Boticario el 6º con la zapatilla de "El Piña". Foto: Camilo Díaz
Enrique Ponce recibe una oreja de manso. A Juan de Castilla con las dos faenas de la tarde se le negó una y renunció a quizás otra con el acero. Ureña silenciado. Manso y dispar encierro.
Arenas movedizas
Cali, Colombia, XII 27 19 / / TODAS LAS FOTOS AQUÍ
El que hasta este año fue el mejor ruedo (técnicamente hablando) de Colombia, ha sido convertido en un foso pedregoso de arenas movedizas, en el que naufragan por igual, toros, toreros e ilusiones. Sí a eso se le añade blandura y mansedumbre, la lidia se hace tarea de romanos.
Ahí, los siete de Ernesto Gutiérrez, bordearon hoy la catástrofe, pero al final fueron salvados por la repetición alegre que no bravura del terciado tercero bis y las poderosas, pero mansas acometidas del entablerado y luego rajado sexto al que inexplicablemente le pidieron el indulto. Pretensión rechazada por la cordura del ganadero. Disparidad fue la norma. En peso, volumen y pitones. 509 kilos promedio. Todos negros, astracanados y mansos, mansos, mansos… pese a las palmas a dos en el arrastre.
Ambos le correspondieron al paisa Juan de Castilla que no les hizo ascos. Al uno le ligó la única faena completa de la corrida. Desde el primer lance, hasta el descabello, pasando por el perfecto volapié con estocada total, petición de pelo desatendida y vuelta la ruedo. Al otro, que de salido sembró el pánico tirándose al callejón y saliendo de él con la zapatilla de ¨El Piña¨ ensartada en el pitón derecho como un trofeo esperpéntico, para luego tomar por asalto el ruedo, voltear a Santana y hacerlo saludar con el descalzo que maltrecho le plantó cara y le puso los palos arriba. De largo acometió ilusionando, una, dos, tres series. Luego escogió las tablas y allí obligó una pelea en que las tandas y circulares, a cambio de pureza tuvieron una transmisión que confundió a muchos, que hasta pidieron el indulto, preciso cuando el toro se rajaba del todo. Entre que sí y que no, pasó el tiempo, el toro se distrajo, el cite laborioso a recibir terminó en pinchazos, tres, y un fierrazo hasta los gavilanes.
Enrique Ponce, reverenciado y aplaudido incondicionalmente, hasta en los dos desarmes, derrochó lentitud, suavidad y temple convirtiendo en toreo los sosos y bobos viajes de su lote. Sin descomponerse nunca, sin rendirse jamás, los llevó en redondo y en círculo p´allá y p´acá en medio del beneplácito de la parcial. Clavando al primero una estocada desprendida para saludar.
El cuarto, “no tenía un pase”, dijo, pero se los dio, muchos de a uno en uno, a cámara lenta, tal como caminaba la res, con la mirada perdida en el tendido. Una y otra y otra vez. Con su personal expresión corporal, con esa estética tan suya, con esa sagacidad que justifica eso de que él es capaz de dar pases hasta una nevera. Para rematar lo pinchó y tras un carrusel de capote que hubiese mareado hasta al almirante Nelson, le descabelló para recibir una oreja que contrastó con la negativa inmediatamente anterior.
Paco Ureña, triunfador global del año 2019 debutó aquí lánguidamente, displicentemente, insoportablemente con dos estultos. Al segundo lo pinchó y descabello dos veces en medio de un silencio reverente y al quinto le pegó un bajonazo lamentable y tres crucetazos bajo pitos.
El público aguantó la excesiva longitud de un espectáculo y puso más emoción que la que hubo en el ruedo. La banda, estupenda del maestro Libardo Mora, ayudó.
FICHA DEL FESTEJO
Cali. Diciembre 27 de 2019. Plaza de Cañaveralejo. 2ª de feria. Nublado. 30ºC. Media plaza. Siete toros de Ernesto Gutiérrez, devuelto el 3º, se corrió turno y Salió 6º el reserva. Disparejos de presencia con 509 kilos promedio, mansos. Apaludidos 3º y el 6º rajado al que se le pidió indulto.
Enrique Ponce, saludo y oreja con leves protestas.
Paco Ureña, silencio y silencio.
Juan de Castilla, vuelta tras petición y palmas.
Incidencias: Saludaron Wilson Chaparro ¨El Piña¨ y Ricardo Santana, tras parear al 6º.
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