Un torero de culto o el culto al arte, Juan Mora |
Majestuoso es su arte; sí, porque el quehacer de Juan Mora no radica en torear, más bien, Mora nació para crear de ahí las obras bellas que ha esculpido a lo largo de su carrera en España como en América.
UN TORERO DE CULTO
El arte, en demasiadas ocasiones mantiene un pulso insostenible con el dinero puesto que, todo aquel que es artista debería de ser remunerado como tal; en tantísimas ocasiones esto no sucede y nos tenemos que quedar con el arte puro y desgarrado de todo aquel artista portador del mismo, olvidándonos del vil metal, nunca mejor dicha la definición.
Un referente al respecto de lo que digo podría ser Juan Mora; ¿qué digo podría ser? ¡Lo es! Y lo será mientras viva puesto que, aunque no le hemos contado el dinero al diestro de Plasencia, lo que si guardamos en nuestro corazón es su arte inmaculado; Juan no torea, dice el toreo. Como dirían en México, Juan Mora es todo un “decidor” en las cuestiones del arte. Nadie lo dice como él y nadie lo expande como su bendito ser, de ahí que, para cientos de miles de aficionados, Mora es un torero de culto.
Es cierto que, en el último decenio, los aficionados jóvenes tienen que tirar de hemerotecas y, lo que es mejor, preguntar a los aficionados más veteranos para saber de la grandeza de Juan Mora; muchos, miles diría yo, le aman, le reclaman y le admiran sin haberlo visto jamás; es cierto que, en la actualidad, gracias a Internet algún que otro video circula por la red que nos puede dar la viva imagen del torero al que se le rinde culto.
Los que hemos tenido la fortuna de haberle visto en plenitud, en muchas ocasiones hemos tenido la dicha de contar lo que nuestras retinas siguen guardando celosamente y, lo que es mejor, lo que anida dentro de nuestro corazón al respecto de Juan Mora, obras inolvidables que no morirán jamás puesto que, en su haber viven términos tan bellos como pulcritud, personalidad, empaque, torería natural, gusto, nada de afectación y siempre naturalidad, por ello con autenticidad, arte puro; pero todo ello dentro de un marco incomparable, hasta el punto de, como explico, la tarea es nuestra, la de los aficionados veteranos que, una y mil veces se nos ensancha el corazón cuando hablamos de Juan Mora.
En el último decenio, sin duda que nos quepa, Juan Mora es el artista que menos ha toreado y, a su vez, como si de un milagro se tratare, el que ha esculpido faenas memorables que los aficionados no olvidaremos jamás. Se me olvidarán algunas, pero ahí quedó su última faena en Barcelona cuando se clausuró dicha plaza; su última tarde en Madrid en aquel otoño de 2010, toda una apoteosis que nadie ha podido borrar. La tarde de Las Rozas, su proclama artística el pasado año en La Mezquita de Melilla. Todo un compendio de actuaciones que, para cualquier torero que no fuera figura pasarían totalmente desaparecidas pero, en el caso de este artista singular se nos quedaron grabadas para siempre, por eso ostenta Juan Mora el título de torero de culto.
Un cartel de "feria": Juan Mora, José Luís Bautista y El Panaegar leyenda |
Las faenas de Mora tienen tal calado que, mejor que verlas –que es lo razonadamente hermoso- aquello de que te las cuenten es totalmente apasionante; todavía se me eriza el vello escuchando a un aficionado, testigo presencial, de su actuación en Las Rozas. Mientras queden aficionados de ese calibre nada importa; es decir, si uno es testigo de la obra de Mora, maravilloso; pero si no lo eres y te lo cuentan, la obra sigue siendo tan maravillosa como la imaginaste.
Quedan muy pocos toreros capaces de embriagar a los aficionados para que éstos sean, tiempo después, los voceros de dicho arte. ¿Se imagina alguien que te esté contando una faena de Jesulín, por citar a una figura del toreo? Coño, eso es un imposible; nadie recordará las miles de hazañas de ese pobre hombre y, por el contrario, del ultimo torero que ha toreado menos que nadie en el último decenio, por cualquier esquina nos siguen hablando de su arte.
Majestuoso es su arte; sí, porque el quehacer de Juan Mora no radica en torear, más bien, Mora nació para crear de ahí las obras bellas que ha esculpido a lo largo de su carrera en España como en América. A muchos de sus compañeros se les recordará por la numerología pero a él, amigos, se le recordará y añorará por la cantidad de faenas hermosas; no tantas tampoco, pero sí las suficientes para que la historia del toreo, en el devenir de los años dirá exactamente lo que decimos ahora nosotros, que un diestro apasionado pasó por la tauromaquia con la finalidad de engrandecerla. Ahí están las pruebas.
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