Aquel domingo 8 de mayo del 66 se anunciaban reses de Carlos Núñez para Riverita, Tinín y Paquirrí, quién había salido el domingo anterior por la Puerta del Príncipe. Y Tinín era la revelación de la temporada y se presentaba en la Maestranza. Se puso el no hay billetes.
La novillada resultó memorable. Entonces, en las novilladas embestían cinco de seis. En esta, el malo fue el primero de la tarde, pero Riverita hizo con él su primera genialidad: al comienzo de la faena entró el novillo al paso, el torero se quedó clavado y el animal le pasó por la espalda andado, muy cerca de la faja, entre el estupor general: había dado un pase a cámara lenta sin mover siquiera la muleta.
Y luego, la novillada fue un continuo clamor: Tinin toreó escandalosamente bien de capote y muleta a sus dos novillos, cortando tres orejas. A su segundo lo toreó hasta acordándose de Paula. Paquirrí, por su parte, obtuvo una oreja y vuelta. En aquella etapa, Paquirrí era un novillero finísimo y variado, de gran repertorio, estupendo banderillero y supremo estoqueador. Al sexto le dio la estocada recibiendo más perfecta que he visto, citando con los pies juntos, sin separarlos ni siquiera al hundir el estoque. Eran Tinín y Paquirrí unos maestros. Y algo notabilísimo: todas las tandas de la tarde con una y otra mano, se cerraban con pases de pecho que empezaban donde terminaba el último muletazo al natural.
En todos los novillos hubo tercio de quites. Recuerdo uno de Paquirrí estilo Domingo Ortega, cambiándose el capote de mano por revoleras de frente por detrás, las chicuelinas de Tinín y las serpentinas de Riverita. Una auténtica competencia de los tres toreros diciendo cada uno: "Yo soy mejor que tú". La plaza era una locura. Era como ver a tres jovencitos jugando al toro.
Pero la faena de Riverita al cuarto fue de punto y aparte. De esas de las que dices: "Esto no volveré a verlo en mi vida". Y en mi caso, así ha sido.
Comenzó por estatuarios al hilo de las tablas y después se separó del novillo, plegó la muleta en la zurda y citó como para dar un natural del "cartucho de pescao" de los que creara mi bien amado Pepe Luis Vázquez. Se arrancó fuerte el novillo por los adentros, pero en el momento del embroque, sin mover los pies, Riverita le cambió la embestida y le dió un pase de pecho sin desplegar la muleta entre el estupor del público. Ese era el pase cambiado de Antonio Bienvenida. Se volvió el toro y se encontró otra vez frente a Riverita, que tenía aún la muleta en la zurda sin desplegar
Volvió citar, y soltando la muleta, surgió una serie de naturales antológica cerrada con el pase de pecho. Era la suerte del cartucho de pescao del maestro Pepe Luis Vázquez. La plaza era un clamor.
Se fue luego Riverita a la boca de riego, y volvió a plegar la muleta. Entre una expectación inusitada, volvió a citar desde muy lejos y nuevamente cambió la trayectoria del novillo y volvió a ejecutar el pase cambiado seguido de la tanda de naturales y el de pecho, aunque esta vez desplegando la muleta. La plaza hervía.
Y luego cerró la faena en terrenos de sol con pases y recortes geniales, innominados, creados en el momento, sorprendentes intercalando los conceptos clásicos con otros propios de danza, resueltos sin mover los brazos, simplemente con la cintura y el torso. La estocada dio paso a las dos orejas con petición de rabo en medio de un clamor de locura.
Concluyó el festejo con los tres toreros a hombros. A Tinín se lo llevaron hasta la Puerta del Príncipe por haber cortado tres orejas. No autorizó el presidente la salida. Tinín se rebeló y bajándose de los costaleros, la cruzó andando. Dicen que después lo izaron sus partidarios frente a la Puerta. Si hubiera estado yo de presidente, hubiera abierto la puerta del Cielo para los tres.
- Para Riverita, Tinin y Paquirrí y familiares y partidarios.
El Hombre Tranquilo.
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