Son palabras dichas hace ya 50 años. Pero ben podrían haberse dicho hoy. Cuando se hizo esta importante observación en la sociedad española y en el toreo no había corrientes animalistas que protestaran a las puertas de cualquier plaza. Se las dijo a José López Martínez, quien las reprodujo en las páginas del semanario "El Ruedo". Son del gran poeta Gerardo Diego. "últimamente –dijo-- se ha llegado a una estimable humanización en todos los aspectos; humanización que puede llegar a ser peligrosa, por que puede cristalizar en una degeneración de los valores fundamentales de la Fiesta". En esto, como en tantas otras cosas, el gran poeta fue un verdadero adelantado.
Todo un aviso premonitorio de lo que vendría luego
Gerardo Diego: la "humanización" puede cristalizar en una degeneración de los valores de la Fiesta
No es cosa nueva, sino más bien tradicional, que los grandes intelectuales se interesen vivamente por la Fiesta brava. Remontándonos en el tiempo ya encontramos en Moratín su bello poema titulado "Fiesta de toros en Madrid". Y más adelante también hallamos noticias de que Gustavo Adolfo Bécquer, el maravilloso autor de las "R i m a s” sentía cierta preferencia por los festejos taurinos. Y los Machado, y García Lorca, y Valle Inclán...
Actualmente, uno de los más ilustres poetas de habla castellana, don Gerardo Diego, también es un gran aficionado. Un gran aficionado y autor de varios libros y artículos periodísticos del más profundo sabor taurino. "La suerte y la muerte´´ y "El Cordobés dilucidado” son dos obras que merecen la más alta consideración, tanto literaria como tauromáquica. Por eso voy a transcribir aquí algunos de los puntos de vista más importantes del universalmente prestigioso poeta y académico, recogidos a lo largo de una de las últimas conversaciones que he tenido con el maestro. Comenzaremos por las duras criticas que en ciertos países extranjeros hacen a nuestras corridas de toros.
—En uno de mis poemas ya hago ciertas consideraciones acerca de ello. No cabe duda que la Fiesta tiene momentos duros, tanto en lo que respecta al toro como al caballo, mas la verdad es que todo eso está superado por el arte, la belleza y la gallardía que se desprenden del espectáculo. Además, últimamente se ha llegado a una estimable humanización en todos los aspectos; humanización que puede llegar a ser peligrosa, por que puede cristalizar en una degeneración de los valores fundamentales de la Fiesta.
—Digan lo que quieran los extranjeros —sigue opinando don Gerardo Diego—, yo estimo que existen hoy espectáculos mucho más crueles que las corridas de toros: el boxeo, la lucha libre... Incluso las carreras de automóviles están produciendo más tragedias que la Fiesta taurina. No obstante, en mis frecuentes viajes al extranjero he ido viendo que cada vez es menor lá oposición y hasta se da el caso de gentes que se convierten en verdaderos admiradores del toreo. Y esta corriente, conforme se vayan divulgando las Virtudes esenciales de l a Fiesta, estoy seguro que irá aumentando hasta que se llegue a una auténtica comprensión por parte de todos.
El artista, el intelectual, como en este caso es don Gerardo Diego, suele inclinar sus preferencias por el toro. Mas he aquí lo que piensa el ilustre poeta:
—El toro, en su salvaje belleza, es una cosa digna de la más alta estimación. Es realmente maravilloso. Ahora, que también es asombrosa e inefable la trágica intuición del torero, su talento artístico, su serenidad ante la muerte, pues sabe que el más mínimo descuido puede costarle una cornada. Para mí, la conjunción de ambos factores componen esa cosa maravillosa que es la Fiesta Nacional, el gran fenómeno de la suma emoción y la gallardía única.
Finalmente, ¿cómo ha de ser la poesía taurina? Es también éste un tema interesante. Naturalmente que se trata de la poesía taurina auténtica. Nadie mejor que don Gerardo para opinar al respecto, para decir algo definitivo sobre la cuestión:
—Hay que tener muy en cuenta no caer en una cierta vulgaridad, que supondría la superficialidad de lo que debe hacerse de cara a la verdad, con hondura, con responsabilidad y prescindiendo de lo pintoresco, de lo que pueda saber a pandereta y a folklore barato. La Fiesta de toros es cosa seria y muy profunda, y así hay que mirarla. Fiíese si no en "Llanto por Ignacio Sánchez Mejíás”, de Federico García Lorca, el más grandioso poema de toros que se ha escrito hasta la fecha. Ese es el camino.
Poeta, escritor, académico, intelectual íntegro, don Gerardo Diego, un eximio a nuestra Fiesta Nacional. Afícionado y defensor. Aficionado y cantor de sus excelencias. En estas sus opiniones queda bien patente, queda bien demostrado todo ello.
© El Ruedo, 16 de abril de 1968
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