Por mucho que se auto-declaren asociaciones sin ánimo de lucro, los dirigentes de la gran mayoría de organizaciones antitaurinas cobran sueldos suculentos que les permiten trabajar para recaudar fondos y diseñar campañas en contra de la tauromaquia. Las últimas estrategias han ido dirigidas a darse visibilidad ante el Papa de Roma y a anunciar la oposición a los toros de algún cantante y alguna actriz.
Los antis bien pagados no descansan
Hace sólo unos días, aparecía Paul McCartney en una campaña a la que se había prestado para mostrar públicamente su antitaurinismo. “Me opongo a la tauromaquia”, afirmaba textualmente el excomponente de los Beatles en los carteles que había distribuido por Madrid la organización ‘Personas por el Trato Ético de los Animales’, PETA. Se trata de una asociación con base en Estados Unidos sin ánimo de lucro, al menos en teoría. Pero en realidad, distribuidos por todo el mundo hay innumerables dirigentes -con un sueldo muy jugoso remunerado por la organización- que sólo trabajan en la causa porque se lucran de ella.
Esta campaña difundida en Madrid está organizada por PETA gracias a contar con un presupuesto de 56 millones de dólares anuales. Para recaudar tan ingente cantidad de dinero se cuenta con donaciones personales, con diversas subvenciones y con suculentas entregas de multinacionales relacionadas con el mundo de las mascotas, cuyo objetivo es obtener más ganancias dirigiendo a las personas hacia una sensiblería buenista en relación con los animales. Piensan que la tauromaquia pervierte al ser humano, y que por su culpa el número de mascotas no crece aún más en la sociedad.
Actualmente, en España hay 1.809.768 niños de entre 0 y 4 años y 10.474.251 animales de compañía censados, es decir, casi seis mascotas por cada menor de cuatro años. En los últimos tres años ha aumentado un 38% el número de perros registrados. Pero la industria mascotista quiere más e invierte en campañas antitaurinas calculando que así obtendrán más dividendos. Se equivocan, porque el toreo no insensibiliza a la gente, pero están en su derecho de errar y de desperdiciar su dinero.
Y del mismo modo que no pienso que PETA trabaje sin ánimo de lucro, tampoco tengo motivos para creerme la nueva versión de Paul McCartney, porque cuando le convino sí que utilizó la tauromaquia para promocionar su gira por España en 1965, cuando se fotografío calado con una montera. Entonces, los Beatles actuaron en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid, y en la Monumental de Barcelona. ¿Será que ahora le han pagado más o que necesita más dinero? ¿O porque cree que le conviene para vender más discos?
Yo siempre fui de los Rolling, y ahora con más motivo, porque tiene narices que el cambiante Paul venga a intentar influenciar en la opinión de los españoles. ¿Alguien puede imaginar que Manzanares se preste a protagonizar una campaña en Washington en contra de la celebración de la Super Bowl? Pues eso, que esto no se trata de la opinión de un personaje americano sino de la voluntad del pueblo de España, donde cada año más de cinco millones de espectadores pasan por las taquillas de las plazas de toros y 20 millones de personas presencian festejos populares en las calles.
Estos datos a PETA no le importan nada porque lo que quiere es seguir sacando tajada, y continuará enviando a Roma a emisarias con camisetas con el lema ‘Las corridas de toros son pecado’ para que el Papa Francisco condene la tauromaquia, y pretenderá seguir convenciendo a más figurantes para que se posicionen en contra del toreo, como además de McCartney hizo también una actriz llamada Georgina Amorós, que afirmaba que “la gente tiene la concepción de que los toros son agresivos y que son violentos, cuando en realidad son animales supertranquilos que lo único que les pasa es que están asustados”, y posaba con un becerro a hombros rodeada de astados en el campo en una imagen tan trucada que hasta una mascota distinguía la farsa. Pero, aunque el resultado sea una chapuza, los cabecillas antis no descansan, y están bien pagados.
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