El verdadero sabio de la tauromaquia es el toro, el rey de la Fiesta, por quien todo gira y ante el que todo se mueve. El público, la otra parte fundamental del espectáculo y por quien todos debemos ver, dio su aval al cartel, dejando claro qué es lo que busca;
La Fiesta Está Viva
Rafael Cué
El Financiero, de México
El domingo en la Plaza México se vivió una tarde que puede marcar un nuevo rumbo a la tauromaquia como cultura y espectáculo en nuestro país. Fue anunciada en octubre como Corrida de Triunfadores Mexicanos, ante seis toros de Montecristo, esto fue un arma de doble filo para la empresa; por lo general los toreros de la parte alta del escalafón suelen rehuir a este tipo de festejos, alegando “mala fecha”, “cartel no rematado”, “falta de algún extranjero”, y más. En mi opinión es no asumir el toreo mexicano para quitarle la dependencia de los extranjeros —siempre bienvenidos si llevan gente a los tendidos y vienen a demostrar que la dolariza que cobran la justifican con entrega y taquilla, de lo contrario son el peor negocio empresarial taurino—.
Pues resulta que los tres triunfadores de las primeras ocho corridas fueron toreros cuajados, experimentados, maduros y del gusto de la afición: Fermín Rivera, José Mauricio y Juan Pablo Sánchez. Las fechas en el toreo las coloca en categoría el cartel y la afición. Para ponerle un ejemplo, ayer lunes se conmemoraron 40 años de una de las grandes faenas del maestro Manolo Martínez, quien siempre asumió el liderazgo de la torería nacional, sin rehuir; “Amoroso”, de San Miguel de Mimiahuápam, fue el cómplice de aquella sublime faena; la máxima Figura de aquellas épocas, el 23 de diciembre, hoy el alto escalafón, no quiso saber nada de la fecha.
El verdadero sabio de la tauromaquia es el toro, el rey de la Fiesta, por quien todo gira y ante el que todo se mueve. El público, la otra parte fundamental del espectáculo y por quien todos debemos ver, dio su aval al cartel, dejando claro qué es lo que busca; entre 7 y 9 mil aficionados asistieron a La México. Tarde gélida, en fecha “difícil”, pero ¡caramba! En una ciudad con más de 20 millones de habitantes no deberíamos batallar para llevar público y aficionados al tendido. Con esta entrada y con esa papeleta estoy seguro de que la empresa ganó dinero, el público disfrutó, los tres toreros estuvieron muy bien y los toros dieron juego variado, habiendo uno muy bueno, bravo, no fácil, y sumamente exigente que emocionó a los tendidos con sus embestidas, me refiero al segundo de la tarde, número 63, de nombre “Viajero”, cárdeno obscuro, muy en el tipo de Montecristo, con el que José Mauricio estuvo valiente, artista y entregado. Una oreja de peso y la consolidación de este torero.
El público estuvo dulce, sensible y exigente, disfrutando cada detalle de categoría en el ruedo, que hubo muchos. La forma de estar de la gente se percibe cuando lo programado ha sido de su agrado, otro aspecto puede ser el resultado de la corrida, pero el ambiente fue propicio para el disfrute y uno a eso debe de ir a las plazas, a gozar del colorido, del toro, del valor de los toreros y de las múltiples emociones que ahí se viven.
Fermín Rivera no tuvo opciones, dos toros flojos ante los que estuvo valiente y entregado. Gran esfuerzo sin recompensa a su recia tauromaquia; gran trazo en su toreo y personalidad. Es un gusto verlo torear, a la gente le gusta y las empresas deben sin pensarlo programarlo en las ferias, tiene seguidores en todo el país.
Juan Pablo Sánchez sigue sin suerte en el sorteo, su primero tuvo cualidades pero duraron poco, fue el hidrocálido quien estuvo lidiándolo, cuidándolo y le aprovechó dos tandas en las que el toro se empleó; nos hizo vibrar con la inmensa calidad que tiene. Su segundo se quedó siempre corto, y Juan Pablo pese al esfuerzo no obtuvo recompensa.
El quinto de la tarde fue bravo, tendiendo al genio más que a la clase, pero bravo, su trapío y actitud imponían y transmitían peligro a los tendidos. José Mauricio apretó el acelerador, entregado y artista; el toro le echó mano y le crujió las costillas, que ya traía dañadas del domingo pasado. Toreo de emoción, no de la belleza estética de la que es capaz el capitalino, pero de la emoción que llega por la entrega de un hombre que para seguir vivo es capaz de dejarse matar por un toro. No hay nada igual en La Tierra, el torero y el toro nos hacen sentir vivos, humanos y plenos. Estocada y otra oreja, segunda Puerta Grande consecutiva para este hombre que apenas hace unos años no conseguía un tentadero. ¡Qué grande es el toreo! El toro pone a cada quien en su sitio y el público lo avala. Gran 2020 le espera a José Mauricio, que ha sabido esperar y ahora debe saber tener.
Me despido deseándole una muy Feliz Navidad, gracias por leer La Fiesta está viva, que por cierto ésta es la número 250. Nos espera un 2020 retador, hagámosle faena.
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