Hoy, ahora mismo, en este preciso momento, aún tenemos que escuchar y leer que Xavi Hernández es el nuevo Brian Clough. Fue eliminado en octavos de final de la Copa por el Athletic, de la Champions por el Bayern en la fase de grupos, de la Europa League, a la que descendió, por el Eintracht en los cuartos de final de la segunda competición continental y de la Supercopa de España por el Real Madrid. Y cuando Xavi se hizo cargo del banquillo azulgrana el Barcelona estaba a 10 puntos del Real mientras que hoy está a 15 pese a lo cual desde Barcelona no sólo se insiste en que éste es el camino sino que se continúa diciendo que a Xavi le tiene pánico el madridismo. Para explicar la debacle del nuevo Guardiola se apela a todo. Un día es el estado del césped, otro el equipo contrario, que se encierra atrás, otro día se cuenta el cuento chino del ADN, que al Barcelona únicamente le vale ganar jugando bien como si al resto le sirviera con jugar mal para hacerlo. Por buscarle a Xavi una salida honorable se argumenta incluso que hay futbolistas que no se saben el método del equipo, como si lo del Barça fuera como lo de la Coca Cola. ¿Alguien se lo imagina? ¿Futbolistas profesionales de Primera División incapaces de aprender esos conceptos mágicos que convierten al Barcelona en un club distinto?
Es la primera vez en la historia que el Barcelona pierde tres partidos consecutivos en el Camp Nou en la misma temporada, ante el Eintracht en la Europa League y contra Cádiz y Rayo en la Liga. En los últimos 40 años únicamente tres entrenadores del equipo catalán con un mínimo de 25 partidos oficiales tienen peor porcentaje de victorias que Xavi: Rexach, Serra Ferrer y Luis Aragonés. El malhadado Koeman logró 39 victorias en 67 partidos, o lo que es lo mismo un 58% de victorias, y eso sin Ferrán ni Aubameyang; Xavi ha ganado 17 de los 32 partidos que ha dirigido o lo que es lo mismo un 53%. Anoche el modesto Rayo Vallecano se convirtió en el cuarto equipo recién ascendido que le gana los dos partidos de una misma temporada al Barcelona en toda la historia de la Liga, el último fue el Salamanca hace más de 20 años. Pese a todo esto, Xavi dijo ayer que está seguro que, de haber marcado el gol del empate, habría ganado el partido, que es lo mismo que si yo dijera que de haberme llamado Brad y apellidarme Pitt habría protagonizado Leyendas de pasión. Es una inmensa tomadura de pelo, una chaladura como un castillo, pero en Barcelona son felices restregándose en su propia mentira, refocilándose en su invento, naufragando entre adeenes, modelos, arcanos indescifrables... Es una secta. No sólo nadie duda de Xavi en Barcelona sino que los demás le tienen un miedo cerval, un pánico incontrolable. Este es el camino, repiten como papagayos. Van de derrota en derrota hasta la prometedora y siempre futura victoria final. Zidane era un parche, Xavi es el nuevo Merlín, el druida de la aldea que prepara pociones mágicas; el primero ganó tres Champions pero venía para tapar a Florentino, éste... ¿para qué vino? ¿Y a qué? Como dijo Sarita Montiel, que en paz descanse, ¿pero qué invento es esto? Pero, con todo, lo peor es la suficiencia, la arrogancia y la petulancia con la que tratan a los demás. No tienen donde caerse muertos pero da la impresión de que viven en Buckingham. Vaya tropa.
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