Con vuelta y oreja José Garrido apenas se salvó de un largo desperdicio
J.A. del Moral· 19/04/2018
Aunque los toros cuarto y quinto de El Pilar fueron devueltos por su invalidez, tanto los reemplazos del mismo hierro como el resto de la corrida se comportaron muy por encima de los que la mataron. La vuelta al ruedo y la oreja que apenas salvaron de la quema a José Garrido, debieron ser una y dos orejas de haber estado a la altura de sus oponentes. Peor fue el caso de López Simón que dejó escapar el mejor lote del envío salmantino. Juan Bautista pasó su trance cuasi de puntillas aunque fiel a sus buenas formas frente al soso y menos enterizo lote que le correspondió. Los espectadores que mediaron la plaza aguantaron con paciencia la muy larga duración del festejo del que huimos muy cansados.
Sevilla. Plaza de la Real Maestranza. Miércoles, 18 de abril de 2018. Novena de feria. Tarde de radiante primavera y por fin calorcito con apenas dos tercios de entrada.
Seis toros del Pilar, incluidos los sobreros que reemplazaron a los devueltos cuarto y quinto. Pese a sus limitadas fuerzas, resultaron nobles y hasta muy manejables los menos enterizos.
Juan Bautista (grana y azabache). Pinchazo pescuecero vertical y cuatro descabellos, silencio. Pinchazo y estocada corta, silencio.
López Simón (rioja y azabache): Pinchazo y estocada corta, silencio. Media estocada y descabello, silencio.
José Garrido (palo de rosa y oro): Estocada, aviso, petición insuficiente de oreja y vuelta al ruedo. Estocada, oreja tras insistente que no mayoritaria petición.
A caballo destacó el picador Alberto Sandoval. Y en palos, Antonio Chacón. Y en pares sueltos, César Fernández, Yelco Álvarez, Jesús Arruga y José Amores.
José Garrido compone un muletazo de mano baja
La interminable corrida que pareció no tener fin entre la infinita paciencia de los espectadores, solamente tuvo un triunfador: José Garrido. Muy apoyado por gran parte de los asistentes que insistieron hasta lo indecible para que la presidencia le concediera al menos una oreja salvadora tras su actuación en los dos toros de su lote que fue estupendo. Solo lo consiguieron tras matar Garrido al sexto. Había dado una vuelta al ruedo tras la negada concesión del trofeo tras matar al tercero. Dos buenos toros que merecieron mejor trato. Garrido, de quien dijimos estar dotado para ser figura la mañana de su célebre novillada en Bilbao que mató en solitario, todavía no ha dado la gran medida que dio en aquella memorable actuación en El Bocho. Y en pos de conseguirlo continúa a rastras sin lograr entrar en los carteles de las grandes figuras como es el caso excepcional del peruano Roca Rey. Con todo esto no quiero decir que Garrido estuvo mal. Pero sí que anduvo insuficiente salvo en sus mejores momentos muleteros con el muy noble tercero al que llegó a torear muy bien sobre la mano derecha por sabrosos redondos tras cuajar un bonito quite por chicuelinas. Bien aunque insuficiente al natural y eternizado en sus excesivamente largos intentos. El cuento de nunca acabar. La historia interminable. Tras matar de un bajonazo al sexto, aunque la presidencia pareció aguantar el tirón, terminó por acceder al dispendio. Orejas que solo sirven para las estadísticas. Me dan mucha pena estos toreros de la actualidad que tras matar se van corriendo hasta los medios a pedir trofeos para sí mismos. Actitud ciertamente ridícula y, desde luego, excesiva cuando no irrespetuosa.
Ya estamos hartos de estas faenas que se extienden hasta un buscado infinito. Estos toreros de ahora imitan al mejor Enrique Ponce – siempre ocurrió cuando alguno fue modelo indiscutible. Pero claro, lo de Ponce es de otro mundo porque el gran maestro suele “hacer” a los toros antes de comenzar sus faenas sinfónicas. “Bienaventurados mis imitadores que de ellos serán mis defectos”, se solía y suele decir. Pero los que imitan a Ponce – la inmensa mayoría de los que quieren ser toreros – suelen ir de más a menos en la mayoría de sus faenas, mientras Ponce siempre las construye de menos a más o de más a muy más. Y en este concepto del toreo creciente, apenas hay quien le iguale. Menos aún los que comienzan sus carreras.
El más perjudicado de la tarde fue López Simón que continúa incapaz de aprovechar suficientemente las oportunidades que se le ofrecen. Ayer dejó escapar a sus dos excelentes toros tras dos larguísimos intentos muleteros. Dejó escapar una tarde de Puerta del Príncipe. Increíble pero cierto. No hace mucho le habíamos visto mejorado tras su cambio de apoderamiento. Pero lo de ayer fue lamentabilísimo porque sucedió en la plaza más lujosa y prestigiosa del orbe taurino y, además, en corrida televisada en directo para todos los quieran verla en todo el mundo.
Juan Bautista fue el que toreó con mejores formas. Acertó en muletear a media altura como requiso el primer toro y se estiró bastante bien en su faena al cuarto. Pero se enredó y no logró conjuntarse como tantas veces le hemos visto. Siempre elegante, aso sí, pero ayer insuficiente. Sobre todo a la hora de matar. Falló demasiado con los aceros. El vestido operístico que lució en grana bordado en amantillado azabache, ideado y construido por el famosísimo modisto Christian Lacroix, no se correspondió con el pretendido acontecimiento. En fin…
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