resistencia Galega, la ETA en Vascongadas y Terra Lliure en Cataluña. Las ideas tienen consecuencias y las suyas siempre acaban con tiros en la nuca y Goma 2-ECO.

Dice Alonso de Mendoza que impresiona mucho saber que gente a la que tiene a dos despachos del suyo brindaría con champán si un día le asesinan. América nunca será la misma, dejó escrito Kirk horas antes de morir.
12 de septiembre de 2025

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