En ese instante, uno que lo conoce y es consciente de su capacidad y sobriedad muletero, recordó una tarde que se toreó una de Miura en Salamanca, matándola con tremendo oficio y dignidad; u otra, con tintes heroicos, en Gijón, en un mano a mano entre Antonio Ferrera y Javier Castaño con toros de La Quinta, que hirió a ambos y mientras estaban en la enfermería, Álvaro de la Calle tuvo que tirar para adelante frente a un cuajado toro de La Quinta frente al que estuvo firme, decidido, con gusto y torería; le cortó una oreja que no fueron las dos por pinchar previamente a la estocada. Pero esa tarde, en la plaza gijonesa del Bibio, Álvaro dio la verdadera dimensión, aunque a los taurinos se le olvidó enseguida la gesta.
Ayer, otra vez protagonista y dueño de los titulares, me alegré sobremanera por el duro batallar como lleva y también por aquel Vicente de la Calle, su padre, que siempre fue un luchador. Su actitud y firmeza fue de torero, porque es muy difícil sobreponerse en una tarde de tanta expectación y la papeleta de torear cinco toros en Madrid, donde lo más normal es que te pueda la presión. Pero Álvaro supo controlar los tiempos, tener inteligencia, no dejarse llevar por prisas para estar con tanta dignidad. Y tan torero. Y tan hombre.
Desde luego que Álvaro ha demostrado, otra vez, que su sitio es otro; no desmerece de ningún cartel, tiene el poso de la veteranía, arrestos para matar lo que le echen y estar con tanta dignidad como el que más. Todo lo hizo con naturalidad, sin sobresfuerzo y eso que la gente, que había pagado una entrada y se encontró con otro festejo, tardó en darse cuenta de la realidad. Por todas esas razones hay que descubrirse, porque además si la corrida de ayer coge a Álvaro un poco más rodado, a esta hora se estaría hablando de una puerta grande más que merecida.
Por eso, una vez más, este torero ha puesto sobre el tapete tantas virtudes y tanta grandeza. Tanta categoría humana cuando después de la gesta, mientras recibía miles de enhorabuenas, abrazó a su mujer y a su hija para irse de la mano de ellas al coche y regresar al hotel en busca de un descanso que nunca fue tan merecido. Esas fotos de los tres, son la foto de la sensibilidad y grandeza de un torero.
Para ti, Álvaro de la Calle, ¡con toda mi admiración!
En las imágenes de Anndrew Moore, vemos a Álvaro de la Calle, el torero que ayer, en Madrid, sin proponérselo tuvo que ejercer como un auténtico héroe.
Para la esposa y la hija de Álvaro de la Calle.
ResponderEliminarCon el percance terrible de Emilio de Justo por delante,tiene doble mérito lo realizado por Álvaro de la Calle, que se aplicó al viejo principio dramatico: "el espectáculo debe continuar". Y a fe que lo consiguió, desde el emotivo brindis al compañero caído, dejando la montera en la barrera junto a la enfermería hasta la salida entre una gran ovación,Álvaro se propuso dar espectaculo y nadie se aburrio. Dio tres largas cambiadas, una en toriles, ofreció oportunidad de lucirse a su sobresaliente,lidio magistralmente a un supertoro de Daniel Ruiz, realizó quites, se compenetro con las competentisimas cuadrillas de a caballo y a pie, le dio estupendos pases a varios toros, entró a matar de modo casi perfecto en ejecución, pues las espadas entraban tendidas, lo que impedía los trofeos...
Y todo sin acusar cansancio, sin despeinarse, como se decía antes. Tal que si llevara veinte corridas de toros.
Álvaro de la Calle merece ver su nombre en los carteles del próximo San Isidro.
En cuanto a Emilio de Justo, voy a ser muy breve en mi comentario: eres una figura del toreo, lo que se dice un torerazo.
A ponerse bien en seguida para demostrarlo.
Merece lo que el mundo del toro no le ha dado hasta ahora. Los habrá mejores pero a pundonor , hombría y capacidad está a la altura de culaquier otro .
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