La presentación del toro debe cuidarse al máximo en una plaza de primera. Debe exigirse trapío de cabeza de camada y dejar ya de una vez la monserga esa del “toro de Sevilla”, apelativo acuñado para colar novillejos indecentes o toros bizcos como el primero que se devolvió y también el tercero de la tarde.
Los tres últimos sí estaban bien presentados y fueron los mejores y más toreables, otra cosa es que fueran debidamente aprovechados.
Una vez más, casi todos los puyazos fueron simulados, pero debemos criticar que las rayas reglamentarias que indican el sitio del caballo y del toro no fueron repintadas. Los tres últimos toros se pusieron en suerte a “ciegas”. Para qué, si la suerte de varas se da por amortizada.
Garrido no se confía con el capote en su primero. En la muleta embestía con brusquedad y había que someterlo. Lo intentaba, pero no lo conseguía. Como el torete se fue apagando y se defendía aquello terminó con muchos pases y poco toreo.
En el cuarto tampoco se lució con el capote, sin embargo con la muleta el extremeño hizo lo más lucido de la tarde. Fueron muletazos limpios con la derecha a un toro que transmitía en sus embestida. Con la zurda el toro no era tan claro, pero el torero tampoco.
Mató de pinchazo hondo en buen sitio y petición mayoritaria de oreja que fue concedida.
Galdós pasó sin pena ni gloria por Sevilla. Su primero era un toro soso y sin fuerza. El quinto era un toro aprovechable. Galdós siempre mal colocado no supo obtener rédito de su labor. Encima mató de horrible bajonazo.
Cadaval ha progresado poco. Da la impresión de estar un poco verde, torea desviado al estilo de hoy y compone bien la figura por lo que los muletazos parece lo que no son.
Le dieron una oreja de pueblo en su primero. En el sexto muchos pases, pero poca calidad.
Resumiendo, se puede y se debe mejorar, toros y toreros.
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