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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 11 de septiembre de 2025

La falsa neutralidad del Rey / por Irene González

'..La postura del Rey de mantenerse al margen ante la ruptura de la nación, tanto en su aspecto territorial como histórico, no es neutralidad, sino utilizar la Corona contra el fin por el que le fue otorgada..'

La falsa neutralidad del Rey

No puede mirar solo a quienes odian España, sino a los que la queremos

Irene González
Uno de los pilares sobre el que se ha sustentado el régimen del ´78 no es la Corona, sino un relato de mentiras protegido por un tabú alrededor de la figura del Rey creado por cortesanos sin patriotismo. “El Rey es lo único que nos queda” repite erróneamente la derecha del régimen. ¿Y qué es eso? Un Rey de España en el papel de comparsa de Sánchez, de paria que con su presencia legitima la corrupción que ahoga España. La última gota es un Rey que posa sonriente junto a un presunto delincuente como el Fiscal general del Estado legitimando su figura en la apertura del año judicial. Eso no es proteger las instituciones, sino destruirlas en favor de quienes las ocupan contra el pueblo. “El Rey es lo único que nos queda” es un mantra insostenible y cuestionarlo es moral e intelectualmente necesario. Hasta ahora acallaba a la España de derechas de orden, pero callar ante este desorden es una traición a la nación.  

Nunca he sido monárquica o republicana. Mi conciencia nacional prioriza el Bien Común lo que subordina mi preferencia a la forma de Gobierno que sirva mejor a los intereses de la patria y los españoles. Es decir, la única cuestión fundamental que puede justificar la existencia de la monarquía es que sea un poder unificador de la nación, un eficaz contrapeso a las fuerzas disgregadoras que existen en toda comunidad política. Que represente más allá de lo simbólico la unidad entre los distintos territorios y sensibilidades y la unión, la continuidad histórica entre nuestro pasado y futuro. Un legado inconmensurable en el caso de la Corona de España que por grandeza, así como por la dureza de los enemigos, exige una mayor acción en su única función existencial, mantener la unidad de destino de España.

Si ese papel esencial la venerada Constitución del ´78 lo vacía de funciones en la práctica, ¿para qué existe? ¿quién garantiza la unidad y la integridad de España en España? El Ejecutivo y el Legislativo son un mismo poder controlado por las fuerzas disgregadoras ¿Ha de depender la unidad de España de un cambio en el partido de Gobierno? Eso es el régimen del ´78.

Muchos piden que el Rey haga algo para salvar España de la descomposición. Un ceño fruncido, una cara seria… “la Constitución no le deja más”, repiten unos medios aborregados, encerrados en un bucle de parálisis: “el papel del Rey es ser neutral”. El problema es que no lo es casi nunca. Dos cuestiones importantes y claves para entender la desafección:

La neutralidad no consiste en abandonar su única función de poder unificador. La postura del Rey de mantenerse al margen ante la ruptura de la nación, tanto en su aspecto territorial como histórico, no es neutralidad, sino utilizar la Corona contra el fin por el que le fue otorgada. Su complicidad silente con la ley de amnistía y la ley de memoria histórica fue narrada vilmente por los medios cortesanos como un alarde de neutralidad, cuando fue una actuación necesaria para que los enemigos internos de España la disuelvan. Alguno podría entender esta parálisis mal llamada neutralidad como un acto de traición de alguien que antepone los intereses personales de mantener un estatus antes que cumplir su función al servicio de la unidad nacional de España.

La segunda cuestión es que cuando el Rey no está paralizado, él y Letizia no paran de romper la neutralidad posicionándose ideológicamente en favor de un progresismo globalista, siempre a favor de las fuerzas que debilitan la nación y la unidad de España. Los Reyes no pueden decir nada por neutralidad ideológica ante la ley de memoria histórica, sin embargo la Reina Letizia puede defender las posturas más extremas sobre cambio climático al abogar por la teoría del decrecimiento como hizo en el año 2023 cuando defendió reducir drásticamente el consumo para resolver la crisis climática. Palabras hirientes y poco neutrales de quien reduce consumo repitiendo modelito de diseñador, mientras el pueblo español queda empobrecido y sin futuro por la legislación europea climática.

El discurso que frenó el golpe secesionista

El Rey Felipe VI consiguió un cheque en blanco de los españoles tras ejercer su única función de defensa de la unidad nacional en su discurso del 3 de octubre del 2017 cuando no pidió diálogo ante un golpe de Estado que implicaba la ruptura de España. Tiene que haber razones de peso, más allá de su papelón con Sánchez, para que todo ese crédito popular que obtuvo haya desaparecido. Y eso está en la falsa neutralidad, por un lado presenta parálisis ante su única función cuando de defender a España se refiere y por otro lado rompe su neutralidad ideológica a cada momento para defender la Agenda 2030, que oprime al pueblo español y pone en peligro la continuidad de la nación española al pretender diluirla en organizaciones supranacionales. El rey de la Agenda 2030 no puede ser rey de España ni de ninguna nación soberana.

En mayo del 2025, en su discurso en la entrega del Premio Carlomagno en Alemania a Von der Leyen, Felipe VI rompió de forma inaceptable la neutralidad requerida al señalar como peligrosos a aquellos europeos que quieren defender la soberanía de sus naciones ante burócratas lobistas en Bruselas: “Voces que resuenan por toda Europa y que todos deberíamos desafiar… ¡Debemos enfrentarlas! Voces peligrosas y equivocadas que argumentan que los europeos serán más libres, más independientes y soberanos si habitan comunidades políticas separadas. Si esta visión estrecha prevaleciera en Europa, seríamos testigos del debilitamiento de la UE” (…) “Somos más españoles porque pertenecemos a la Unión Europea”. Un discurso sin atisbo de neutralidad y propio de un diputado radical del partido de Úrsula

El Rey de España rompe su neutralidad, (no hace otra cosa) para defender la disolución de la nación en favor de la Unión Europea a la que prioriza sobre España. 

Lo más preocupante es su beligerancia contra españoles que defendemos preservar la unidad, la soberanía y la cooperación internacional, no la sumisión a agendas de intereses de terceros. Una beligerancia que jamás mostró contra los enemigos de la nación. Eso es la neutralidad en el caso de la Corona setentaycohista.

El Rey no puede mirar solo a quienes odian España, sino a los que la queremos. Hoy no pido una república, ni el exilio, solo un Rey que defienda a España de su disolución interna y externa.

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