hoy toca Madrid con la la preocupación que conlleva el futuro de ese coso tras la amalgama de errores a cargo de la Comunidad de Madrid, institución que no hace otra cosa que mellar la grandeza de una plaza que es la cátedra del toreo. ¡Que diferencia de estos rectores con los anteriores! ¡Que nostalgia de don Leopoldo Matos y otros políticos madrileños que siempre dieron máxima categoría a Las Ventas!
¡Detengan la infamia contra Las Ventas!
Paco Cañamero
Glorieta digital - 5 julio, 2018
Vivimos tiempos de locura y de despropósitos. La cordura se ha perdido y las cosas bien hechas pecan por su ausencia. En este incierto remolino social, la Fiesta multiplica los azotes que recibe desde diferentes frentes. Ya a nadie sorprende la salida de tono de los políticos, desde el alcalde de Pamplona, los podemitas bajo su bandera del odio a las tradiciones; las locuras del PACMA, sin base ninguna, pero que no dejan de hacer ruido y por si fuera poco se suman los políticos de los partidos de siempre, que tanta culpa tienen de muchas cosas. Ahí tenemos ahora los gravísimos casos de la plaza de Zaragoza, del Puerto de San María, o la de Madrid, ambas con las ideas anudadas por quien debe velar por su grandeza.
Escribiremos pronto de Zaragoza y de ver cómo se va por el barranco de los despropósitos la que fue una plaza de máximo prestigio y categoría, ¡aquellas ferias de San Jorge y del Pilar! Al igual que la Plaza Real, del Puerto de Santa María, con tanta grandeza y de la que Joselito, el rey de los toreros, dijo “quien no ha visto toros en El Puerto no sabe lo que es un día de toros”. Pero hoy toca Madrid con la la preocupación que conlleva el futuro de ese coso tras la amalgama de errores a cargo de la Comunidad de Madrid, institución que no hace otra cosa que mellar la grandeza de una plaza que es la cátedra del toreo. ¡Que diferencia de estos rectores con los anteriores! ¡Que nostalgia de don Leopoldo Matos y otros políticos madrileños que siempre dieron máxima categoría a Las Ventas!
Hoy están todas las alarmas encendidas más allá de una adjudicación a la empresa Plaza1, capitaneada por Simón Casas y que está conduciendo a Las Ventas al caos a Las Ventas, sin olvidar que Casas logró esa adjudicación después de traicionar al resto de empresarios, que hicieron frente común para no pujar tras el abusivo canon que se debe pagar por esa plaza, hoy prácticamente insalvable.
Pero, Casas, fiel a su estilo, a su palabrería y falta de escrúpulos jugó sucio con sus ‘compañeros’ para lograr su meta de ser empresario de Las Ventas al alimón con Nautalia, empresa que nadie tiene que ver con los toros. Vamos que fue algo semejante a la llegada del actual gobierno central al poder. Y como era de esperar enseguida llegó el desorden y prueba de ello es que el Simón Casas ahora llora que llora, como la zarzamora, diciendo que él y su equipo están trabajando gratis; sin olvidar su pésima gestión, entre otras cosas al cargarse las corridas de la tradicional temporada de verano, de tanta tradición y solera.
Sin embargo, al francés le ha venido muy bien la confusión de la Comunidad de Madrid, la falta de ideas y el desconocimiento que reina en los despachos sabiendo que en Las Ventas tienen un tesoro, pero sin saber cuidarlo. Se ha aprovechado de ello en sus desmanes y ha desviado la atención para que la gente hable. Porque ahora preocupa y mucho, por ejemplo, ver cómo esa plaza va a perder su identidad para perder parte del uso para el que se construyó.
Olvidándose que, en la capital, hay sobradas instalaciones para celebrar todas las actividades. Y es que, ojo a navegantes, comenzar a compartir La Ventas con otros espectáculos, ya de manera habitual, puede ser el principio del final. Por ejemplo, después dirán que deja más dinero las motos y se promocionará más o la pista de hielo o el tenis, dejando sin toros durante las jornadas de la celebración. Y eso es algo grave, bastantes más de lo que parece a simple vista, porque será una bola que crezca.
Hoy por hoy, la plaza, lo que de verdad necesita son escaleras automáticas para acceder la gente mayor a los pisos superiores y el mantenimiento habitual. Lo demás son ideas peregrinas con el claro afán de ir apartándola de su función principal. Y esto ocurre sin que los principales estamentos del toro salgan al paso de algo que puede ser tan grave, fruto de los tiempos de locura y despropósitos que vivimos.
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