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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 12 de abril de 2022

ÚBEDA: La Semana Santa volvió a sembrar ilusión en las calles ubetenses.

Una multitud recibió a la Real Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén y María Santísima del Amor.

La Semana Santa volvió a sembrar ilusión en las calles ubetenses.

Alberto Román 
Ideal de Úbeda / Lunes, 11 abril 2022
Tras dos años sin procesiones a causa de las condiciones excepcionales motivadas por la pandemia, los ubetenses dejaron ayer de soñar una nueva Semana Santa para vivirla intensamente en la calle, durante un Domingo de Ramos esplendoroso que estuvo marcado por los alegres sones y los colores de la Real Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén y María Santísima del Amor. Fue una jornada de bullicio, de reencuentros personales y emocionales, de normalidad al fin y al cabo, que pocos se quisieron perder.

Pasadas las seis de la tarde, los rayos de sol penetraron en la iglesia de la Santísima Trinidad cuando se abrieron las puertas, iluminando a los primeros penitentes y, con ellos, el inicio de la semana grande de Úbeda, la más esperada, este año con más motivo.

La imagen del Cristo, obra de Francisco Palma Burgos, quien además es autor del trono, que sigue en proceso de restauración, cruzó la puerta y los cohetes y la música anunciaron su salida. Descendió la lonja de la Trinidad ante la atenta mirada de los hermanos, que portaban las tradicionales palmas amarillas. Poco después asomaba la imagen de María Santísima del Amor, obra de José María Palma Burgos. El escultor es además autor del trono de la Virgen junto a Ramón Cuadra, siendo el palio de orfebrería Villarreal.

La titular mariana lució en su pecho mariquillas de la firma ubetense De Barro y Plata, realizadas por Joyería Ferrándiz y el alfarero Pablo Tito, grabadas con el nombre de los hermanos que las donaron, así como una palma en su mano derecha. Entre los estrenos, procesionó por primera vez con la corona de reina de los talleres de Orfebrería Andaluza y con un broche donado por un hermano. Ambos elementos fueron bendecidos durante la fiesta principal del pasado año.

La banda de cabecera fue abriéndose paso entre la multitud con sus alegres toques, encarando su primer tramo por una remodelada calle Corredera atestada de gente. Después, la banda de cornetas y tambores María Santísima del Amor marcó el discurrir del trono del Cristo. Y en la parte final, tras la Virgen, la Sociedad Filarmónica Nuestra Señora de Gracia cerró el cortejo.

La cofradía del Borriquillo, como popularmente se la conoce, cumplió con su itinerario previsto con absoluta normalidad. De esta forma, por el casco histórico y monumental de la ciudad Patrimonio de la Humanidad se representó el episodio de la entrada de Jesús en Jerusalén, viéndose estampas de gran belleza estética. A eso de las diez de la noche, la hermandad regresó al mismo templo desde el que partió, momento en el que se quemó la tradicional traca de fuegos artificiales.

Preparativos

La jornada fue intensa para Real Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén y María Santísima del Amor. Por la mañana, en la iglesia de San Nicolás, todos los hermanos participaron en la tradicional bendición de las palmas, y posteriormente, en la iglesia de la Trinidad, asistieron a la fiesta principal.



María Santísima del Amor tras su banda, salida de la procesión y fuegos artificiales. / ROMÁN

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