"Mamarracho: Cosa muy mal hecha o ridícula. Dícese anualmente por la afición de los carteles de toros encargados por la Real Maestranza para anunciar la temporada de Sevilla, a un artista de tanto renombre como desconocimiento de la Fiesta, con total falta de respeto al toreo".
Cartel de Real Maestranza de Caballería de Sevilla para la temporada taurina 2020
Antonio Burgos
Quiero felicitar muy efusivamente al teniente de hermano mayor de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, don Santiago de León y Domecq, así como a toda su junta de gobierno, porque cada año logran lo que parece imposible: que el cartel que encargan a un famosísimo pintor para anunciar los "Toros en Sevilla" sea mucho más mamarracho todavía que el anterior y tenga menos que ver con la Fiesta. ¡Mira que eso es difícil! Pues, nada, lo logran. Estoy por sugerir a mi compañero de Real Academia de Buenas Letras don Antonio Narbona, correspondiente de la Real Española en Andalucía, que proponga una ampliación de la segunda acepción de la voz "mamarracho" en el DRAE. Ahora dice: "Cosa muy mal hecha o ridícula". Yo le propondría: "Mamarracho: Cosa muy mal hecha o ridícula. Dícese anualmente por la afición de los carteles de toros encargados por la Real Maestranza para anunciar la temporada de Sevilla, a un artista de tanto renombre como desconocimiento de la Fiesta, con total falta de respeto al toreo".
Nuestra afición, que es sabia y además tiene guasa en con sus silencios (que no se molesta siquiera en silbar o abroncar a los toreros que quedan como La Chata) sabe poner el nombre exacto a los carteles de los maestrantes. Un año fue el de la mosca en el yogur; otro, el del pinchito de toro; otro, el del chuletón. Al de este año le han puesto ya "el cartel de los garabatos". Nos esperábamos que el cartel, a los 100 años de la muerte en Talavera del Rey de los Toreros, fuese un homenaje a Gallito. Pero no. Regalan dos barreras de sombra, donde los capotes, al que encuentre alguna relación del cartel con Joselito. Yo creo que es un homenaje a Pilatos. Quizá como agradecimiento a que la Hermandad de la Esperanza Macarena va a hacer el monumento que Sevilla debe a José. Lo de Pilatos es porque cuando vi el cartel me acordé de lo que cantábamos los chiquillos del Arenal en nuestros juegos callejeros: "Por aquí pasó Pilatos/haciendo garabatos/con la mano izquierda,/que pierda, que pierda,/que ya perdió".
¿Que ya perdió? Pues anda que no habrá ganado nada el alemán Albert Oehlen por garabatear el que no sé si es un Queco o un Queca, según la gaditana definición: "¿Queco...ño es esto, Dios mío de mi alma?"; "¿Queca...rajo es esto?" ¿Un torero vestido de azabache y catafalco, como suele Morante? ¿Y el pitón? Aparte de los garabatos de Pilatos, el cartel me parece, como el de todos los años, una ofensa al toro bravo. Ni los animalistas antitaurinos ponen tan malamente a los toros como los carteles de la Real Maestranza. ¡Cuidado que poner de un toro sólo un pitón? ¿Qué pasa, que era un pitón arreglado, que le habían pegado un afeitado sin "aftershave" y la autoridad lo manda al laboratorio donde certifican si las astas han sido manipuladas para las figuras y figuritas? ¿O no es un pitón, sino el vuelo de un capote en una larga cordobesa visto de aquella manera? De aquella manera que sólo puede un alemán que, aunque vivió un tiempo en Carmona, no se enteró de nada, y dice que apenas ha visto dos corridas de toros. Dos más que usted, que nunca pisó la plaza.
Pero lo que más impresionan del cartel son los garabatos. No es un cartel pintado, es garabateado. Como un chiquillo cuando coge una estampa y la estropea con un boli. O como aquellos pasatiempos de los tebeos: "¿Qué camino seguirá Don José María para llegar a su localidad del tendido 7 entrando para ronear por la Puerta del Príncipe y que lo saquen retratado en el ABC?". Claro, esto pasa por encargarle el cartel a un alemán que de toros no sabe ni papa. Es como si a Ricardo Suárez, a Luis Rizo, a Nuria Barrera o a Reyes Lastra le encargaran los bávaros el cartel de la Fiesta de la Cerveza, de la Oktoberfest: lo lógico es que plantaran un botellín de Cruzcampo en pleno Munich. Cartel que, por otra parte, me recuerda al gran Paco Cortijo, que me confesó en su magna exposición del Alcázar:
--Yo cuando termino un cuadro le doy los pinceles a mi nieto Adriano para que el chiquillo haga por allí abajo su desbarajuste.
¿Es abuelo Albert Oelen? ¿Tiene un nieto? Porque este desbarajuste de garabatos del anual mamarracho de cartel sólo puede hacerlo un chiquillo de cuatro años. Como el nieto de Paco Cortijo.
Después de la tricolor de la II República con que se colgó Botero, ya estamos curados de espanto.
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