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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 18 de abril de 2018

TOREAR NO ES DAR PASES Antolín Castro


Juan Mora demostró que no hacen falta pases de más. Lo mismo no le ponen por eso

‘A falta de pan buenas son tortas’ piensan los mandones del negocio taurino y, de ese modo, se va educando a los que pasan por taquilla después de haberles pasado, vuelta y vuelta, por la televisión. Todo un máster en desaprendizaje ese de ver las ferias a través de la pantalla.

TOREAR NO ES DAR PASES

Lo que puede parecer una contradicción no es ni más ni menos que la respuesta a una realidad… al menos no hace tanto.

Lo que prima hoy en día es dar pases sin parar, cuantos más mejor. Así las faenas se hacen eternas para el disfrute de muchos incautos, que es en lo que han convertido a esa masa de público que acuden a las plazas de toros. 

‘A falta de pan buenas son tortas’ piensan los mandones del negocio taurino y, de ese modo, se va educando a los que pasan por taquilla después de haberles pasado, vuelta y vuelta, por la televisión. Todo un máster en desaprendizaje ese de ver las ferias a través de la pantalla.

El caso es que las corridas se hacen interminables tras de esas seis faenas sin fin. Los toreros no saben cuándo parar esos pases sin emoción alguna dados, atizados mejor, a unos descastados, y mansitos, toros que los soportan sin rechistar. Pasar de las dos horas en una corrida es un auténtico disparate que no parece tener solución. Más bien todo lo contrario.

Pero si luego preguntas resulta que, en eso de los pases en cantidad y el largo metraje de los festejos, están todos de acuerdo pero hacen y/o defienden todo lo contrario de lo que dicen querer, incluso admirar. Baste como ejemplo el caso de Curro Romero.

Curro Romero no necesitó dar tantos pases
 para ser altamente reconocido

Curro Romero es un torero admirado, reconocido por todos los que hacen lo contrario de lo que hacía él. Los homenajes que recibe acreditan esa admiración a cuanto hizo en su trayectoria taurina. Todos le consideran maestro pero en nada le imitan. Con ser extraordinario cuando cuajaba un toro, no lo es menos, entre sus mejores virtudes, en el que jamás aburría, nunca daba un pase de más.

Y es que si se dan pases han de ser buenos, han de tener enjundia y administrarlos de tal modo que todos estemos deseando volver a estar presentes otro día para seguir presenciándolos. Cuando nos los dan a montón, a base de cantidad, antes que de calidad, te empachas de tanta repetición, de tanta mediocridad.

Reflexionen. Si hay tanto reconocimiento a quien administraba los muletazos pensando siempre en la calidad, a quien dejaba de lado eso de sobar y sobar, sepan que a los ‘pesados’ de hoy nadie les reconocerá en el futuro su carrera. 

Salvo que todos sean unos cínicos de mucho cuidado, la realidad es que la calidad de aquél, Curro Romero, ahora reconocida, supera con creces la cantidad de pases que administran los toreros de hoy. Tomen nota, por favor.

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