Ese grupito tenía que calentar el partido de vuelta, y más aún tras el 3-0 de la ida, y lo ha logrado: ¡Enhorabuena! ¡Felicidades! Ya tenéis el partido del Calderón donde queríais. Y ahora a cruzar los dedos para que no ocurra nada.
No era Ricitos de Oro, era Bonnie Parker
Por supuesto que nada de esto habría pasado si un puñado de periodistas deportivos, empeñados desde tiempos inmemoriales en hacerle todo el daño posible al Real Madrid por tierra, mar y aire, no hubiera alertado acerca de la gravedad de un inocentón mosaico colocado el martes en el estadio Santiago Bernabéu. Todo habría quedado en el simple pique deportivo si ese grupeto no hubiera denunciado el oprobio que suponía que la afición del Madrid le dijera a la del Atleti "Decidme qué se siente". El miércoles los atléticos habrían contestado con un "Los sentimientos no se compran" o un "Sois del Madrid porque gana" o algo similar y se acabó. Pero no. Ese grupito tenía que calentar el partido de vuelta, y más aún tras el 3-0 de la ida, y lo ha logrado: ¡Enhorabuena! ¡Felicidades! Ya tenéis el partido del Calderón donde queríais. Y ahora a cruzar los dedos para que no ocurra nada.
La cosa habría quedado ahí. Un mosaico más inocente que algunas letras de María Ostiz el martes, y otro el miércoles. Y, desde el punto de vista colchonero, a intentar la machada de la remontada. Pero al teledirigir al personal contra ese mosaico y luego apuntar directamente (¡cómo no!) a Florentino Pérez como autor intelectual del mismo, se desató la locura. Tuits poco edificantes desde el perfil oficial del Atlético de Madrid y, según oí anoche, incluso el retuit, que ya ha desaparecido, de la carta de una inocente niña llamada Carla, un inocente ángel, un espíritu puro que lo único que pretendía, siempre desde la más elevada espiritualidad, era explicarle al madridismo qué se sentía. Criaturita.
Puede que fuera el retuit del tuit el que condujo a nuestra protagonista, a la que llamaremos Ricitos de Oro, a la Cadena Cope, y allí se tributó un sentido y sincero homenaje a la niña que derribó con sus nubes de algodón al malvado Goliath madridista. Pero hete aquí que Ricitos de Oro era, en realidad, una suerte de Bonnie Parker de las redes sociales, una Harley Quinn que primero disparaba y luego preguntaba, un querubín que deseaba la muerte y lesiones de gravedad a futbolistas propios y ajenos o incluso al mismísimo ex seleccionador nacional de fútbol, Vicente del Bosque. Me dicen que después del homenaje llegó la petición de perdón, repetida ayer mismo en El Partidazo. Pero aún hoy sigo preguntándome por qué se dio voz a Ricitos de Oro pero, para ofrecer la justa réplica, no se buscó sin embargo a ninguna aficionada merengue. ¿Alguien tiene una respuesta?
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