Pedro Sánchez y su banda de apátridas socialistas, fingirán contrariedad mientras hacen públicas manifestaciones de acatamiento a una sentencia que deseaban en la misma medida que la necesitaban para consumar la traición a España, explícita en la claudicación del PSOE ante comunistas y separatistas.
Inmunidad europea para traicionar a España
Eduardo García Serrano
El Correo, Madrid, 19/12/2019
La Unión Europea le acaba de regalar a Pedro Sánchez el salvoconducto para negociar sin tapujos con los hispanicidas catalanes su investidura para el Delenda est Hispania. Fingirá contrariedad por la sentencia que le otorga inmunidad parlamentaria a Oriol Junqueras, el traidor que lleva el crimen en la cara, y el odio en su perturbadora mirada. Pedro Sánchez y su banda de apátridas socialistas, fingirán contrariedad mientras hacen públicas manifestaciones de acatamiento a una sentencia que deseaban en la misma medida que la necesitaban para consumar la traición a España, explícita en la claudicación del PSOE ante comunistas y separatistas.
Elevarán sus preces de respeto y acatamiento a esa vileza jurídica porque en el vientre de esa sentencia palpita la victoria de sus rencores políticos, y envolverán su cumplimiento inmediato en su grandilocuente retórica democrática cuyos dogmas de parvulario filosófico y político tienen más fuerza que la inercia de dos mil años de Historia. Esa fuerza que se alimenta de la fragilidad cultural de los españoles a los que se les ha hecho creer que la conciencia nacional y el patriotismo son enemigos irreconciliables de lo que ellos llaman democracia con cansina reiteración desde hace cuarenta y cuatro años.
Inmunidad europea para traicionar a España, blindada por un derecho ajeno, y protocolizada en su riguroso cumplimiento por los cipayos españoles de la Unión Europea, que le ofrecen su veneración y su lealtad a Bruselas, con el mismo entusiasmo con el que Carlos IV y Fernando VII le ofrecieron en Bayona la Corona de España a Napoleón.
La clave para entender y comprender la infamia de esa sentencia que le da patente de corso a la traición a España no está en su prosa de leguleyos, está en sentir su letra, no solo en leerla con la vista, sino con ese intérprete interior que traduce lo que el instinto y la conciencia murmuran sin palabras: traición, traidores.
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