¿Por qué Emilio de Justo concitó la atención de la práctica totalidad de la plaza? Está clarísimo y el que no quiera verlo es que es ciego de nacimiento. Son los triunfos precedentes los que lograra De Justo en dicho plaza para que apostara muy fuerte para llevar a cabo dicha proeza que, si ya lo era como tal al enfrentarse a seis toros auténticos, mayor mérito tuvo cuando comprobó que Madrid estaba con él. Seguro estoy que, en dicho día hizo el paseíllo más dichoso de su existencia.
Emilio de Justo, convaleciente
en su casa sigue triunfando
Pla Ventura
Toros de Lidia / 29 abril, 2022
No es ningún axioma lo que estoy contando, más bien, una dura realidad para que los compañeros de Emilio de Justo vayan tomando nota. Las corridas que se están celebrando en Sevilla nos dan la medida de la grandeza del diestro herido. ¿Cómo? Pregunta el de la esquina. Muy sencillo. Los toreros se miden por el público que congregan en los ruedos que, para desdicha de la mayoría, no llevan a “nadie” a las plazas. Ayer en Sevilla tuvimos un claro ejemplo de lo que digo. Tres toreros de renombre, con muchos años de alternativa, con vitola de figuras del toreo y, llevaron a cuatro mil personas a La Maestranza.
Como vemos, ni esa cruda realidad les hace recapacitar ante el devenir de sus carreras, las que deberían de haber abandonado porque como es evidente, los aficionados les están echando a patadas. ¿Cabe peor afrenta para un diestro de renombre que llevar a Sevilla y ver menos de media plaza en los tendidos? El dato es revelador. Ellos siguen empecinados en seguir martirizando a los públicos pero, los empresarios que son más listos que ellos les dan las migajas porque con semejantes entradas no existe un empresario en el mundo que regale su dinero a unos diestros que no llevan a nadie.
En las dos primeras corridas de la feria hispalense hemos podido ver cómo colaban gato por liebre, es decir, el medio toro con apariencia de toro auténtico; apenas novillotes engordados y, el miércoles, el día de la apertura ferial, llevaron dieciocho toros para aprobar seis y, en el cartel había tres “muertos de hambre”. ¿Se imagina alguien todo lo que pueda ocurrir cuando llegue El Juli y sus compinches? Ayer, por ejemplo, el primer toro de Perera parecía más un utrero que un toro porque lo que se dice trapío no tenía ninguno y, para colmo, le dieron una oreja sin fuerza alguna, un trofeo verbenero que no le proporcionará mayores logros. Por el contrario, Daniel Luque tuvo una exposición de valor al más alto nivel, cortó tres orejas y salió por la ansiada puerta del Príncipe que, sin duda alguna tampoco rentabilizará en lo crematístico puesto que, si algo sobró no fue otra cosa que la tremenda generosidad de un presidente dadivoso, sin menoscabo del esfuerzo del diestro pero que, aquello no era de puerta del Príncipe ni de broma. Y, como pudimos ver, El Fandi ya no conquista ni con las banderillas pero, el pobre nos se ha da cuenta de que su ocaso ha llegado.
Sigo creyendo que, la grandeza de un torero se mide por la cantidad de público o aficionados que es capaz de congregar en una plaza de toros al socaire de su nombre. De ahí nace precisamente la grandeza de la que antes hablaba cuando me refería a Emilio de Justo que, un día totalmente inadecuado como el domingo de Ramos, congregó a más de veinte mil almas en el ruedo venteño. ¿Se imagina alguien en esa fecha y con El Fandi como único espada? No, no quiero imaginármelo porque me muero de la risa. Él, o cualquiera de sus compañeros. Vamos, para echarnos a llorar que sería lo lógico.
Ahora bien, la pregunta es obligada. ¿Por qué Emilio de Justo concitó la atención de la práctica totalidad de la plaza? Está clarísimo y el que no quiera verlo es que es ciego de nacimiento. Son los triunfos precedentes los que lograra De Justo en dicho plaza para que apostara muy fuerte para llevar a cabo dicha proeza que, si ya lo era como tal al enfrentarse a seis toros auténticos, mayor mérito tuvo cuando comprobó que Madrid estaba con él. Seguro estoy que, en dicho día hizo el paseíllo más dichoso de su existencia.
El problema de estos toreros cansinos y aburridos se acrecienta mucho más por culpa de la televisión porque, de no televisarse, solo cuatro mil personas sabrían de la verdad de lo allí sucedido pero, al retransmitirse nos enteramos todos pese a que, los palabreros de la televisión lo quieren arreglar todo y, hay cosas que no tienen arreglo porque, ya lo dice el dicho, una imagen vale más que mil palabras.
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