Esto es así hasta que en 2013 Javier Tebas accede a la presidencia de la Liga. Tebas es la antítesis de todos los nombres que acabo de mencionar: además de vanidoso, polemista y egocéntrico, a Tebas le gusta un micrófono que a un tonto un caramelo. Como si fuera Gene Kelly en Bailando bajo la lluvia, no existe charco deportivo nacional o internacional en el que no se anime a introducir hasta el fondo sus katiuskas Javier Tebas. El presidente de la Liga no se habla con Luis Rubiales, está distanciado del actual Consejo Superior de Deportes y de los anteriores y, cruzando la frontera, ha mojado también en la Premier y ha criticado duramente, por ejemplo, al París Saint-Germain. Podría decirse que Javier Tebas sólo está contento con Javier Tebas y que, lejos de pertenecer a los clubes, que al fin y a la postre son los que le pagan la millonada que cobra, la Liga le perteneciera a él cuando eso no es así, ¿no, don Javier?
Supongo que, desde el punto de vista de los asociados, todo sería justificable en aras de la defensa que de la competición hace el presidente de la Liga, que en eso no es dudoso, pero es que, en su afán devorador, Tebas se ha convertido en el enemigo público número uno de clubes españoles, significadamente del Real Madrid y del Fútbol Club Barcelona pero, especialmente, del primero. Y, lejos de mostrarse conciliador con el mejor club de fútbol del siglo XX según la FIFA, elegido hace poco como el mejor club de lo que llevamos de siglo XXI, un club que es español, que lleva desde 1902 paseando la bandera de España por el mundo y que es el mayor activo y también el máximo atractivo de la Liga que preside, resulta que Tebas le busca constantemente las cosquillas al Madrid. Desde el punto de vista estrictamente empresarial, Tebas es un suicida. Tebas polemiza y lo hace en público, la última vez hoy mismo en Televisión Española a propósito de la charada de viaje a Pamplona del pasado fin de semana. Porque fue eso, una charada.
Independientemente de lo que diga o deje de decir Tebas, aquí hay algunas cuestiones que están bastante claras: la Liga, o sea su presidente, obligó al Real Madrid a viajar hasta Pamplona en mitad del peor temporal de nieve del que existen registros en nuestro país en los últimos 75 años. Cuando Filomena empezaba a hacer de las suyas y todos nos temíamos lo peor, absolutamente nadie de la Liga (y mira que Tebas tiene ahí a gente subiendo y bajando escaleras) tuvo la sensibilidad de ponerse en contacto con el Real Madrid para explicarle que el viaje se podía aplazar. A eso de las seis y media de la tarde, cuando el temporal era ya imposible y conducir en coche una auténtica temeridad, la expedición del vigente campeón de Liga tuvo que jugarse literalmente la vida camino del aeropuerto. Ya dentro del avión, con Barajas colapsada y con todos los vuelos suspendidos, el Real Madrid fue el único que partió y Tebas dice que habló con José Ángel Sánchez para decirle que si estaban nerviosos se podían volver para atrás. Si estaban nerviosos...
Yo no digo, por supuesto, que Javier Tebas trate mejor al Real Madrid que al resto. Quizás debiera hacerlo, no sería una excentricidad hacerlo porque el valor del producto denominado Liga española de fútbol es uno con el Real Madrid y otro sin él, pero no estoy diciendo eso. Ni mejor... ni peor que a los demás, sólo igual. Y, ahora mismo, en este momento y desde hace algún tiempo, el Real Madrid tiene motivos sobrados para sentirse maltratado por la Liga a la que pertenece. Eso sí, y ahí estoy de acuerdo con Pepe Herrero, que lo apuntó el lunes en El Primer Palo, cuando, hace de esto ya tres semanas, Florentino Pérez dijo lo que, por otro lado, era un secreto a voces, o sea que el Real Madrid estaba en la creación de una Superliga, y conociendo como conoce a Tebas, quizás debió diseñar un plan B, que ahora mismo da la impresión de no tener. Da la sensación de que al mejor club deportivo de la historia no le queda otra que el recurso al pataleo y, luego de eso, poner la otra mejilla. Y el Madrid no es una ONG. O, por mejor decir, no es sólo eso.
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