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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 11 de marzo de 2018

Castellón: La respuesta estuvo en Ponce / por Paco Delgado




Ponce y Roca Rey abren la puerta grande
 con argumentos distintos

Castellón, 11 de marzo. Sexta y última de feria. Lleno.

Toros de Juan Pedro Domecq, bien presentados, justos de fuerza y nobles en conjunto, destacando tercero y sexto.

Enrique Ponce (de hueso y oro), oreja y dos orejas.
Manzanares (de grana y oro), silencio tras aviso y oreja.
Roca Rey (de plomo y plata), oreja y dos orejas.

De las cuadrillas destacaron Jocho y Sergio Molina.
Se guardó un minuto de silencio al romperse el paseíllo por el niño Gabriel.

Castellón, 11 de Marzo de 2018 / Foto: Mateo
Se abrochó la feria de Castellón con una corrida en la que se divirtió la gente que llenó la plaza y volvió a funcionar la puerta grande. Y eso que no acompañó el tiempo en la última fase de La Magdalena, y si el sábado fue la lluvia la que molestó muchísimo y, en buena medida deslució la función, en el cierre ferial fue el viento el que entorpeció la acción de los toreros.

Decía, o mejor, cantaba, Bob Dylan, que la respuesta estaba en el viento, pero este fenómeno es, desde luego, el peor enemigo de la grey torera, estando la solución a sus inconvenientes, en la destreza de cada cual para capear esas fuertes ráfagas de aire puesto en movimiento, o, como en el caso de Ponce, en poseer, además, una cabeza privilegiada, ágil, despierta y perfectamente amueblada. Tuvo, por ejemplo, que citar el de Chiva a su primero con la muleta casi a ras de arena, un toro al que cuidó mucho desde el principio, llevándole con suavidad y sin violencia alguna, sin enmendarse y sin inmutarse ante los parones de su oponente o cuando la ventolera le dejó al descubierto, firmando una faena técnicamente impecable.

No salió sobrado de energía del cuarto, al que también aplicó cuidados intensivos en los dos primeros tercios, muleteando luego a cámara lenta y con tanto magisterio como inteligencia, dando aire al toro, al que fue rebajándole el geniecillo que sacó, unciéndole a su muleta en otra faena prodigiosa en la que exprimió totalmente al de Juan Pedro y echando las rodillas al suelo para amarrar la puerta grande después de haberse inventado una faena que sólo él podría haber firmado.

También salió hombros Roca Rey, que, no sé si por casualidad o a propósito, hizo el pasillo con un capote de luto. Pese a un enganche inicial se lució el peruano al torear de capa a su primero, toro acometedor, noble y con calidad al que toreó con cierta violencia y alta velocidad de crucero, animando a la gente cuando se puso temerario y logrando una oreja al matar con rapidez.
Recibió sexto con dos largas de rodillas y tiró de repertorio para poner en suerte y quitar. Con la gente ya volcada, sus pases cambiados terminaron por enardecer a la concurrencia, volviendo a tirar de alardes en el tramo final de un quehacer bastante intermitente con el toro más boyante del encierro.

Blandeó mucho el segundo, cuya falta de fuerza, junto al viento, impidió que las ganas de Manzanares cristalizasen, dejando un trasteo intermitente con detalles de gran clase pero sin la necesaria continuidad, matando, además y curiosamente, tarde y mal.

Empujó mucho rato el quinto en el caballo, lo que repercutió negativamente en su comportamiento posterior, obligando al torero alicantino, que brindó a Ponce, a tirar de él y de paciencia para ir sacando una faena muy trabajada y con fases de toreo elegante y bonito que fue recompensada con una oreja, a pesar de que volvió a caer bajo el estoque.

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