Frente a este espectáculo de irresponsabilidad, sorprende la debilidad de otras instituciones de tanta significación como la Corona, los medios de comunicación social y algunas figuras aisladas de la política, los pocos intelectuales que alzan su voz en el desierto, y las élites económicas que poco a poco pierden sus relaciones o contextos nacionales y se quedan sólo con los cálculos de su codicia.
España en su laberinto
Fortunato González Cruz*
Venezuela, 30 Dcbre. 2019
Dejé de escribir mis artículos “Por la calle real”, después de publicar más de 3000 todos los lunes, cuando la política en Venezuela se convirtió en un asunto de cárteles criminales. Retomo la escritura seguramente por vicio, y porque veo con dolor que la desintegración de España, que se ha venido fraguando lentamente, ahora más de prisa, como lo advirtió el intelectual José Ortega y Gasset en 1921, gracias a una élite poco ilustrada a veces, ignorante total otras, y poco interesada en sostener los grandes valores de España que forman parte de su identidad y de su grandeza. Lo peor es su clase política, empantanada en sus intereses de corto plazo que le impide tener una visión con la amplitud necesaria para abarcar los grandes temas, ni tener una perspectiva del largo plazo. No ve, ni quiere ver, y quizás ni le interesa medir los impactos de sus decisiones de ahora en la España de mañana. Es una enorme irresponsabilidad apenas comparada con la del mediocre Fernando VII y su corte, o quizás peor habida cuenta de los avances del conocimiento.
A la cabeza de este déficit de sabiduría, sentido histórico y compromiso con la sociedad española y sus instituciones están José Luís Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, sólo nombrables por el poder que tienen, que no es propia sino por la crisis existencial del PSOE y por las vergonzosas alianzas circunstanciales con la bazofia política que les garantiza unas mayorías construidas sobre la desvergüenza. Es más, hay un enorme déficit de amor, pasión y compromiso con España y los españoles. Frente a este espectáculo de irresponsabilidad, sorprende la debilidad de otras instituciones de tanta significación como la Corona, los medios de comunicación social y algunas figuras aisladas de la política, los pocos intelectuales que alzan su voz en el desierto, y las élites económicas que poco a poco pierden sus relaciones o contextos nacionales y se quedan sólo con los cálculos de su codicia. El pueblo español se deja llevar por lo inmediato, cada vez más vertiginoso por efecto de las TICS, y de un tipo de consumo, que no bienestar, que va socavando la libertad y la dignidad.
Cabe recordar aquí lo que dice uno de esos mensajes que llegan por las redes en estos tiempos y que le hago un pequeño arreglo:
sin amor, pasión ni compromiso el poder es tiránico, la diplomacia hipocresía, la inteligencia perversidad, la política reducida por la astucia y la democracia desnaturalizada para mantener en el poder, en este caso español, a rufianes coaligados contra el interés y las aspiraciones generales.
Poco se puede decir desde Venezuela, donde somos víctimas de unas alianzas de factores entre los cuales están los responsables de la desvergüenza española, en las que sólo juegan los vicios más costosos de la política ya señalados por Aristóteles 350 años A.C.: La codicia y la lascivia, es decir, el afán enfermizo por el poder, la riqueza y los placeres que generan.
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*Fortunato González Cruz
Académico de Mérida, Catedrático de la U.L.A. de Mérida-Venezuela / Miembro de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales / Fundador y Director de la Cátedra de Tauromaquia "G. Briceño Ferrigni" de la U.L.A.
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