El corazón se salía por la boca galopando enloquecido. Mientras escribo este billete estoy tomando tila a cucharones. El mano a mano de Curro Díaz y José Garrido de esta tarde en Las Ventas ha sido la Sinfonía número 3 “Heroica” de Beethoven.
La sinfonía "heroica" de Beethoven
El mano a mano de Curro Díaz y José Garrido de esta tarde en Las Ventas ha sido la Sinfonía número 3 “Heroica” de Beethoven. Así como del genial sordo se dijo que era La Música, de Curro Díaz bien se puede decir, también con mayúsculas, que es “el Toreo”. La corrida del Puerto de San Lorenzo, verdaderamente siniestra en todos los sentidos, ha servido para que dos toreros pasaran un verdadero quinario, pero también para que Madrid demostrara que sí es la primera plaza del mundo también tiene la mejor afición del Planeta de los Toros.
Curro ha tenido hoy en Madrid un ángel de la guarda que ha hecho horas extraordinarias para lograr que saliera por su pie del ruedo venteño. Hacerles el toreo fundamental a tres galafates como los que ha lidiado el de Linares, sufriendo varios volteretones trágicos y volviendo sin mirarse a la cara de los tres sádicos con cuernos que le han tocado en desgracia, sería empeño imposible para la inmensa mayoría de los que hoy se visten de luces. Colocarse dando el pecho y con la pureza y la decisión con que lo ha hecho ese gran torero, sólo está al alcance de un privilegiado tocado por la varita mágica del hada madrina de la Tauromaquia.
Qué temple, qué ritmo, qué cadencia y qué arte el de la muleta del linarense. Si se me escapa decir que hoy por hoy Curro Díaz es la mejor muleta de España, créanme que no se me ha ido la olla. No se puede torear más templado y profundo a verdaderas fieras corrupias que trataban de rebanarle el cuello. Tarde grande de un inconmensurable Curro, que puede poner en la puerta de su casa, como el mexicano Refulgente Álvarez: “Se vende valor”. Sólo que Curro Díaz bien podría añadir: “… y un soberano arte que no se puede aguantar”. Hoy se ha proclamado “torero de Madrid”, “torero de la cátedra” y “torero universal”, dejando su nombre escrito con letras de oro en la historia de Las Ventas.
Con otra dimensión, pero valiente a carta cabal, ha estado también el extremeño Garrido. El único toro, el sexto, que no se quería comer a nadie, pero era manso de libro, le ha tocado a él, y para matarlo ha tenido que salir de la enfermería “bajo su responsabilidad”. ¡Vaya tarde! El corazón se salía por la boca galopando enloquecido. Mientras escribo este billete estoy tomando tila a cucharones…
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