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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 21 de abril de 2018

11ª de feria en Sevilla. Fiasco casi general: solamente Manzanares y con un solo toro / por J.A. del Moral



Tendremos que tirar de quebrados. Incluso con José María Manzanares, segundo espada de la tarde, porque fue el único triunfador. Lo consiguió con el segundo toro de Juan Pedro Domecq que asimismo fue el único que resistió el “combate”, dando lugar a otra actuación modélica del joven maestro alicantino. Paladeamos sus mecidas y templadas verónicas en el saludo y otra faena marca de la casa que terminó con un espectacular volapié. Solo le dieron una oreja pero debieron pedirle y conceder dos. Con el quinto, que apenas admitió un par de tandas con la muleta, José María anduvo fatal en su gran especialidad son sucesivos pinchazos. Estábamos de rebajas. Y en ello cayó el resto de la tarde. Enrique Ponce volvió a sufrir su proverbial mala suerte en La Maestranza y ni su maestría le valió en medio de un gélido ambiente. Ponce volvió a sufrir del hielo maestrante como tantas otras veces y van… Ginés Marín pasó como de puntillas y también se contagió del frío. Detalles de su arte juvenil y punto. Más, para colmo, el final de la función fue desastroso con dos toros devueltos consecutivamente y dos sobreros de la ganadería titular que tampoco arreglaron el petardo.


Fiasco casi general: solamente Manzanares y con un solo toro

J.A. del Moral · 21/04/2018
Sevilla. Plaza de la Real Maestranza. Viernes, 20 de abril de 2018. Undécima de feria. Tarde progresivamente nublada con moletas rachas de viento y lleno de «No hay billetes».
Seis toros de Juan Pedro Domecq, incluidos los dos sobreros que reemplazaron consecutivamente a los devueltos en sexto y último lugar. Muy bien presentados y con excelentes hechuras pero muy débiles de principio a fin de su penosa lidia salvo el segundo que fue el único que resistió
Enrique Ponce (turquesa y oro) Pinchazo y otro hondo, aviso y silencio Pinchazo hondo y tres descabellos, aviso y saludos.
José María Manzanares (nazareno y oro): Gran estocada, oreja. Cinco pinchazos, media estocada y descabello, aviso y pitos.
Gines Marín (celeste y oro): Pinchazo y media estocada, palmas con saludos. Buena estocada, ovación.
Bien a caballo Guillermo, padre de Ginés Marín. Y en palos Fini y Jocho.


Da pena hasta escribir sobre esta corrida que fue tan desesperadamente floja como aburrida en su peoor parte. Cuando los toros en caen, la Fiesta cae en un pozo. Ayer solamente hubo fiesta durante la lidia del segundo que fue el único del envío que resistió el combate. Gracias al empacado arte de José María Manzanares, tanto con el capote como con la muleta y con la espada, gozamos de unos minutos de emoción, en este caso de emoción estética porque también este toro acusó falta de fuerza aunque no tanto como sus hermanos.may

El temple del joven maestro alicantino y esas maneras que le distinguen como gran interprete entre los más grandes, abrieron un hueco para la que alegría y la satisfacción comparecieran tal y como estaba previsto. Pero las previsiones en el toreo son muy difíciles de cumplir con total certeza. Ya pueden ser maestros y artistas de indiscutible categoría como es el caso de Enrique Ponce. Cuando los toros no aguantan la lidia por su flojedad, todo se viene abajo.



Desesperó Ponce en sus dos toros viéndose ignorado mientras hacía lo imposible para que sus dos toros aguantaran aunque solo fuera un poquito. Desesperante fue su primera faena en sus baldíos intentos de que el burel le pasara. Pero no pasó y cuando los toros no pasan, no hay pases que valgan. No fue de chocar que la gente se impacientara con el derroche de paciencia del valenciano. Lo mejor de su faena al cuarto fue cómo le llevó tapada la cara para que no huyera y para que siguiera la muleta sin que los pitones la engancharan. Máximo experto en estos menesteres, el trasteo no terminó de calar, sencillamente porque no hubo calor ni apenas color. Desesperó Enrique que lleva toda su vida ilusionándose con hacer en Sevilla una de sus muchisimas grandes faenas. Ayer, una vez más y van…, no hubo manera. Y Ponce terminó con prisas en el hotel porque hoy mismo partía para México a cumplir contratos en Monterrey y en la feria de Aguascalientes.


El todavía muy joven y tierno Ginés Marín, una de las grandes esperanzas entre los nuevos valores, tampoco pudo triunfar aunque sí gustar cada vez que el se gustó, tanto con el capote como con la muleta. En la lidia del tercer toro, su padre – que es su primer picador – sufrió la llamada caída del “latiguillo” en el primer encuentro del toro con el caballo. Ambos, padre e hijo, solventaron el trance. De su primera faena que brindó al gran futbolista del Real Madrid, Sergio Ramos, cabe admirar la buena traza de sus muletazos como también censurar que no ganara un paso adelante tras cada pase para que el lerdo animal embistiera dos veces seguidas. La del arranque del viaje y la del viaje mismo, de modo que pudiera ligar un pase al siguiente. Y esto es fácil de aprender y de llevarlo a cabo. Método infalible con los toros tardos que es lo que fue el tercero de ayer. Como casi todos.


Los últimos fueron tres seguidos. El titular que fue devuelto, el también devuelto primer sobrero y el que reemplazó al asimismo devuelto sexto bis. Todos, los tres, flojísimos y por tanto desesperantes. Ginés, que brindó al público esta faena postrera, solo pudo llegar a mayores con la espada en una buena estocada que cerró la tarde con tristeza, cansancio y un cabreo general de no te menees…

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