'..El maestro de Ronda, tenía un concepto del toreo por su empaque y prestancia varonil de lo más selecto, profundo, cargaba la suerte como nadie, además muy certero en el volapié, cogiendo un sitio con la espada en los altos del toro, aunque algo caída, “el rincón de Ordóñez”, creando sello propio por la ejecución..'
Antonio Ordóñez, una tauromaquia eterna
Como recuerdo a los 26 años de su fallecimiento
Manuel Gutiérrez Troya
Antonio Ordóñez, torero, hijo del famoso matador de toros rondeño Cayetano Ordoñez Aguilera “Niño de la Palma”, sobrino de los toreros por parte paterna de Manuel, Rafael y Alfonso.
Es de Ronda y se llama Cayetano, como escribiera el periodista Gregorio Corrochano dedicado al padre de Antonio Ordóñez, de sobrenombre “Niño de la Palma”, nombre que se anunciaba en los carteles, debido a que se crió en Ronda en la calle Cuesta de la Palma.
Antonio tuvo varios hermanos: Cayetano, Juan, Manuel, José, Rafael y Alfonso, todos toreros, aunque Manuel y Rafael no prosperaron mucho en la profesión. Hubo otras dos hermanas, todos nacidos/as del matrimonio formado por el “Niño de la Palma” y Consuelo Araujo de los Reyes (bailaora de flamenco), llamadas María y Concepción. Comprobado queda fue un matrimonio prolífero en hijos, nueve en total. Las dos hembras se iniciaron en el arte flamenco, por llevar el gusanillo en la sangre de bailaoras.
Pero sería Antonio el más destacado de la dinastía Ordóñez. Nació en Ronda el 16-2-1932, pero criado en Sevilla en el barrio de Nervión, jamás olvidó su patria chica. Después vivió en la calle Iris, pasarela que conduce a la plaza de toros de la Maestranza sevillana desde la calle Antonia Díaz (antigua Arenal), lugar donde falleció por grave enfermedad el 19-12-1998, a los 66 años cumplidos.
Antonio Ordóñez, supo concebir perfectamente el arte emanado de su padre. Un estilo de gran pureza, hondo, sobrio, rico de valentía y sobrado de técnica, de la más auténtica primacía escuela rondeña, pero siempre ausente de todo lo superficial. Un toreo puro rondeño que iniciara cerca tres siglos antes su paisano Francisco Romero, patriarca de la saga de los Romeros.
El maestro de Ronda, tenía un concepto del toreo por su empaque y prestancia varonil de lo más selecto, profundo, cargaba la suerte como nadie, además muy certero en el volapié, cogiendo un sitio con la espada en los altos del toro, aunque algo caída, “el rincón de Ordóñez”, creando sello propio por la ejecución. Jamás se emancipó de su escuela como base de una tauromaquia personal y tan eterna.
Estuvo más de treinta años toreando, desde que debutara en Haro (La Rioja) el 29-6-1948, por cierto, se anunció solamente aquella tarde como ya lo hiciera su padre con el apelativo de “Niño de la Palma”. Su retirada fue en Ciudad Real el 17-8-1981.
Despachó sobre tres mil reses, alcanzó cotas altísimas en premios y trofeos. Hay que destacar que fue el primer torero en obtener la oreja de oro en Sevilla, e igualmente el primer diestro que le concedieron la medalla de oro de las Bellas Artes de España. Pero un premio de gran repercusión sería el de la Legión de Honor que le otorgó el gobierno francés. A cambio de todo ello, nunca estuvo exento de cogidas, algunas muy graves.
Ha sido el torero que más veces ha participado en la tradicional corrida goyesca de Ronda, 18 veces. Tradición que empezaría a celebrarse en 1954, coincidiendo con el bicentenario del nacimiento de Pedro Romero, un cartel compuesto por Antonio Bienvenida, Cayetano Ordóñez, hijo, y César Girón, los toros fueron de varias ganaderías por ser corrida de concurso, iniciativa de todo su padre, actuando como empresario Pepe Belmonte, sobrino del inolvidable Juan Belmonte.
Después sería Antonio Ordóñez quien continuó con los designios de la organización hasta su fallecimiento, la cual sigue celebrándose todos los años a primeros de septiembre como empresarios sus nietos toreros Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez e hijos del malogrado “Paquirri”, pero siempre bajo las directrices de los Caballeros Maestrantes, propietarios de la plaza.
El maestro se doctoró en Madrid, el 28-6-1951, de padrino Aparicio y Litri el testigo, con el toro “Bravío” de Galache. En su larga trayectoria torera, nunca tuvo saña con sus compañeros de terna, tampoco bajó la guardia de su toreo macho, poderoso, amasado en el paisaje serrano y bravío rondeño, cuna donde de grandes toreros, primero los Romeros y después los Ordóñez, que con el pasar del tiempo se ha ido cimentando en una forma inconfundible de torear que llega a nuestros días.
Fue magistral con el capote, insuperable con la muleta, y con la espada un portento de efectos fulminantes. Además de todo ello, supo engrandecer su estatus social por sus amistades, entre otras, con el literato Ernest Hemingway, quien escribiera en la prestigiosa revista estadounidense Life, “Verano Sangriento”, refiriéndose al año 1955, por la rivalidad enconada que tenía con su cuñado Luis Miguel Dominguín, como también con el gran cineasta Orson Welles. En fin, todo son recuerdos del inolvidable maestro Don Antonio Ordóñez Araujo, un torero con majestuosidad… Que en paz descanse.
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