Este miércoles volverá a llevarse a cabo en el Camp Nou un auténtico akelarre independentista. El Real Madrid, mi Real Madrid viajará, al contrario de lo que pedía el otro día Juan Carlos Girauta con mucho tino. Y, cuando los futbolistas del Madrid, de mi Madrid, vean esas pancartas seguirán jugando. Si Juan Gómez levantara la cabeza...
Anoche, en El Chiringuito, José Álvarez dijo algo que me dejó de piedra y muy preocupado: en Barcelona dan por hecho que se producirá una invasión de campo en el minuto 17 y 48 segundos. Que lo dan por hecho quiere decir que lo consideran inevitable, así que tanto la seguridad privada del Barcelona como los Mossos d´Esquadra consideran imposible evitar que en un momento determinado del partido, y muy probablemente en ese minuto 17 y 48 segundos, que es un minuto reivindicativo para los independentistas, se produzca una invasión del terreno de juego ¿Con qué consecuencias? ¿Y una invasión de cuántas personas? ¿CDR? ¿Tsunami Antidemocrático? ¿Lirios de fuego? Supongo que las consecuencias son imprevisibles y dependerán del número de personas que salten al césped, que tampoco se puede calcular, y del carácter violento de dichos individuos, que también dependerá del grupo al que pertenezcan; los Lirios, por ejemplo, consideran que el Tsunami es muy blandito y han prometido ejercer la violencia con tal de conseguir sus objetivos. Si al campo saltan cien o doscientos miembros del Tsunami, que es una organización que está siendo investigada por la Audiencia Nacional, a lo mejor no pasa nada... o sí; si, por el contrario, al campo saltan cien o doscientos lirios y ni la seguridad privada del Barcelona ni los Mossos son capaces de pararles, ahí ya puede pasar cualquier cosa, y cuando digo cualquier cosa digo cualquier cosa. Eso, por supuesto, en el caso de que los autobuses de ambos equipos, que hoy hemos conocido que saldrán juntos del hotel, sean capaces de alcanzar sin daño alguno el Camp Nou, que también es mucho decir.
La filtración de que habrá invasión de campo en el minuto 17 y 48 segundos puede ser cierta o puede ser falsa. Puede que sea falsa y la invasión, que estará coordinada, se realice en la segunda mitad. O puede que se lleve a cabo en el primer minuto de juego. O en el último. Y ahora que alguien me diga a mí que ese partido es normal y que la situación que se vive en Barcelona es la habitual. Un tuitero me acusaba hoy de alarmar a la gente y me preguntaba que cuál era esa situación tan peligrosísima que se vive en Barcelona para así llevar casco por la calle y poder despedirse de sus familiares. Salvo a este tuitero, que a lo mejor es independentista o vive en la zona noble de la ciudad, no creo que haya que explicarle a nadie qué situación se está viviendo en Cataluña, y en concreto en Barcelona, y por qué no es lo mismo llamarse Jordi Pérez o Albert Rodríguez que Sergio Ramos o Zinedine Zidane. Definitivamente no hay más ciego que aquel que no quiere ver.
Ayer, y por primera vez en la historia del fútbol español, se suspendió un partido de fútbol, el que debiera haber enfrentado al Rayo Vallecano con el Albacete. Hoy he leído que la afición rayista tildó a Roman Zozulia de nazi cuando eso no es cierto; un grupúsculo violento de extrema izquierda denominado Bucaneros, insultó gravemente al futbolista del Albacete llamándole nazi, y eso a los comunistas Pablo Iglesias e Iñigo Errejón, por ejemplo, no les ha gustado nada. El problema es que aquí vemos bien que se insulte a alguien mientras ese alguien no sea de los nuestros, y cuando me refiero a que no sea de los nuestros quiero decir que no piense como pensamos nosotros o que no lleve la camiseta de nuestro equipo. El que sí tiene razón es Paco Jémez, quien, como yo, quiere ver que cuando se produzcan insultos en otros campos o se vean pancartas ofensivas o que inciten al odio también se suspenda el partido.
Y en este punto vuelvo al principio, al Barcelona-Real Madrid de dentro de dos días. Al campo del Barcelona han entrado, entran y entrarán pancartas elaboradas y consentidas por la directiva culé que nos insultan a todos los españoles. Dichas pancartas son claramente enfocadas por las cámaras de televisión cuya señal es distribuida por la productora Mediapro, que es propiedad de Jaume Roures, cuya ideología es conocida por todos. Ningún árbitro ha pedido jamás que se suspenda el partido, y eso que en nuestra Liga sólo dirigen partidos árbitros nacidos en el territorio nacional español y ellos, como me pasa a mí, tendrían que sentirse ofendidos. Ni tampoco ha habido ningún futbolista con los redaños suficientes como para marcharse del campo. El miércoles, si es que los equipos llegan al estadio, dichas pancartas volverán a aparecer. Este miércoles volverá a llevarse a cabo en el Camp Nou un auténtico akelarre independentista. El Real Madrid, mi Real Madrid viajará, al contrario de lo que pedía el otro día Juan Carlos Girauta con mucho tino. Y, cuando los futbolistas del Madrid, de mi Madrid, vean esas pancartas seguirán jugando. Si Juan Gómez levantara la cabeza...
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