El Juli por la Puerta del Príncipe.
El veterano maestro madrileño se ha mantenido a la cabeza del escalafón de los matadores de toros venciendo a su propio desgaste.
El Juli: Líder de la estadística
ÁLVARO R. DEL MORAL
EL CORREO DE ANDALUCÍA / SEVILLA /27 DIC 2019
El Juli ha liderado el escalafón de los matadores de toros durante la temporada 2019 con 43 festejos toreados. El número queda lejos, lejísimos, de las 161 corridas que llegó a matar Jesulín de Ubrique en aquella temporada de la desmesura de 1995. Pero es que se trata de una cifra que también se aleja considerablemente de las 135 corridas toreadas por el propio diestro madrileño en 1999, año de su primera temporada completa como matador de toros. Al año siguiente volvería a rebasar el centenar de funciones –toreó 105- para cerrar el siglo XX. A partir de ahí podemos echar la vista atrás para ubicar la génesis del primer derrumbe de la cifra de espectáculos en coincidencia con el ‘crack’ del ladrillo que adentró a este país en una crisis de consecuencias insospechadas de la que aún no se ha recuperado.
¿Por qué contamos todo esto? En medio de esas tres épocas, El Juli ha sabido navegar con autoridad de primera figura y sin renunciar a la competencia. 2020 no se ha escapado de esa máxima aunque el precoz maestro madrileño –que acumula ya 22 temporadas completas como matador de toros- ya acusa el inevitable desgaste en la taquilla y en el ruedo que no ha afectado a su altísima cotización. Todo ello, sin olvidar que la envidiable seguridad del torero se quebró ¿para siempre? a raíz del gravísimo percance sufrido en Sevilla en la Feria de Abril de 2013. Ya han pasado ocho temporadas de aquel antes y después...
Cifras y letras
Julián abrió fuego a las puertas de su propia casa cortando dos orejas a un toro de Garcigrande –su ganadería talismán- en Olivenza. Sólo hubo dos contratos más en el mes de marzo, sin anotar nada destacable en su paso por Valencia -donde estoqueó una corrida de Victoriano del Río- y Castellón, plaza en la que reincidió con las reses de la familia Hernández, que también escogió para recalar en Guadalajara cortando un único trofeo.
Los vericuetos de la contratación de Morante de la Puebla en Sevilla –se negaba inicialmente a ser televisado- habían allanado el camino de la terna del Domingo de Resurrección. El propio Juli fue el cabeza de cartel de una terna que completaban José María Manzanares –actor habitual en la película pascual- y Andrés Roca Rey para despachar un envío de Victoriano del Río. Fue una tarde de escaso rendimiento en la que sólo se cortó una oreja intrascendente por parte del alicantino. El peruano, que se arrimó como un jabato, logró que la gente saliera hablando de él pero hay que advertir que el toreo de mayores quilates salió de las manos de Julián López. En la crónica publicada en El Correo de Andalucía hablamos de “toreo de expresión” con un toro, el primero, que falló en el motor. Tampoco pudo ser con el cuarto, al que cuajó con el capote y esbozó un gran inicio de faena que no tuvo continuidad.
Pero don Julián López tendría aún que trazar tres paseíllos en el ciclo sevillano. En el segundo, anunciado con ‘sus’ toros de Garcigrande, iba a ganarse su sexta Puerta del Príncipe en un festejo que merece algunas matizaciones. El Juli había cortado una oreja más que justita al primero, apuntalada por el mismo palco que concedió la vuelta al ruedo al segundo del lote del madrileño que, ahora sí, cuajó una faenón intenso y vibrante que puso en sus manos dos orejas macizas. Sumadas a la que ya tenía en el esportón validaba ese absurdo cómputo numérico que abre la Puerta del Príncipe, la más justita de su extraordinario palmarés en el ruedo de Sevilla. En cualquier caso ahí está el dato para los amantes de las estadísticas: El Juli ya ha igualado a Espartaco en el máximo honor y ha rebasado a Curro Romero. Alcanzarle en esa tabla está hoy difícil.
Pero al joven maestro aún le quedaba un tercer cartucho por quemar en el coso maestrante. Fue en la rentable y aburrida mixta que sirvió para solucionar el encaje de Diego Ventura y Cayetano. A la combinación de las lidias ecuestre y pedestre le faltó hilo, nexo y oportunidad aunque la plaza se llenó a favor de las estrellas del cartel y el festivo ferial. El Juli, además, pareció una sombra de sí mismo. Quedaron pocas ganas de repetir...
A partir de ahí, la temporada puso el punto de mira en Madrid aunque antes tuvo tiempo de indultar un toro de Garcigrande en Jerez. El Juli había logrado encajar en la programación isidril burlando el famoso bombo de Simón Casas y elevando su altísima cotización. Fue una contratación que llegó de carambola cuando los empresarios de Las Ventas se convencieron que la comparecencia de Enrique Ponce –herido y lesionado en las Fallas- era imposible. En su primer compromiso no pasó nada. Hubo orejas circunstanciales en Córdoba y Jerez antes de afrontar su segundo compromiso madrileño con los toros de Cuvillo.
El Juli limitó su paso por los ruedos franceses al doble pase triunfal de Istres a mediados de Junio. El Corpus toledano, con toros de Alcurrucén, resultó apoteósico. Tampoco se dieron mal las cosas en Granada con la corrida de Matilla aunque el tono subió mucho más en Alicante, en reiterada alianza triunfal con el hierro de Garcigrande. Los compromisos de Algeciras o Zamora sirvieron para cerrar el mes y preparar el primer gran puerto del verano: la feria de San Fermín, que el diestro madrileño culminó cortando una oreja de un ejemplar de Victoriano del Río. Sin suerte en Roquetas sí puntuó en Santander y en la reapertura puntual de Palma de Mallorca después de fondear en las Colombinas de Huelva, donde no dio su mejor dimensión.
La temporada entraba en su yema y a Julián López aún le quedaba pasar sucesivamente por las plazas de Pontevedra, San Sebastián, Ciudad Real, Gijón, Málaga, el doble pase de Bilbao, El Puerto de Santa María, Colmenar Viejo, Cuenca, Palencia, Albacete, Valladolid, Salamanca, Murcia, Logroño y otra vez a Sevilla antes de cerrar con el espeso doblete de Zaragoza. En esa larga secuencia de festejos hay que destacar especialmente los triunfos de Gijón, los trofeos lucrados en Bilbao y los dos toros –de Garcigrande, por supuesto- desorejados en Salamanca. La campaña, ya lo hemos dicho, culminó en Zaragoza. El Juli no ha aventurado ningún plan especial para 2021, un año en el que –inevitablemente- habrá que empezar a repartir los mejores trozos del pastel a un par de cachorros que ya tienen aura de figura. El tiempo ha sido generoso con Julián y dos o tres toreros de su generación. Pero no es eterno.
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